«El País» deja de tener una errata en el nombre

Y se han pasado tres pueblos y medio con el nuevo lema. Descarguen, en PDF, la portada del nuevo «El País», que este domingo 21 estrenan -junto con una imagne rejuvenecida-. El eslogan es cuanto menos ridículo, «El Periódico global en Español». El País no es global, ni lo pretende realmente. Me gustaba más el otro lema, aunque falso desde la primera letra, tenía un regustillo a periodismo clásico que reconfortaba («El diario independiente de la mañana»). Vamos, que si pago por leer un periódico (sea por el periódico o por el café mañanero en el bar de la esquina donde afano el diario) quiero imaginarme una redacción a lo Daily Bugle (con un J. Jonah Jameson berreando por ahí) o Daily Planet (con el correspondiente Perry White haciendo de viejo lobo periodista que se las apaña como editor); no quiero imaginarme una partida de yuppies haciendo que sus becarias escriban artículos llenos de faltas ortográficas (como ya he visto alguna redacción, bueno, sin becarias, pero con directores yuppies). Pero lo importante es ver que por fin El País dejará de tener la errata en el nombre.

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Un año entre iguales

Jóvenes e ilusos en la presentación de la Web*.

Un programa de Radio dió el inicio a un proyecto que hoy cumple un año. Sí, uno. De Igual a Igual cumple su primer aniversario. Es poco, es mucho, lo dejo a la preferencia de cada cual. Realmente cuando se invierte tanto tiempo en un proyecto, un año es poco, no hemos hecho ni la mitad de lo que queríamos. Si se toma en cuenta lo que suelen durar las webs «sin dinero por detrás», un año es muchísimo tiempo para mantener un proyecto alternativo. Estamos contentos, y queremos seguir creciendo (poco a poco más gente va colaborando con el proyecto, y eso siempre es positivo), queremos seguir organizando cosas (dos congresos, bueno, un Simposio y unas Jornadas de Debate en la universidad no son poca cosa, pero se puede hacer más), queremos seguir invirtiendo tiempo y esfuerzo en abrir foros de debate, tanto en la calle como en la Web.

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La UE que no queríamos se nos viene encima

Todos los medios han aplaudido, de forma más o menos clara, el nuevo tratado de la Unión Europea, que pronto se firmará y que se intentará ratificar a espaldas de todos los ciudadanos de la Unión. Con este tratado se pone fin, sea dicho, a la iniciativa que pretendía llamar Constitución Europea a un Tratado de reforma de la Unión, que facilitaba la vida en algunas cuestiones (limpiaba el enrevesado sistema comunitario), pero que no era más que un tratado en la línea de «más mercado», aunque conseguía una pequeña declaratoria de derechos, no era lo principal del texto (aunque en la publicidad aparecía como lo importante). Y no avanzaba en ninguna de las dos grandes carencias de la Unión: Participación democrática y superación de los Estado-Nación. El actual tratado es una versión simplificada, descafeinada, del mencionado tratado constitucional, por tanto es una suerte de seguidismo simplón de lo existente, que en vez de solucionar los problemas planteados los agranda.

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