Bipartidismo, sistema electoral e Izquierda Unida

En estas líneas me he ocupado bastante del tema electoral, sobre todo del sistema en España (visto desde distintos ángulos, niveles e hipótesis), de forma recurrente encuentro ciertos «errores de apreciación» que apuntan al sistema de reparto D’Hondt como causante de todos los males del bipartidismo en España, cuando más que el reparto (que no ayuda a corregir el «error de partida») final es en el saque, la circunscripción electoral, donde el sistema español pierde más proporcionalidad (véase el reparto de diputados por provincia en: «¿Cada cuántos censados hay un diputado?», «Votos por diputados, o algo así» y «Sobre el reparto de escaños entre las provincias»).

Hoy Vicenç Navarro en Público nos recuerda por qué en España se eligió la provincia y qué efectos él ve en el resultado:

«La Ley Electoral actual fue inicialmente diseñada por el Consejo Nacional del Movimiento (durante la dictadura), que aceptó su disolución a condición de que la nueva Ley Electoral fuera sesgada para favorecer a las fuerzas conservadoras. Un elemento clave para ello fue escoger la provincia como unidad básica del sistema electoral, con cuatro parlamentarios por provincia como base. Más tarde, estos cuatro pasaron a dos, pero aun así la ley conservó el sesgo que favoreció a las zonas tradicionalmente conservadoras, a costa de las zonas históricamente progresistas. Así, un votante en las primeras zonas tenía, y continúa teniendo, nada menos que 3,5 veces más peso para elegir un miembro de las Cortes que una persona que vive en las segundas zonas. Y el propósito de ello lo dijo muy claro José María de Areilza, ministro de Asuntos Exteriores del primer Gobierno de la monarquía, cuando señaló que la comisión encargada de redactar las bases de la Ley Electoral «tenía un gran temor a que los trabajadores se desmandaran y dominaran la representatividad de las Cámaras. El sufragio igualitario les preocupaba y querían poner limitaciones a la igualdad numérica con trucos de toda especie». Añadía José María de Areilza que «todo estaba preparado para que la derecha no perdiera poder».
El gran temor de las derechas, como han reconocido también Herrero de Miñón, uno de los arquitectos del sistema electoral, y Calvo Sotelo, el expresidente del Gobierno, era que la clase trabajadora, supuestamente liderada por el Partido Comunista, tuviera una elevada representación en el nuevo Parlamento. Tales sesgos no fueron corregidos en la ley de 1987, y ello como consecuencia de que el aparato del PSOE se beneficiaba del bipartidismo de la Ley Electoral, que le favoreció como aparato, permitiéndole más escaños aún cuando el bipartidismo resultante debilitara a todas las izquierdas, obstaculizando con ello el desarrollo de su propio programa electoral.
(…)
En realidad, en la mayoría de las elecciones durante el periodo democrático (1982, 1986, 1989, 1993, 1996 y 2004), los votos a los partidos de izquierdas han sido muchos más (de 2.677.061 en 1982 a 1.486.896 en 2008) que los votos a los partidos de derechas. Sin embargo, las izquierdas no han conseguido mayorías parlamentarias, excepto en periodos limitados (1982-1992). Y el partido gobernante, PSOE, se ha aliado más con las derechas que con las izquierdas. El sistema electoral español es de los menos proporcionales existentes en los países democráticos y, como consecuencia, existe un desfase muy marcado entre el voto popular y la distribución de escaños en España. De ahí su limitada representatividad. Una consecuencia de ello es que el Estado del bienestar español sea el menos financiado de la UE-15.»

Vaya por delante que decir que el sistema español es de los «menos proporcionales existentes en los países democráticos» es bastante (demasiado) exagerado, teniendo en cuenta que sistemas como el estadounidense o el británico son mayoritarios, y otros como el portugués, italiano o griego favorecen, y mucho, al partido que gana las elecciones (otorgándole, por ejemplo, una mayoría absoluta que no se ha ganado, o dándole escaños extras por el simple hecho de ganar las elecciones). Eso por mencionar solo ejemplos cercanos a España y sin fijarnos en Latinoamérica o los partidos de tradición anglosajona en general.

