Es alucinante. Simplemente alucinante. Lo primero, se sigue creyendo que las meras prohibiciones arreglarán unos partidos políticos que no saben cómo organizarse, que no tienen una verdadera base ideológica –al menos no distinta entre sí, no en elementos claves–. Lo segundo, seguimos sin entender que los congresistas representan directamente al pueblo, no son meras correas de transmisión de lo que el partido diga. Como extra: parece que hay políticos que no se enteran de qué es y para qué sirve el Tribunal Constitucional. Personalmente no me gustan muchas de sus decisiones, pero nunca se me ocurriría decir que el Constitucional no puede controlar el Reglamento del Congreso, ¡si su trabajo es mantener la Constitución!
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Tres proyectos de reforma electoral
En realidad, en estos momentos, la comisión Constitución y Reglamento del Congreso de la República del Perú contiene muchos proyectos de ley que modifican el panorama electoral y de partidos, algunos mil veces iniciado (como el distrito electoral para los que vivimos fuera; en cualquier caso, la situación actual, que es que todos votamos como limeños, creo que carece de sentido), otros bastante novedosos… en fin, que hay bastante (contando el Código Electoral presentado por el JNE –Proyecto de Ley 01313/2016-JNE-), pero en este momento me quedo con tres: Proyecto de Ley 01565/2016-CR (copia PDF), Proyecto de Ley 01485/2016-CR (copia PDF) y Proyecto de Ley 01595/2016-CR (copia PDF). Dicho así, no significan nada. Claro. Vamos uno por uno y comento lo que vengo a contarles.
Sin confianza
Lo que normalmente es un trámite se ha convertido en una nueva crisis del gobierno de Ollanta Humala. Ni en primera ni en segunda votación el nuevo gabinete consiguió el voto de confianza por parte del Congreso. Mientras el presidente de la república juega la carta «díganme amén a todo para que el país avance» -típica salida tangencial- los ministros han obrado como se espera en un caso así, poniendo el cargo a disposición del Jefe del Estado.
Y acabó: Chávez coordinadora de DD.HH. del GT
Al final, con la configuración del Grupo de Trabajo de Derechos Humanos, era raro que Martha Chávez no se saliera con la suya. Ya es la coordinadora. En dicho grupo, que para cumplir con las recomendaciones de la CVR lo que hace es investigar el trabajo realizado, cuenta con tres fujimoristas (Chávez incluida), un aprista (el muy majo fue, para que hubiese cuórum, pero no votó) y uno de Solidaridad Nacional (que primero votó que sí a Chávez, luego «reconoció su error» y decidió boicotear la sesión con su falta, que no sirvió de nada gracias a Mulder). Siga leyendo…
Chávez al grupo de trabajo de DD.HH., una burla
Martha Chávez, la fujimorista que no pertenece a esa familia por excelencia, será la presidenta del Grupo de Trabajo sobre Derechos Humanos dentro de la Comisión de Justicia. Por supuesto, las organizaciones de DD.HH. ya pusieron el grito en el cielo. ¿La respuesta de Chávez? Atacar a la Comisión de la Verdad y Reconciliación -porque el enemigo es quien sacó a la luz los múltiples crímenes… y no critica porque se quedaron cortos, sino porque criticaron a su amado líder y llamaron delito a matanzas que ellos siguen justificando- y a todos los que ella llama «seudo defensores de DD.HH.», que son básicamente todos los que señalamos a los militares y sus mandos -también los políticos- cuando delinquen contra la sociedad en su conjunto vulnerando los DD.HH. Nada nuevo bajo el sol.
Proyectos, proyectos…
¿Los congresistas no tienen correctores de estilo? Mejor dicho: ¿por qué no tienen correctores de estilo? Es que hay proyectos llenísimos de faltas ortográficas… y no solo eso. ¿Cómo es posible que una pregunta tenga termine con signo de cierre y seguida de un punto? ¡Punto! En fin. Saben (y si no lo sabían, ahora ya lo saben) que uno de mis «placeres culposos» es revisar los proyectos de ley que hay en el Congreso, se encuentran verdaderas perlitas. Normalmente busco algún tema concreto (por ejemplo, las reformas penales propuestas), otras veces solo miroteo… en parte para ver qué hacen nuestros congresistas (también le pego vistazos a los diarios de sesiones; pero esto menos y solo por temas concretos).
