Estos días se está hablando mucho de la Ley de la Memoria Histórica, y desde el Partido Popular y la jerarquía de la Iglesia Católica en España se critica la misma por «abrir viejas heridas ya cerradas» (no señores, no se cerraron, al menos no se curaron) y estar «sesgada en favor a un bando de la guerra» (bueno, es que el otro impuso una dictadura de 40 años durante los que ensalzó a sus caídos, ahora toca desenterrar fozas comunes para que los otros entierren a sus muertos). A la par de tanta crítica, la Conferencia Episcopal española ha comenzado una investigación para beatificar a 498 religiosos muertos durante la guerra civil. Todos cayeron a manos de los republicanos, ninguno del bando franquista, cuando al menos 16 curas y religiosos vascos cayeron sin renunciar a su fe a manos del bando falangista.
No son pocos los sacerdotes que han sido beatificados o canonizados tras sus asesinatos a manos del bando perdedor de la guerra civil, mientras que son nulos los casos contrarios, y no porque no los haya, sino porque la jerarquía católica en España apoyó (y tal vez apoya) el fascismo, y colmó de honores a un Francisco Franco, Caudillo por la gracia de Dios. Resultan interesantes los artículos que hoy (14/10/07) aparecen en el nuevo diario Público en las páginas 2 a 4 (pueden ver dos de los artículos en la web, «Un cura sin lápida ni flores» y «Los mártires de la desmemoria»).
Por supuesto, los sacerdotes vascos no fueron los únicos represaliados, en toda España los que no se sometían al régimen (o a la Jerarquía Católica, que tanto da que da lo mismo) caían bajos injustas condenas y legítimas defensas que ni eran legítimas ni respondían a una defensa. Los artículos de Público nos recuerdan a otros fusilados por diversas causas, comparten su religiosidad, el olvido de la jerarquía católica y el desprecio de un régimen nacionalcatolicista, como son Jeroni Alomar (acusado de ser un espía por intentar interceder por su hermano, militante de Esquerra Republicana), Matías Usero (sacerdote secularizado, miembro del PSOE y dirigente comarcal republicano) y Andrés Ares (¿su delito? Negarse a dar el dinero de las fiestas del pueblo a La Falange, fue acusado de dar dicho dinero al bando republicano). ¿Por qué ninguno de ellos es recordado por la Iglesia Oficial?
Mientras tanto tenemos que escuchar a personajes como Jorge López Teulón declarar, a revistas de extrema derecha, lo malo que es el gobierno del PSOE por promover una ley de la Memoria Histórica y hablar de lo malo malosos que fueron los republicanos y comunistas y todo el daño que le hicieron a las posesiones (ojo, a los bienes) de la Iglesia, dinero, según ellos, jamás repuesto (se olvidan que el Estado lleva pagando a la Iglesia por su propia existencia bastante tiempo, desde las desamortizaciones). Jorge López acusa al PSOE de «revisar» la historia, de «reinventarla» cuando fue única, suena, realmente, a santificar la versión fascista de la historia de España, esa que se enseñaba a los niños lo salvador que fue El Movimiento Nacional a la patria española, a la Iglesia y a todos los fieles dignos de no ser castigados (sigo con el libro de texto para cuarto y quinto de los años cincuenta en la retina, no me olvido de la ilustración que acompañaba el pequeño recuerdo a la II República, una iglesia en llamas junto con un texto que se podría resumir en «por la gracia de Dios Franco nos salvó de los rojos, la República mala, el franquismo bueno«).
