El gobierno tapa sus vergüenzas en uno de los peores debates del Estado de la Nación de los últimos años. Es normal, es difícil defender una cosa, la contraria, el guiño a la derecha y a la izquierda a la vez, es difícil decir que se gobierna para los más necesitados mientras se les exige pagar favores para alegrar a quienes causaron, básicamente, la crisis, es difícil decir que se es de izquierda cuando se gobierna solo con la derecha, es difícil aceptar que los principales programas sociales (mal hechos desde el inicio) se cortaron por un tema meramente económico, como es difícil mantener las misiones de Libia y Afganistán con un discurso que permitió sacarlas de Iraq, es difícil explicar por qué se está al lado del gobierno marroquí y no del pueblo saharaui… Eso ni lo tocó, al menos no en las intervenciones que vi. En todo caso, Rodríguez Zapatero nos ha descubierto un nuevo principio: «Principio de realidad», que es de «sentido común».
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¿Pacto? ¿Con qué propuestas?
Ayer fue un gran día para las redacciones, el «debate» (llamémoslo así) en el Congreso de los Diputados «enfrentó» al líder del principal partido de la oposición (no es «el líder de la oposición») y a quien ostenta el cargo de Presidente del Gobierno español, se supone que veríamos, por un lado, a un gobierno a la defensiva vendiéndonos la moto de los cambios o proyectos que ha puesto en marcha o piensa poner, mientras que el principal partido de la oposición, primero en la intención de voto actual, sacaría todas sus armas dialécticas para, por un lado, desmontar las tesis del gobierno, y por otro, proponer «sus» soluciones.
La necesidad de salir a la calle
¿Salimos o no salimos a la calle? ¿Cualquier consigna vale para llenar la calle? Para De Igual a Igual: «La necesidad de recuperar la calle. Pero no a cualquier precio, no con esas consignas…». Sobre la manifestación de ayer y las consignas que sacaron a las dos centrales sindicales principales a la calle.
Cabezas de turco para limpiar consciencias inversionistas
Cero de autocrítica. El otro día en clase (de Políticas Públicas Socio-Laborales) se comenzó un breve debate sobre el tema de los altos sueldos de directivos, sobre todo de las entidades financieras, también de las intervenidas, a raíz de un artículo de no recuerdo quién publicado en El País que abogaba porque la «mano visible» del Estado guiara por el camino «correcto» a la «mano invisible» del mercado y evitar crisis como la actual. Ante todo, estoy de acuerdo con la crítica a esos salarios, a esa desigualdad salarial que no deja de crecer (en España es sangrante, los altos directivos son de los mejor pagados de la UE -entre los primeros puestos, no el primero-, mientras que los trabajadores estamos por debajo de la media, además, se ha incrementado los salarios de los altos directivos mientras el poder adquisitivo de los trabajadores ha bajado en la última década), y que la estructura salarial (de primas) favorece la especulación y la toma de decisiones arriesgadas que nos han llevado a la actual crisis (una de las tantas concausas).
El debate de la crisis (II de II)
[Para leer la primera parte, dé click acá: «El debate de la crisis (I de II)»]
¿Y la izquierda no-capitalista?
Aceptemos entonces que los socialdemócratas, desde hace demasiado, son una «izquierda capitalista» (y lo de «izquierda» lo mantengo más por respeto a su propia historia que por otra cosa, salvando además a los socialdemócratas que no se han sumado a la «tercera vía»), entraron en el mismo debate que las derechas capitalistas y lo que han hecho es sumar esfuerzos con los keynesianos, consiguiendo pequeños triunfos en los foros internacionales donde los poderosos deciden cómo resolver los problemas de los más poderosos, siempre con grandes cesiones a la contraparte (así pues, el Estado interviene de forma clara, pero sin controlar a los agentes privados intervenidos, lo vemos en los bancos y en casi todos los sectores «ayudados»; el Estado, eso sí, se reserva la potestad de más programas sociales pero con partidas presupuestarias brutalmente más pequeñas que las orientadas a los grandes agentes económicos empresariales, etc.), con ello, el mensaje «distinto» de la socialdemocracia se diluye en favor de quienes son vistos como mejores gestores de los dineros, aunque sean concausantes de la crisis económica actual.
El debate de la crisis (I de II)
Algunos de los problemas (entre otros muchísimos) de las izquierdas durante esta crisis es, por un lado, que la misma era «del sistema» y no una de las tantas cíclicas que hay, y por otro, no presentar una alternativa real al capitalismo, sino centrar las críticas en unas políticas concretas del capitalismo ofreciendo «más capitalismo» como respuesta a la crisis económica (cíclicas en el capitalismo, no lo olvidemos). ¿El resultado? Las izquierdas no avanzan, más bien retroceden, sobre todo las izquierdas socialdemócratas, que son las que más «cometen» los dos problemas antedichos.
California en quiebra: ¿Legalizar la Marihuana como solución?
Si California fuera un Estado Independiente (y no uno de los cincuenta federados en esa potencia llamada Estados Unidos) tendría «derecho» a estar en el G-8, es la octava, justo, economía del mundo. Como lo oyen. También es un Estado que, si pudieran quebrar legalmente, estaría en la banca rota más miserable (paradojas de la economía). El primero de julio se declaró la «emergencia fiscal» tras el rechazo del presupuesto en el senado californiano. Arnold Schwarzenegger, el gobernador republicano, contempla sin saber bien qué hacer cómo el fisco ya no recauda casi nada, el endeble sistema fiscal pasa factura en el estado de los millonarios.