Lo primero que llama la atención del texto es esa mayoría de las izquierdas que menciona Navarro y que no se ve reflejado en los resultados electorales, y acá nos enfrentamos con el primero de los problemas, que es saber exactamente qué está sumando para comparar derecha/izquierda en cada periodo electoral. En todas las elecciones en que la izquierda ha gobernado, contando esta última, ha existido una mayoría de izquierdas en el Congreso de los Diputados (incluso el ajustado triunfo en el 2008, las izquierdas suman 178 escaños, contando como izquierda tanto a UPyD -que se autodefine en el centro izquierda- como a Nafarroa Bai -aunque en su seno haya partidos que no lo son, las políticas que ha apoyado o propuesto en el Congreso están a la izquierda del PSOE en términos generales-), aunque sean mayorías de difícil acuerdo o imposible con algunos de los partidos (digamos que HB no era el mejor partido con el cuál pactar, por ejemplo).

Tabla 1: Elecciones y representación
Gob (M) Elecciones Tendencia # %V %D Dif. #P
UCD (MS) 1977 Izquierda 145 47,75% 41,43% -6,33% 5
Derecha 205 52,25% 58,57% 6,33% 7
1979 Izquierda 154 48,51% 44,00% -4,51% 6
Derecha 196 51,49% 56,00% 4,51% 7
PSOE (MA) 1982 Izquierda 210 56,64% 60,00% 3,36% 5
Derecha 140 43,36% 40,00% -3,36% 5
1986 Izquierda 198 53,86% 56,57% 2,71% 4
Derecha 152 46,14% 43,43% -2,71% 8
PSOE (MS) 1989 Izquierda 200 54,57% 57,14% 2,57% 5
Derecha 150 45,43% 42,86% -2,57% 8
1993 Izquierda 181 54,10% 51,71% -2,38% 5
Derecha 169 45,90% 48,29% 2,38% 6
PP (MS) 1996 Izquierda 168 52,58% 48,00% -4,58% 6
Derecha 182 47,42% 52,00% 4,58% 5
PP (MA) 2000 Izquierda 140 45,19% 40,00% -5,19% 7
Derecha 210 54,81% 60,00% 5,19% 5
PSOE (MS) 2004 Izquierda 182 54,36% 52,00% -2,36% 7
Derecha 168 45,64% 48,00% 2,36% 4
2008 Izquierda 178 53,24% 50,86% -2,39% 6
Derecha 172 46,76% 49,14% 2,39% 4
Promedio Izquierda 175,6 52,08% 50,17% -1,91% 5,6
Derecha 174,4 47,92% 49,83% 1,91% 5,9
Abreviaturas: Gob: Gobierno | (M): Mayoría | (MA): Mayoría Absoluta | (MS): Mayoría Simple | #: Diputados | %V: Porcentaje de votos en relación de los votos a partidos con representación en la cámara | % %D: Porcentaje de diputados en relación al total electo | Dif.: Diferencia entre el %D y el %V | #P: Número de partidos (se consideran al momento de las elecciones, las coaliciones, aunque funcionen como más de un partido en la cámara, se cuentan como una sola formación).
Fuente: Cuadro de elaboración propia, datos electorales del MIR.

Sí es cierto que cuando la derecha ha gobernado la diferencia entre votos obtenidos y escaños a su favor (esto es, estar sobrerrepresentada) es mayor que cuando la izquierda ha gobernado, así el primer gobierno de UCD (antes de la Constitución) la diferencia es mayor a seis puntos, y fue un gobierno con mayoría simple, y mientras que en el gobierno con la máxima mayoría absoluta conseguida por un partido (los 202 escaños del PSOE de 1982) la sobrerrepresentación fue de 3,36 puntos. En el 96 se da el único caso donde la mayoría de los diputados eran de «izquierda» pero los partidos que podían formar gobierno (sumaban la mayoría absoluta de la cámara) eran de «derecha», así esos 4,58 puntos de sobrerrepresentación de la derecha le permitía acaparar el 52% del hemiciclo cuando solo representaba al 47,42% de los votos con representación en el mismo.

En la Tabla 1 también podemos observar cómo la izquierda, en el promedio de todas esas citas electorales, ha tenido mayor porcentaje de votos (52,08%) pero se ha encontrado subrepresentada en el promedio global (casi dos puntos menos). En el Gráfico 1 pueden ver la cantidad de partidos contados por tendencia y el total.

