El nuevo Parlamento Europeo

Es interesante cómo existe una queja constante sobre la forma en que las europeas se leen e interpretan solo en signo nacional, a la par que lo ocurrido en el resto de países, más allá de la anécdota de cuatro lugares, no aparece correctamente reflejado en ninguna parte (y yo también meto la pata en esto, al punto que hago extrapolaciones y todo). Uno de los problemas para construir un verdadero parlamento es el desconocimiento sobre los jugadores, sobre los partidos y las coaliciones europeas. ¿Sabemos lo suficiente de lo que ocurre en Alemania o Francia? Tal vez, ¿pero y en Croacia, Portugal, Polonia o Rumanía? ¿Y en el resto de los estados? Al igual que repasé los partidos que se presentaban en España, quiero echar un vistazo a los que han sacado escaño al Parlamento Europeo en el resto de circunscripciones. Pueden evitar leerme y seguir directamente el enlace del empotrado de arriba, que les lleva a la página de Resultados del PE. Por orden alfabético (en castellano; bastantes resultados son estimaciones o provisionales):

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¿Quiénes son los euroescépticos?

Hace ya unos días que publiqué la nota sobre las coaliciones y los partidos que se presentan al Parlamento Europeo, mientras redactaba esa entrada pensaba en qué significaba ser «euroescéptico», sobre todo me lo planteaba cuando leía algunos programas y las referencias que encontraba con respecto a algunos partidos (calificados como tales); no tanto cuando encontraba cuando me encontré con esa «excusatio non petita» de una coalición, sino por otros partidos que incluso pedían la salida de la Unión Europea pero a la par reclamaban construir otra Europa. Así que le daba vueltas a qué rayos es eso de euroescepticismo. ¿Es ser contrario a la actual UE o es negar la posibilidad de una Unión Europea -bajo cualquier nombre y forma que supere los estado nación-? En la Wikipedia, por ejemplo, se recogen dos formas distintas de euroescepticismo, una «moderada» o «suave» que es estar en contra de algunas formas que actualmente tiene la UE (donde se enclavarían algunas derechas y muchas izquierdas) y otra «fuerte», que es la que niega la UE como tal (y que, normalmente, es a lo que nos referimos); me parece una clasificación insuficiente o equívoca, al menos.

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El tratado de Lisboa y el «Sí» irlandés

Irlanda dijo «no» al tratado de Lisboa, Irlanda ahora ha dicho que «sí» al Tratado de Lisboa. ¿Qué ha cambiado en este tiempo entre una y otra votación para que la opinión pública varíe? Por un lado, se apresuran a señalar, la crisis económica ha golpeado fuerte al milagro liberal, y ven en las instituciones europeas un colchón que sueñan no perder nunca (y les han vendido la necesidad de ratificación como un requisito para la continuidad de la Irlanda de la UE) y por otro, una serie de «garantías» que permiten que Irlanda siga siendo un paraíso socialmente conservador,con lo que muchas posturas por el «no» o han cambiado o se han relajado al punto de no hacer campaña en favor de su postura, habiendo conseguido ya lo que pretendían (como en el tema del aborto).

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Tres en uno

Detesto el doble discurso, y cada vez le cojo más alergia, si es que se puede, al que encima va acompañado de populismo y demagogia a partes iguales. Ayer el Congreso convalidó el decreto de los 420 euros para los parados que han agotado la prestación de desempleo, ayer también el Congreso dio luz verde a que se siga tramitando una reforma que endurece más la Ley de Extranjería, ayer los responsables del PSOE se colgaban la medalla de ayudar a los grupos marginados, mientras dificultaban el acceso a servicios más básicos a uno de los grupos sociales más marginados, maltratados y explotados: Los inmigrantes ilegales.

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