«Siete terroristas mueren en enfrentamiento con el Ejército en Ayacucho» titula El Comercio. Poco a poco vuelven las noticias sobre enfrentamientos entre las Fuerzas Armadas y grupos terroristas (digamos, cédulas de Al Qaeda, digo, de Sendero Luminoso) en ese Perú Profundo que realmente nunca ha salido de una guerra fratricida que no termina de cerrarse (por más que algunos crean que con la captura de Guzmán o con el rescate de la casa del embajador japonés y posterior asesinato de los terroristas rendidos acabó todo). El terrorismo desde la ideología se convirtió en narcoterrorismo antes de pararlo, y ya sabemos que con tanto dinero sobre la mesa, es difícil que se acabe con los que portan las armas.
En el comunicado de prensa del Ejército recogido por El Comercio se indica que «resultaron muertos siete presuntos delincuentes terroristas y se incautó armas como un fusil automático, una ametralladora y tres pistolas», se mencionan cinco armas. En otros medios concretan mucho más el tema de las armas: «En el enfrentamiento, los militares decomisaron armamento de guerra, compuesto por un fusil automático ligero tipo paracaidista, un fusil tipo ametralladora, una pistola Jericó, una pistola HK y una pistola Browning calibre 9 milímetros». Eran siete y se incautaron cinco armas. No se dice cómo se produjo el combate entre miembros contraterroristas y el pequeño pelotón enemigo, si queremos ser generosos con el ejército debiéramos pensar que o habían más armas no reseñadas o, tras caer un par de terroristas, otros cogieron sus armas para continuar el combate. Porque hay más muertos que armas de fuego, y eso siempre es preocupante.
Pero permítanme dudar de esas posibilidades. Lo siento, pero ya sabemos lo que pasó en Putis en el pasado (bien recordado por La República), ya sabemos que nuestros soldados siguen con el gatillo fácil, ya sabemos que el gobierno de Alan García no es defensor de los derechos Humanos, ya sabemos cómo se comportó Alan García en su primer gobierno y todos los abusos que hubo (y colean hoy, y son declarados prescritos, y dale que te pego justificando asesinatos).
Espero que se investigue el asunto, espero equivocarme en este apresurado juicio de valor, pero sigo viendo cinco armas y siete muertos. En estos momentos en que planteamos la necesidad de unas fuerzas armadas respetuosas con la vida de los demás (¡qué importante!), hay que dejar claro todos estos hechos, todos los enfrentamientos (no es necesario, por supuesto, dar los nombres y apellidos de los contrasubversivos ni nada de eso). Lo único que resulta positivo de la noticia es que se ha avisado a la fiscalía para que haga su trabajo. Y espero que lo haga.
A todo esto: No son senderistas, fueron «mochileros» los abatidos, cree Jaime Antezana.
Guardias civiles desarmados en Francia