De «repartijas» y sistemas
Hace no mucho se mencionaba como causa de la no-existencia de «indignados» en Perú que los mismos habían ganado las elecciones en 2011. Puede que en parte fuera cierto. Puede, también en parte, que esos motivos de «indignación» (caída estrepitosa de la confianza en las instituciones públicas) en nuestro país no se dieron en un corto plazo, más bien vienen produciéndose desde hace más de treinta años. Más aún, gobiernos enteros han insistido en desprestigiar sus propias instituciones. ¿Cómo puede nadie indignarse con la falta de representatividad del Congreso de la República si nadie cree que represente algo? Los congresistas en Perú siempre han tenido una valoración bajísima. La corrupción nos ha acompañado tantos años que hay muchos que cínicamente la apoyan («roba, pero hace obra»).
Diez Canseco sancionado
El posible conflicto de intereses por las acciones que no son acciones, acabó dejando ese «posible» en «es», esto es, con la sanción de 90 días de suspensión para Javier Diez Canseco Cisneros. Fujimoristas (que presentaron la denuncia) y buena parte de la bancada oficialista (con la que fue electo Diez Canseco) votaron juntos en contra de Diez Canseco, también acusado de haber engañado a un compañero para que presentara un informe en su favor. Ya en su día hablé de este caso, la verdad es que queda mal que un congresista presente un proyecto que le pueda favorecer (en este caso la proposición de ley 00564/2011-CR, PDF, que sigue en trámite), Luis Bedoya, del PPC, defendiendo a JDC manifestó que en el parlamento de forma habitual se presentan proyectos como ese, que benefician al congresista al menos tangencialmente… bien, que otros lo hagan no significa que esté bien, o que sea totalmente limpio y transparente.
Notas breves sobre el voto preferente
Estoy con Carlos Meléndez, más conocido como el Jorobado de Notre Dame, «no culpes a la lista», más aun, no lo hagas cuando tú confeccionaste las listas. Si tú invitaste a Pascual, aupaste en unas falsas primarias a Menganito y permitiste, previo pago, que Sutano entrara con el siempre beneficiado número 13, no te quejes del voto preferente para explicar que tus parlamentarios apesten (hablando feo y pronto) y que sean unos díscolos que no saben por dónde andan. Si tu idea de partido político es un club de amigos que reúnen plata para las elecciones, no te quejes que luego la maquinaria partidista no funcione para nada y que los congresistas (o cargos electos en general) sean un atajo de mentirosos o disfuncionales miembros bajo unas siglas normalmente cambiantes (y de esto los fujimoristas nos pueden dar cátedra, y eso forman lo más parecido, junto al APRA, a un Partido Político, así, con mayúscula). Mejor lea esos consejos que hace unos días daba El Jorobado a todos los que monten chiringuitos partidarios.
Adopta un Congresista: El retorno de las adopciones
Jorge del Castillo al final no salió electo para el Congreso de la República. El APRA pasó de ser el partido gobernante y una de las bancadas más grandes a compartir bancada con un expulsado del PP y uno que renunció de la AGC, ambos miembros de la derecha peruana. Y comparten bancada porque no les queda otra, porque sino tendrían que estar en el Grupo Especial, ese donde van los congresistas sin grupo. Así que no tiene sentido mantener a Jorge del Castillo como el «adoptado». El nuevo congreso acaba de abrir sus puertas y ya tiene una congresista suspendida, ni más ni menos, que por hacer el idiota en la sesión de juramentación de Ollanta Humala (excesiva sanción para cuatro berridos, sea dicho). ¿A quién adoptar? Cierto, tabla rasa y todo eso, nuevo Congreso nuevos problemas y oportunidades, pero la campaña tomada hace unos años, «Adopta un Congresista», buscaba la transparencia, y eso no ha cambiado…
Vaya tontería la juramentación
No me refiero tanto a la «creatividad» de demasiados congresistas que en vez de responder un simple «sí juro», que en su derecho están de decir lo que les plazca y buscar el titular en el periódico de mañana, sino al propio propio acto de jurar los cargos. Entiendo que tiene un sentido puramente simbólico, el cambio de mandos, o mejor dicho, de representantes de la nación (porque eso son nuestros señores congresistas, no son representantes del pueblo, ni de su circunscripción, sino de la nación -art. 93º de la Constitución-, sea lo que signifique eso), es una forma de mostrar que esos son los que ocuparán ahora los 130 escaños del Congreso… Pero, como dije hace ya dos años, eso de la juramentación de cargos es más propio de una mentalidad de vasallaje, impropio en un Estado de Derecho. No sirve, además, para nada. Si lo que se quiere es un acto formal, con ver la entrega de las credenciales, sin mediar juramento, basta y sobra.