En fin, la Iglesia, la Jerarquía de la Iglesia, tiene todo el derecho del mundo de beatificar a quien le dé la gana, y me consta que muchos de esos sacerdotes fueron injustamente asesinados (es que hay otros que se parecían más al genocida argentino que otra cosa, y esto lo digo sin justificar su muerte, pero sí negando razón a su beatificación), pero no puede, no moralmente (porque poder puede) acusar al gobierno de reabrir heridas a la par de propulsar una Ley de la Memoria sesgada (y eso que «iguala» a las víctimas de ambos lados y no es la que se desea desde los herederos del bando perdedor) y ellos se dediquen a ensalzar a los muertos por un bando mientras se olvidan de los otros (que llevan 70 años olvidados) y realizan actos que «recuerdan lo sucedido» (esto, a su vez, hace que me venga a la mente la hipocresía de ciertos líderes mediáticos de esta derecha que sufrimos día tras día, que hablan de lo enterrada que estaba la Guerra Civil y que todo lo de ahora es remover el fango cuando muchos de ellos viven de escribir pseudohistoria sobre la guerra civil aupando a la gloria al bando ganador, manda narices que dirían algunos). Y claro que veo la diferencia entre un colectivo privado y el Parlamento español, esto es, no se le puede pedir a la Iglesia que no haga eso (aunque desde el Estado sí se le pide a Batasuna que no exalte al terrorismo, pero se le olvida pedir a los fascistas que no exalten a la dictadura; pero nos metemos en temas de coherencia de los políticos, y eso casi es una contradictio in terminis), que haga lo que quiera, pero sí se les puede pedir coherencia y responsabilidad, y que no critique lo que hace, o que al menos se entere que aún hoy muchos curas son oprimidos por sus superiores (como ese al que acaban de suspender por ser homosexual, desde aquí les pido que suspendan a todos los heterosexuales también) y muchos merecen la misma atención que sus iguales asesinados (como ellos, pero por los buenos según el acuerdo entre los jerarcas y Franco en el 37, firmado por casi todos los obispos -y el que no firmó se exilió durante los primeros años del franquismo-).
Una de las pocas cosas buenas del actual debate sobre la Ley de la Memoria histórica es que trae al espacio público una discución acallada, unos reclamos tantas veces silenciados y un tabú imperdonable en una España que no se ha recuperado de la guerra fraticida. Esto es, se habla de un tema que, sin estar olvidado, sólo los murmullos servían como vasos comunicantes de una información siempre parcializada. Y un poco (bastante) traido por los pelos voy a apropiarme una frase de José Alejandro Godoy (en la que expone sus conclusiones sobre un libro de Rongagliolo sobre Sendero), «quizás el mayor valor que tenga el libro es su invitación a no olvidar» (cambien libro por Ley y vamos que ni pintados).
Sobre la Ley de la Memoria Histórica:
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PCE, IU – PSOE y Memoria Histórica (en esta Bitácora en abril 07)
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¿Hasta nunca Cara de Piedra? (en esta Bitácora en octubre 07)
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El Foro por la Memoria no aprueba una ley «timorata» que no anula los juicios (en Federación Estatal de Foros por la Memoria en Octubre 07)
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Memoria Histórica: Crimen sin Castigo (en Red Libertaria en octubre 07)
pero no exculpe tan pronto a la posicion oficial que tambien tiene elementos muy maniqueistas y simplones en esto de aprovecharse del memorismo
Saludos
Sin ¿exculpar? a La Ley de la Memoria Histórica (insuficiente para mi gusto, y en gran medida «gracias» a CiU)… ¿Qué elementos son muy maniqueistas? Ya es curiosidad. Lo que yo encuentro en la ley es que se «igualan» ambos bandos, y se condena la dictadura, en lo segundo estoy de acuerdo, en lo primero discrepo y de lejos.
Hasta Luego ;)
Mayor Oreja se niega a condenar el franquismo
Y pensar que parecia una de las caras amables del PP….
Saludos
¿Por la pinta de bonachón que tiene? Es (y siempre ha sido) de la línea dura del PP (cof cof, ministro del Interior con Aznar -querido en el resto de España, un error presentarlo en el PV, teniendo en cuenta lo que ahí quieren a los Ministros del Interior :P-)…
Hasta Luego ;)
EDITO: Gracias por el link, y le he editado el comentario para ponerlo dentro de la etiqueta «a href», espero que no le moleste (a ver cuando aprenden los de El Periódico a usar url amigables).