No sé cómo comenzar esta entrada, creo que hasta sobre esto ya he escrito antes (pronto en esta casa haremos 7 años, eso es mucha tinta digital escupida)… Lo he vuelto a ver. En realidad es una constante entre los opinadores de la Derecha de España, tachan sin problemas a Rodríguez Zapatero (y a las acciones en su gobierno) de «extrema izquierda», incluso en el editorial de Libertad Digital de hace unos días (6 de septiembre) podemos leer: «Al contrario, Zapatero sigue siendo tan sectario como cualquiera de los habituales asistentes a la fiesta leonesa. (…) Zapatero sigue siendo tan «rojo» como el que más y sus ideas continúan petrificadas en el duro granito de la ortodoxia marxista.» ¿De verdad lo creen? ¿De verdad creen que Rodríguez Zapatero representa a la «ortodoxia marxista»? Basta recordar lo que ha hecho (durante estos siete años, no solo tras el inicio de la crisis), lo que dice y, por supuesto, lo que propone su partido (formación que borró el marxismo de sus estatutos hace treinta años).
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Subida de impuestos en España
Existe una fuerte sensación de que Rodríguez Zapatero improvisa. No sé si improvisa, pero sí lo parece. Se fija demasiado en la aritmética del Congreso de los Diputados, está demasiado pendiente a las encuestas de opinión y no tiene lo que hay que tener para marcar líneas de actuación a largo plazo. O eso parece. Las idas y vueltas con el tema de los impuestos continúan y la mala gestión de la medida del subsidio no contributivo para parados que han agotado la prestación por desempleo acrecientan esa idea de un gobierno que improvisa, mientras tanto el baile por los presupuestos no queda claro de si el gobierno elegirá a la izquierda parlamentaria o al PNV como pareja de último momento, ante el desafuero previsible de la enfadada quinceañera de CiU.
Rodríguez Zapatero no sabe contestar
Los miércoles en la mañana traen como hecho político interesante el día de control al gobierno, al menos podría ser interesante si no realizaran, casi todos los grupos, monólogos más que preguntas, y si las respuestas de los miembros del gobierno estuvieran en consonancia con lo que se le pregunta. Esto es como aquella entrevista a Bono en La Mirada Crítica, en que el presentador preguntaba algo y Bono decía cualquier cosa menos una respuesta, al reproche por parte del periodista de «no me está contestando» Bono, con todo su estilo campechano, respondió: «Usted pregunta lo que le da la gana y yo contesto lo que me da la gana».
Lo que se dice que dijo
Cada vez estoy más seguro que se opina sin saber. Y no me refiero a que se opine desde el sentido común o la intuición (algo que todos hacemos, y que yo practico en esta bitácora de forma continua), ni siquiera hablo de un conocimiento limitado o mal manejo de información (en eso pecamos muchos) sino a la desinformación total al momento de verter una opinión, que lleva a una tergiversación total de la propia base que produce una opinión determinada (a veces parece intencionado, otras llevada por prejuicios y otras muchas por simple malinformación). El problema es que los informadores cada vez caen más en este «error», se informa de lo que no se sabe o simplemente se tiene conocimiento de oídas.
Más dinero a las promotoras
Y al final, la solución termina siendo lo mismo que originó el problema: Ladrillo. ¿Cómo se va a solventar un problema estructural en el tejido productivo español? Ni se sabe ni se quiere intentar, que las cosas sigan como estaban, parece ser la consigna y al final se socializan las pérdidas mientras se privatizan las ganancias. Si es que con estos liberales no se puede seguir… En fin, que más dinero para las constructoras (o facilidades, o liquidez, o lo que toque decir), que era lo que no se debía hacer en ningún caso.
No le interesan tus derechos
El PSOE no realiza el anunciado «giro a la izquierda», hasta mantiene su opinión sobre la directiva de retorno de inmigrantes (que de progresista tiene más bien poco), pero sí da un cierto paso en cuanto a las libertades civiles y políticas con respecto a ciertos temas y colectivos: Voto en las elecciones municipales para los inmigrantes regularizados, regulación del llamado «testamento vital» y legislación sobre los cuidados paliativos.
Cuatro años de continuismo y ambigüedad (I)
Mientras que para valorar a los partidos de la oposición para saber si se merecen o no nuestro voto debemos analizar la coherencia de su ideario conjuntamente con sus propuestas electorales más los candidatos que la defienden (la integridad de los mismos y su propia historia), para valorar al gobierno que pretende la reelección hay que mirar todos sus años de gobierno, cómo respondieron al a realidad en cada instante, qué propusieron antes de ser elegidos y cómo lo llevaron a cabo (o al menos si lo intentaron o qué excusa pusieron para no hacer lo prometido) y por supuesto, qué es lo que prometen para su futuro, qué identidad quieren mantener y qué nivel de autocrítica contiene el propio gobierno para saber si han aprendido de sus errores o nos espera más de lo mismo. Y ya que he criticado duramente al principal partido de la oposición, toca hacer lo mismo con el gobierno reformista actual, lo haré en varios artículos.