El libro de Aznar
No suelo hablar de libros que no he leído (más allá de algún chascarrillo sobre las partes que, por suerte o desgracia, sí he procesado), y sé que hay muchos libros que jamás tocaré, pero me atrevo a recomendar el «Crónicas Marcianas» de Manuel Rico, análisis del ¿ensayo? de José María Aznar que inunda las librerías titulado «España puede salir de la crisis» (si salir, lo que se dice salir, saldrá, la cosa es cómo, cuándo y a qué coste). Reveladores los datos que da en contraste con los de Aznar, que dejan en mal lugar al ex presidente (que a demagógico y exagerado no le gana nadie).
AlB: Trabajo para los hijos
Cacareando que es gerundio
Un político dice X, todos los seguidores del político comienzan a cacarear X, de repente X es la única respuesta, la solución, es el 42 del Mundo Real®, el Non Terrae Plus Ultra de las explicaciones, que a la vez es respuesta y ataque al adversario político. Ninguno de ellos, de los cacareadores, se pregunta si es verdad que X sea la cuestión, porque la duda ofende, vamos hombre, que esto es la tierra del puro seguidismo. En esta crisis las equis están saliendo como setas, por todos lados, han invadido el debate inexistente, simplemente se repiten consignas y palabros variopintos, y si puede ser, con un insulto que no viene a cuento.
¿»Nuevo orden mundial»?
Francamente estoy sorprendido. Realmente sorprendido. No ya por las conclusiones y medidas adoptadas en la Cumbre del G-20 (o G 2X, porque no son 20), muchas de las cuales suenan tan descaradas (Estados que controlan paraísos o semiparaísos fiscales hablando de la necesidad de eliminarlos cuando están en su propia casa), otras tan absurdas, y muchas como más de lo mismo y pura retórica (esos 20 pidiendo más globalización mientras 17 de ellos tomaban medidas proteccionistas, esas mismas que cuestan bloqueos y sanciones a otros países)… Vuelvo a lo que quería decir, que me pierdo entre paréntesis, como decía, estoy sorprendido ante la desfachatez de oírles decir que tras esta cumbre se inicia un «nuevo orden mundial».
«En defensa del empleo y la economía popular»
La Confederación General de Trabajadores del Perú (CGTP) presentó, el día de ayer, el documento «En defensa del empleo y la economía popular» (por algún motivo, no puedo descargar el informe desde la página de la CGTP, así que recomiendo descargarlo desde acá: PDF; subido por Carlos Mejía de Bajada a Bases). El documento es muy, pero muy «dulce», tanto por las medidas propuestas como por el análisis realizado, no parece propio de un sindicato de clase que mantiene una línea, se supone, marxista y mariatiguista. Pero, para resaltar un punto positivo, es un documento que casi en su totalidad podría ser cumplido bajo la actual constitución y legislación, además de por el gobierno de Alan García.
Dinero público, bonos a ineptos y Obama
Tras escucharle hablar solo mantuve un pensamiento en la cabeza: Demagogo. Me refiero a la supuesta indignación de Obama, presidente de Estados Unidos, tras el reparto de bonos dentro de una empresa de las beneficiarias del dinero público para que no se hundiera en la miseria y con ella a todo el sistema financiero. La aseguradora American International Group (AIG) ha sido «rescatada» con dinero público unas cuatro veces, en total, unos 180 mil millones de dólares, y ya la Casa Blanca tiene un 80% de la entidad. Pues bien, con tanto dinero recién entrado (y con pérdida mil millonarias), los directivos que tan mal lo han hecho se han embolsado, en bonificaciones, 165 millones de dólares.
Rodríguez Zapatero no sabe contestar
Los miércoles en la mañana traen como hecho político interesante el día de control al gobierno, al menos podría ser interesante si no realizaran, casi todos los grupos, monólogos más que preguntas, y si las respuestas de los miembros del gobierno estuvieran en consonancia con lo que se le pregunta. Esto es como aquella entrevista a Bono en La Mirada Crítica, en que el presentador preguntaba algo y Bono decía cualquier cosa menos una respuesta, al reproche por parte del periodista de «no me está contestando» Bono, con todo su estilo campechano, respondió: «Usted pregunta lo que le da la gana y yo contesto lo que me da la gana».
La honestidad debiera ser indispensable
Los políticos deben ser buenos gestores, y además ser lo más transparentes y honestos posibles, hay ciertas «pequeñas infracciones» que en un ciudadano corriente pueden resultar excusables o comprensibles, pero cuando hablamos de un gestor de lo público debieran ser imperdonables. Al parecer toda la «obamanía» y la crisis económica llevarán al Senado a aceptar como Secretario del Tesoro a Timothy Geithner Franz, conocido como un genio económico que ha trabajado para el Fondo Monetario Internacional (FMI) y es el presidente de la Reserva Federal de Nueva York, entre otras ocupaciones de similar nivel, todo un «genio economista», como no han dudado en calificarle. Un salvador en tiempos de crisis.