Partidos

¿A qué se deben estos resultados? No es tanto que el sistema «premie» a los partidos conservadores (el PSOE también se ha beneficiado del mismo), sino que premia a los partidos fuertes en su circunscripción, y se da que en la izquierda existe una mayor dispersión del voto que en la derecha. También se ve cómo la diferencia entre el derecha e izquierda depende en gran medida de los subrepresentadas que están algunas formaciones (como IU y UPyD), aunque esta subrepresentación se ve «compensada» en parte por una sobrerrepresentación del PSOE. Son tanto el PP como el PSOE quienes se benefician más del sistema, quienes no solo están sobrerrepresentados en la cámara, sino que, además, esta situación los hace electoralmente más atractivos para los votantes que buscan que la otra opción no triunfe, esto es, quedan presentados en sociedad como la «única alternativa útil al otro», así algunas formaciones deben luchar contra el «voto útil» para no perder electores.

En las circunscripciones pequeñas (salvo Álava y alguna más) el tercer partido no existe, ese tercer partido en no pocos casos es Izquierda Unida (siendo el primero y el segundo, según corresponda, el PP y el PSOE) o alguna izquierda regional (normalmente las derechas regionales tienen mejores resultados que sus pares, al igual que las izquierdas regionales suelen perder contra el PSOE, mientras que el PP tiende a perder contra las derechas regionales), con lo que hay una tendencia, la izquierda, que queda un poco castigada por la dispersión de su voto.

En gran medida la derecha nacional entendió la fortaleza de la unión, y así las tres o cuatro formaciones de derecha nacional se terminaron fusionando en una sola formación, las otras derechas del hemiciclo son formaciones con fuerte presencia regional pero no estatal, al contrario que la izquierda, donde encontramos al menos tres partidos de ámbito estatal luchando por el electorado de izquierdas (y compitiendo, a su vez, con las izquierdas locales). Este proceso de colaboración en la derecha lo encontramos también a nivel local, esto es, en Cataluña las dos fuerzas nacionalistas de derecha se presentan en coalición y no compiten entre sí, electoralmente son una sola formación. La derecha presenta en Cataluña dos formaciones, una estatal y otra autonómica, mientras tanto se presentan cuatro izquierdas (una aun insignificante, aunque tenga presencia en otra circunscripción), de las cuales tres son estatales, una de las cuales va en alianza con una autonómica, alianza que pende de un hilo realmente delgado (y es posible que en los próximos comicios presenten cinco formaciones).

Así en el 79 habían tres partidos de ámbito estatal de la derecha en el Congreso de los Diputados (agrupaban un 43% de los votos válidos) y hoy en día solo hay uno (con el 39,94% de los votos válidos y el 44% de curules -43,71% si descontamos al diputado que fue al grupo mixto tras la ruptura del pacto PP-UPN-, y previsiblemente con mayoría absoluta a final de este año), en el 79 el PCE tuvo el 10% de votos y el PSOE el 30,4%, ahora hay tres fuerzas nacionales de izquierda (IU, UPyD y PSOE) que suman, entre ellas, 48,83% votos válidos, pero solo el PSOE tiene fuerza real, está sobrerrepresentado en cinco puntos mientras que IU y UPyD están fuertemente subrepresentados, entre los dos tienen el 4,9% de los votos y solo el 0,86% de los escaños (sin descontar que uno de los dos escaños de IU corresponde a una fuerza regional).

Se suele decir que el debacle de Izquierda Unida es puramente interno (y en gran medida ese aspecto es muy importante) y se pone como ejemplo las elecciones del 96, donde la formación consiguió 21 escaños. Es un mal ejemplo ese año, como se ve en la Tabla 1, es en la única elección que la tendencia dominante en votos no lo fue en escaños, Izquierda Unida, en concreto, tuvo un 10% de votos y solo un 6% de escaños, esto es, estaba subrepresentada en la cámara, mientras el PSOE, aun habiendo perdido las elecciones en total, estaba sobrerrepresentado (37,63% de votos, 40,29% de escaños), la suma entre las dos formaciones significa una subrepresentación de un punto entero de la izquierda estatal (la regional también se encontraba subrepresentada, contaba con el 2,73% de los votos válidos y solo el 1,71% de los escaños, repartido en 4 formaciones, ni más ni menos).