De inmunidades y grupos parlamentarios
Es increíble la cantidad de iniciativas que se presentan los últimos días de vigencia de un determinado parlamento, y lo rápido que se votan iniciativas presentadas dos días antes (con resultados «curiosos»)… Algunas iniciativas importantes que me han llamado la atención: Proyecto de ley de reforma constitucional nº 04883/2010-CR, presentado por gente del PPC y el APRA, entre otros, para modificar el art. 112º de la Constitución con el fin de prohibir que parientes cercanos -políticos o de sangre- del presidente ejerciente se puedan presentar en las siguientes elecciones, Proyecto de reforma del Reglamento del Congreso nº 04882/2010-CR, presentado por el APRA para facilitar que su partido tenga grupo propio en el Congreso (proyecto presentado el 14 y votado el 16, mandándose a comisión), proyecto de reforma de ley nº 04869/2010-CR, presentado por el APRA, para que los candidatos al Congreso deban acreditar residencia en la circunscripción donde se presentan y el proyecto de ley de reforma de la Constitución nº 04870/2010-CR , presentado por Carlos Torres, Hilaria Supa y Jorge Flores, para prohibir la reelección presidencial en cualquier momento (ahora prohibida solo de forma consecutiva), el proyecto de reforma del Reglamento del Congreso nº 04858/2010-CR, presentado por el APRA, AP y otros, para introducir un requisito para la jura del cargo de Congresista a aquellos que estén siendo investigados, inculpados, acusados o imputados en procesos penales por delitos de tráfico de drogas o lavado de activos vinculados al narcotráfico (esta iniciativa, presentada el 24/5, se terminó agrupando con la de la bancada del Congreso solicitada por el APRA, ya se votó y volvió a comisión).
Los congresistas y sus votos
Un interesante apunte de J. Francico Canaza, «¿Cuántos votos se necesita para ser congresista?», se ocupa de la «facilidad» para entrar en el Congreso de la República, se ocupa en concreto de los votos recibidos por Carlos Raffo y los compara con los obtenidos por congresistas de otras circunscripciones electorales. Considero que el análisis trae consigo dos errores clave: Confunde el voto preferente con el voto en sí mismo (que es a partidos) y olvida la barrera electoral que existe a nivel nacional. Además, faltaría contar el tamaño de las distintas circunscripciones (siendo Lima de las más proporcionales por su tamaño) y el sistema de reparto usado (dentro de los proporcionales, en Perú usamos una variedad del D’Hondt, que es más mayoritario).
¿En el Congreso qué queremos: elitismo o transparencia?
Vuelve el mismo debate, y vuelve sin más novedades que el llamado a un elitismo en el parlamento que jamás ha evitado que esa institución sirva para algo ni, por supuesto, asegurado mejores congresistas o mandatarios o, lo que es más importante, mejores legislaciones o gobiernos. Un titular que es toda una declaración de intenciones, y tal vez la primera mentira del texto, abre la sección de actualidad de hoy en Perú21: «¡Qué fácil es ser congresista en el Perú!». ¿Cómo que fácil? ¿Cuántos se presentan y cuántos salen? ¿Cuántos intentan presentarse pero no pueden? ¿Cuántas personas consiguen cientos de miles de votos? Eso no es fácil (se refieren, claro, a los requisitos personales para ser candidatos, pero obvian los requisitos para que una formación puede inscribirse y presentar candidatos).
Matando al mensajero
«Martha Hildebrandt critica a la prensa por contar escándalos de congresistas», titula El Comercio. Básicamente, la inefable congresista se queja de que la prensa airee toda la basura de los congresistas y apunta a una conspiración (tal vez de los narcotraficantes, ¿como aquella congresista tal vez?) que desea demoler el «Estado» y el «aparato público». Ahí es nada. Y lo dice una fujimorista, que ellos de usar los medios como arma (con dinero del Estado si se puede) y de demoler el Parlamento (con los tanques lo hicieron, y luego el resto es historia) saben mucho. No lo vamos a negar.