Los medios de comunicación están en campaña. Bueno, siempre lo están, pero este año me da la sensación de que es más descarado que otros. No podemos obviar que los medios de comunicación no son neutrales, tienen una línea editorial que responde a un marco ideológico concreto. Algunas veces, en pro de la pluralidad, dan espacio a voces discrepantes o son críticos también con «su bando». A veces, y pareciera que cada vez menos, también son capaces de distinguir lo que es un hecho, lo que es la interpretación y el análisis del hecho, lo que es una opinión pura, de lo que simplemente es propaganda o, en el peor de los casos, mentira y manipulación. Y todo lleno de condicionales para que algo que ni ha ocurrido ni se ha «anunciado» que se quiere que ocurra parezca una realidad palpable, un hecho causal necesario. No es así.
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No hay por dónde coger el voto
Normalmente voto al «menos malo» que tenga alguna, aunque sea muy lejana, posibilidad de sacar algo positivo. Esto significa dos cosas: normalmente mi voto no vale para nada (bueno, para engrosar el «otros» sin representación) y me termino sintiendo mosqueado con lo que yo mismo he hecho (desde el propio gesto de votar hasta el haberme «vendido» por ese «menos malo»). ¿Qué pasa cuando no hay una opción «menos mala» más allá del matiz? Que no hay por dónde coger la papeleta. Para no olvidarlo, en Perú nos siguen recordando que votar no es un derecho, es una obligación. Con multa, si no cumples, claro.
Keiko no debe ganar
A veces se nos acusa, a quienes plantamos una respuesta frontal al fujimorismo, que olvidamos los «triunfos» logrados por Alberto Fujimori durante los noventa; también nos señalan indicando que sólo nos fijamos en el pasado, sin reconocer que Keiko Fujimori es una «demócrata» que rescata, en el fondo, lo mejor del fujimorismo. En otras palabras, que nos oponemos a Fujimori por ser hija de, y no tanto por sus ideas. Que le sacamos en cara lo que hizo su (condenado) padre y no lo que es ella o su formación en la actualidad. [Sigue leyendo en De Igual a Igual].
Breve sobre el «talante» del fujimorismo con su mayoría absoluta
«Esta vez, el país ha hablado en las urnas: no está pidiendo que haya ese consenso de minorías», suelta Becerril, virtual congresista reelecto por Fuerza Popular. Para él la cosa está clara: el pueblo peruano les ha dado una mayoría absoluta para que apliquen todo su programa y no es necesario el consenso con las minorías. Becerril ve el resultado posible en que el fujimorismo tendrá más del 55% del Congreso), obviando un dato importante: del voto emitido son el 24,4% y del voto válido el 35,95%. Esto es, los peruanos no les hemos dado una mayoría absoluta en las urnas, eso se lo otorga el sistema electoral. No podemos decir que el 100% de los tumbesinos sean fujimorista, aunque la formación naranja se haya llevado un resultado aplastante en esa circunscripción, el tener a los dos congresistas se anula el voto de todos los demás. Tampoco podemos decir que los cajamarquinos prefieren el fujimorismo (donde se llevará 4 de 6) cuando el partido más votado fue Democracia Directa (que, por la valla nacional, no puede dar los 4 que le corresponderían a esta formación).
Humala: Una elección por el «mal menor»
¿En diez años nos vamos a arrepentir? Puede, pero no queda otra
Hugo Neira plantea que si elegimos a Ollanta Humala en 10 años nos vamos a «arrepentir», como pasó con la elección de Fujimori frente a Vargas Llosa en 1990. Fujimori salió rana, como también pasó con Alan García (tanto su primer gobierno como este segundo) y antes con Alejandro Toledo. No es que hayamos tenido mucho tino en los últimos cientos de años con nuestros gobernantes, sean «electos» o «autoproclamados». Ollanta Humala no es mi opción preferida, es, posiblemente, uno de los últimos candidatos por los que hubiese votado, pero como todo lo relativo, si el penúltimo (tampoco lo es) se enfrenta con la última, la decisión favorece al «menos malo», sin eliminar la idea de que es «malo».
Tienen un plan… Hagamos que fracase
Hace casi 4 años salió publicado en el conservador diario chileno «El Mercurio» un reportaje sobre las intenciones de Alberto Fujimori de presentar a su hija, Keiko Fujirori, a la presidencia del Perú si él no pudiera presentarse (los cables de Wikileaks confirman el plan global de la vuelta del fujimorismo), hace cuatro años afirmé, al final de un artículo, lo siguiente:
«Por suerte, no creo que los peruanos seamos tan idiotas como para aupar otra vez al fujimorismo a la casa de Pizarro, no creo que el APRA lo haga tan pero tan mal que vuelva a permitir que un Fujimori ocupe palacio, y no creo que la izquierda sea tan inocente de confiar otra vez en un Fujimori como el mal menor (bastante torpes hemos sido en las últimas elecciones -y bueno, las de los últimos 25 años más o menos-). Pero, por si las moscas, hay que estar atentos a las maquinarias publicitarias de un ex mandatario que siempre ha tenido buenos asesores en eso de manipular.»
Para pitonisa no valgo, eso lo tengo más que comprobado. Hoy veo las encuestas, de una arrolladora victoria de Ollanta Humala hemos pasado, primero, a una victoria holgada de la ex primera dama y, ahora, de un final de fotografía que favorece a la hija del criminal Fujimori.