Cuba: ¿No hay oposición legítima?

El lunes, en Radio Nacional a eso de las 10pm, entrevistaron a Bruno Rodríguez Parrilla, Ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, y representante de ese país en la VI Cumbre Unión Europea – América Latina y Caribe, a la cual no asistió el presidente cubano, Raúl Castro. Cuba fue a Madrid con el discurso y el escepticismo de siempre, pero también dispuestos a abordar todo tipo de temas (los cuales, la gran mayoría, no se pusieron sobre la mesa). La entrevista fue, en general, muy buena, el canciller cubano mostró su desacuerdo hasta con la forma en que se informa sobre Cuba y se mostró, a la par, bastante a la defensiva en algunas cuestiones.

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Reparto en una Circunscripción Única

Últimamente… no, siempre hablo mucho de las elecciones, sean para parlamentos de todo tipo (supranacionales, nacionales, regionales), autoridades de toda «estatura», sistemas electorales variados (y he intentado explicar alguno que otro) así como que he realizado distintas extrapolaciones (a sabiendas que eso no se puede hacer por la estrecha relación entre la elección que se trate, el sistema electoral y la cultura de voto) y opinado sobre si bicameralismo sí o no, o cómo en su caso, sobre sistemas de listas abiertas o cerradas, al igual que he hablado sobre barreras electorales (o vallas, como prefieran llamarlas) o el voto obligatorio frente al facultativo (donde claramente me posiciono por el voluntario, como sabrán), incluso una de las pocas partes de la Contextopedia que he desarrollado es la que tiene que ver con los métodos de reparto.

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La «democracia» de quienes tienen el dinero

El otro día (y no encuentro la cita exacta) Rajoy, hablando de economía, Grecia y demás, y antes de su reunión con el presidente del gobierno, instó al ejecutivo a hacer las medidas exigidas desde las instituciones internacionales como el FMI y similares, vamos, que hiciera en España lo que se está haciendo en Grecia, porque (y ahí está la clave de sus declaraciones) «si no tomas las decisiones otros las toman por ti» (no es textual, pero casi), y claro, continuaba, es más doloroso que otros te la apliquen a hacerlo uno mismo.

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De la interpretación de las leyes

El título ha quedado demasiado pomposo para lo que la entrada será, les voy avisando, para que luego no digan que el texto carece de tecnicismos, citas doctrinales, jurisprudencia y demás. Y por supuesto, esto no va de «cómo» hay que «interpretar» las leyes, sino de que las leyes son interpretables. Existe una sensación de que la justicia (aplicación de las normas por jueces y magistrados, la llamaré «justicia» por abreviar nomás) es parcial, discrecional, que está «politizada» y que sus sentencias no son «técnicas», y por ello, está podrida por dentro y por fuera, no sirve, se debe dar un paso a «tecnificar» los órganos con poder de juzgar y hacer cumplir lo juzgado, se mira un poco a la ley y se le acusa de ambigua, se mira a los jueces y se les acusa de no funcionar según el «sentido común», en fin, lo que vemos todos los días en la prensa.

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Por la tercera

No son pocas las veces que en esta bitácora recuerdo la experiencia republicana española, ya sea abordando las culturas que acompañaron a la brevísima primera república o la historia más que trágica y convulsa de la segunda, y también, por supuesto, me he plantado contra la monarquía española y solicitado, por qué no, la tercera república. Es14 de abril, ya entienden… En De Igual a Igual hemos publicado una serie de artículos sobre la II República, uno de ellos se titula «La Mujer en España. De la igualdad republicana a la sumisión franquista», y está hecho por tres amigas y compañeras (Marta Casado, Alexandra Nieto y Raquel Torres) y yo (para una asignatura de clase, y aprovechamos hoy para publicarlo). Es un poco, como dice el título, las condiciones de la mujer española en dos regímenes políticos totalmente antagónicos, máxime en el tema de género.

Mercado dual y contrato único

Tengo un serio problema con los modelos que usan los economistas para entender la realidad, y sé que cualquiera de ellos puede venir y darme una colleja por parecerme que simplifican todo de forma innecesaria y abrupta y justificarme, «científicamente» la bondad del modelo, el porqué se usan y cómo es casi imposible acercarnos a la realidad sin antes definir correctamente el mismo y usarlo junto con muchos otros. Todo eso lo entiendo, pero, a la hora de sacar conclusiones para el mundo real, el modelo siempre hará aguas desde su formulación. Algo así me pasa con el interesante artículo publicado por el Banco de España publicado en marzo dentro de su boletín económico, «Fluctuaciones del empleo en un mercado de trabajo con contratación dual» (archivo PDF, 109 KB) de James Costain, Juan F. Jimeno y Carlos Thomas.