El sistema, por tanto, influye en la cultura del voto indicando que votar por partidos no mayoritarios (en la provincia que corresponda) es estar subrepresentado, y en el caso de formaciones a nivel estatal, puede significar enteramente un «voto perdido» (IU solo consiguió representación en dos circunscripciones, aunque superó la barrera electoral -3%- en 21, incluso en las 2 provincias en que más porcentaje de votos tuvo no sacó escaño). Es un sistema que tiende al bipartidismo. En el Gráfico 2 podemos ver tanto el porcentaje de votos obtenidos por las dos principales formaciones en cada elección como la cantidad de escaños ocupados en el Congreso de los diputados:

Votos y diputados

Podemos observar en el mismo que mientras que fueron 4 los diputados que por lo menos se elegían por circunscripción la diferencia entre votos y escaños era mayor (llegó a superar los 17 puntos), y que a partir de 1989 no ha dejado de aumentar los votos recibidos por las dos formaciones principales (en el 89, además, el PP ya se presenta con esas siglas, si bien CDS aun andaba por ahí reclamando un sitio que no llegó a tener) y no ha rebajado demasiado la diferencia entre los votos recibidos y los escaños obtenidos. En el 89 la diferencia era de 15,18 puntos, los dos partidos más votados consiguieron el respaldo del 65,39% de los votos válidos, mientras que en el 2008 ya los dos partidos tuvieron el respaldo del 83,81% de los votos válidos y cubren el 92,29% del hemiciclo (8,48 puntos). Los dos partidos mayoritarios nunca han bajado del 80% de la ocupación de la cámara, aunque sí han sumado, en algunas ocasiones, menos del 70% de los votos válidos (no digamos ya de los votos con respecto al censo). Los dos partidos mayoritarios juegan a ser «la única alternativa» de su «tendencia».

El PCE y la ley electoral
Navarro recuerda bien el origen de la ley, el temor de los conservadores de perder el poder, y se pregunta cómo el PCE pudo aceptar dicha legislación. En realidad desde un primer momento se vio que era una normativa que favorecía el «bipartidismo en la provincia», más aun, se dibujó con un gran peso para las provincias (cuatro como mínimo) lo que podía favorecer aun más a las fuerzas conservadoras del interior de la península, el PCE aceptó esa legislación básicamente por dos motivos: Realmente quería la legalidad (y luchó duramente para conseguirla, hizo importantes cesiones, entre ellas la propia monarquía parlamentaria y respetar la rojigualda como bandera) y sobrevaloró su «apoyo popular».

El PCE fue la principal fuerza antifranquista en España, el PSOE durante años prácticamente no existía, en los setenta los comunistas militantes eran legión, tanto en el terreno político como en el sindical. El PCE aceptó esa ley porque esperaban ser la segunda fuerza electoral en España, esperaban ocupar el sitio que tuvo (y tiene) el PSOE en el sistema. El PCE realmente pensó que sería el partido de izquierdas más votado en el 77, pero tuvieron un más que discreto 9,33% de los votos válidos, 19 curules ocuparon (el 5,43% de la cámara), cierto, fueron el tercer partido más votado (por encima de AP por un punto), pero muy lejos de lo deseado. El PSOE, en cambio, rozó el 30% de los votos (más del 33% de los curules). El PCE quería aprovecharse del sistema y terminó perjudicado por el mismo. UCD consiguió una victoria muy justa en muchas provincias, eso le valió estar muy sobrerrepresentado gracias al fuerte peso de las provincias del interior (34,44% de votos válidos con los que consiguió el 47,43% de los curules en juego). Así el PCE calculó mal y aceptó una legislación que a la postre le han condenado a ser una fuerza residual que no tiene ni grupo propio ni consigue saltar la barrera electoral en todas las provincias (y eso que se presenta en una coalición más amplia).

En esas primeras elecciones el PCE no fue el único partido que pensó que sacaría más de lo que finalmente obtuvo, ahí tienen a AP, que pensaban que, como herederos más ortodoxos del franquismo, más principistas y demás, iban a arrasar, y no fue así, quedaron cuartos y subrepresentados en la cámara, en esas primeras elecciones, y en las del 79, en realidad se votó con «cautela», los votos fueron a los partidos más al centro, la gente de izquierdas votó al centro izquierda y las de derechas al centro derecha, el PCE quedó desplazado por un PSOE más proclive a votar con las derechas que a pactar con las izquierdas (incluso con mayoría absoluta ha realizado políticas antisociales y liberales), un PSOE que no dudó en aprovecharse de la ley electoral (y por ello no la toca) para mantener o el poder o su segundo puesto, esto es, para ser uno de los dos grandes partidos.

AP, en cambio, aprovechó el traspié de UCD para crear una gran coalición para la derecha española, hoy PP.

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