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Comentario a «La Corrosión del carácter» de Richard Sennett

En la asignatura de «Teoría de las Relaciones Laborales» (dentro de «Ciencias del Trabajo») el profesor, Antonio San Martín, nos pidió que hiciéramos dos trabajos (más comentario personal que otro tipo de artículo) eligiendo dos de tres libros, por mi parte escogí «La Corrosión del Carácter. Las consecuencias personales del trabajo en el nuevo capitalismo» de Richard Sennett y «Cabeza de Turco. Abajo del todo» de Günter Wallraff, y acá les copio el trabajo de «la Corrosión…» (el trabajo es de febrero de este año):

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Sindicatos de oficio y sindicatos de clase: De Perú a España y viceversa

El estallido de los conflictos laborales en las ONG peruanas ha puesto sobre la mesa, una vez más, la necesidad de que los trabajadores de dichas entidades se organicen y defiendan sus derechos laborales (que hay que empezar por casa, señores de oenegés), no es una necesidad nueva, claro, ya se ha intentado antes y se sigue intentando (pueden verlo en la bitácora del «Sindicato Nacional de Trabajadores en ONGs y afines»), solo que ahora (tal vez y por lo que veo y leo) existe más consciencia de su necesidad por parte de los trabajadores (hay cierta idea de «sacrificio» entre los trabajadores en favor de la causa de la ONG que, sin dudas, es encomiable, pero no debe mezclarse con el «que se salten la legislación laboral conmigo», que termina siendo lo que pasa).

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Remuneraciones y convenios colectivos

No sé cómo comenzar esta reflexión en voz alta realmente, ni hacia dónde la quiero llevar… Se dice que a igual trabajo debe corresponder igual salario, parece lógico. Se dice también que los convenios colectivos son la expresión de la autonomía colectiva y el medio más correcto de articular las relaciones laborales para que: a) se adapten a cada sector productivo mejor de lo que lo haría una imposición desde el Estado (siempre más lento); b) puedan equilibrar, mediante la fuerza colectiva, al trabajador con el empresario (jurídicamente el dominador en la relación, y no hablemos de la realidad).

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La necesidad de salir a la calle

¿Salimos o no salimos a la calle? ¿Cualquier consigna vale para llenar la calle? Para De Igual a Igual: «La necesidad de recuperar la calle. Pero no a cualquier precio, no con esas consignas…». Sobre la manifestación de ayer y las consignas que sacaron a las dos centrales sindicales principales a la calle.

Cabezas de turco para limpiar consciencias inversionistas

Cero de autocrítica. El otro día en clase (de Políticas Públicas Socio-Laborales) se comenzó un breve debate sobre el tema de los altos sueldos de directivos, sobre todo de las entidades financieras, también de las intervenidas, a raíz de un artículo de no recuerdo quién publicado en El País que abogaba porque la «mano visible» del Estado guiara por el camino «correcto» a la «mano invisible» del mercado y evitar crisis como la actual. Ante todo, estoy de acuerdo con la crítica a esos salarios, a esa desigualdad salarial que no deja de crecer (en España es sangrante, los altos directivos son de los mejor pagados de la UE -entre los primeros puestos, no el primero-, mientras que los trabajadores estamos por debajo de la media, además, se ha incrementado los salarios de los altos directivos mientras el poder adquisitivo de los trabajadores ha bajado en la última década), y que la estructura salarial (de primas) favorece la especulación y la toma de decisiones arriesgadas que nos han llevado a la actual crisis (una de las tantas concausas).

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Servicios centralizados y control

Otra vez me aprovecho de una columna de Marco Sifuentes (más conocido como ocraM o «el del Útero ese») como punto de partida para un artículo, y es en parte por una noticia de la que no tuve conocimiento hasta leer dicha columna, y aprovecho para meter cabe a los «servicios» de esta tan cacareada «web2.0». Al lío, lean el artículo de Sifuentes en Perú21 de este domingo: «No es censura pero se parece».

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El debate de la crisis (II de II)

[Para leer la primera parte, dé click acá: «El debate de la crisis (I de II)»]

¿Y la izquierda no-capitalista?
Aceptemos entonces que los socialdemócratas, desde hace demasiado, son una «izquierda capitalista» (y lo de «izquierda» lo mantengo más por respeto a su propia historia que por otra cosa, salvando además a los socialdemócratas que no se han sumado a la «tercera vía»), entraron en el mismo debate que las derechas capitalistas y lo que han hecho es sumar esfuerzos con los keynesianos, consiguiendo pequeños triunfos en los foros internacionales donde los poderosos deciden cómo resolver los problemas de los más poderosos, siempre con grandes cesiones a la contraparte (así pues, el Estado interviene de forma clara, pero sin controlar a los agentes privados intervenidos, lo vemos en los bancos y en casi todos los sectores «ayudados»; el Estado, eso sí, se reserva la potestad de más programas sociales pero con partidas presupuestarias brutalmente más pequeñas que las orientadas a los grandes agentes económicos empresariales, etc.), con ello, el mensaje «distinto» de la socialdemocracia se diluye en favor de quienes son vistos como mejores gestores de los dineros, aunque sean concausantes de la crisis económica actual.

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El debate de la crisis (I de II)

Algunos de los problemas (entre otros muchísimos) de las izquierdas durante esta crisis es, por un lado, que la misma era «del sistema» y no una de las tantas cíclicas que hay, y por otro, no presentar una alternativa real al capitalismo, sino centrar las críticas en unas políticas concretas del capitalismo ofreciendo «más capitalismo» como respuesta a la crisis económica (cíclicas en el capitalismo, no lo olvidemos). ¿El resultado? Las izquierdas no avanzan, más bien retroceden, sobre todo las izquierdas socialdemócratas, que son las que más «cometen» los dos problemas antedichos.

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