¿Se acuerdan de Javier Velásquez Quesquén? Claro que sí, el inefable presidente del Congreso de la República. Pues bien, será él quien asuma la presidencia del Consejo de Ministros (esto es, será el nuevo Primer Ministro) en reemplazo de Yehude Simon (que tuvo a bien dimitar del cargo tras dejar «bombas de tiempo» regadas por toda la geografía nacional). Al menos esta designación es a dedo, porque la última, cuando Javier Velásquez Quesquén asumió la presidencia del Congreso hace un año, apestó por los pactos realizados para ganar una difícil votación, donde los arreglos fueron la forma preferida de politiqueo barato, favor por favor.
Pero no todo es negativo en la carrera política del saliente presidente del Congreso, mandó publicar la derogatoria de los decretos legislativos Nº 1015 y 1073 mediante Ley N 29261, que el gobierno, no olvidemos, no quiso publicar y tuvo que ser el Congreso quien forzara la publicación (cierto que Velásquez solo hizo su trabajo al respetar al Congreso, pero ya es más que lo que normalmente hacen). También insistió mucho en recordar que el Congreso no tiene la culpa de todo y en reclamar su papel en la política nacional. Algunas ideas de reforma del Congreso, estancadas eso sí, no eran del todo malas (incluso buenas, como la vacancia por inasistencias injustificadas).
Eso lo tiene en el lado positivo, en el negativo podemos recordar temas como el copamiento de la cámara por parte de apristas, su horrorosa gestión con el tema de Adopta un Congresista que acabó con una subida de «sueldos» de los parlamentarios y el opacamiento de los gastos realizados por cada uno, mientras parte de la ciudadanía pedíamos más transparencia, también está el permitir que en el Congreso brillen estrategias del APRA encaminadas a truncar debates y una excesiva dureza con el enemigo político mientras que al amigo se le mima, sumado siempre con unos intercambios de favores dentro del politiqueo con bancadas como la fujimorista solo para sacar adelante proyectos propios.
Tiene, como gestor, más debes que aciertos, y como gestor se le da la Presidencia del Consejo de Ministros, esto es, uno de los cargos más importantes del país, que tras el parón con Yehude Simon (que no aguantó ni un año en el cargo), vuelve a manos del partido del gobierno (aunque no pareciera, teniendo en cuenta la defensa numantina de Simon a todo escupitajo propinado desde el partido de gobierno).
Otros ministerios
Son bastantes los cambios ministeriales, ya sea por rotaciones, cual la naranja mecánica de Holanda, o por nuevas incorporaciones. Vuelve Rafael Rey. ¡Y al ministerio de Defensa! Con lo bien que debía estar Rey en Italia como Embajador, nadando entre los suyos, esos de las camisetas negras y que piden respeto para los negocios de La Familia, al presidente García le debía parecer que necesitaba al ex cabeza de lista de Unidad Nacional para el Parlamento Andino, ex Ministro de la Producción (puesto por el que rompió en nada con UN) y líder del derechista partido Renovación Nacional, también ex vicepresidente del Congreso (del Congreso Constituyente convocado tras el golpe de Estado, durante dos años fue un importante apoyo para el fujimorismo en temas económicos).
Martín Pérez Monteverde, congresista de Unidad Nacional (UN), ocupará el Ministerio de Comercio Exterior. Pérez es miembro del partido Solidaridad Nacional independiente de la alianza UN, que lleva un rumbo de apoyo al gobierno desde hace un buen tiempo y que deja, en realidad, solo al PPC como oposición al gobierno, tanto SN como RN, que formaron parte de UN en las elecciones del 2006, junto con independientes como Martín Pérez. Como punto positivo tiene la firma de la moción de interpelación a miembros del gobierno por la intervención de la Sunat contra Panamericana TV. Tranquilos, Mercedes Aráoz, inexplicablemente una ministra popular, no deja el gobierno, sino que pasa de Comercio Exterior a ocupar Producción.
Aurelio Pastor Valdivieso será el Ministro de Justicia, uno de los peores congresistas que ocupan curules por la bancada del APRA (y que llegó a decir cosas como que el Congreso no sirve (para justificar la posibilidad de disolverlo), que se opone a cualquier interpelación al gobierno bajo el «argumento» de que las mismas son medidas extremistas, defensor que el candidato a la presidencia lo sea también al congreso (en un proyecto mal planteado, pues obliga a la doble candidatura y a ser cabeza de lista sin decir de cuál de todas las listas del país), y que, en definitiva, es de los más fanáticos defensores del gobierno incluso en contra de la institución para la que él fue elegido (el Congreso) recibe el premio a tantos años de ciego servicio como cartera de un importante ministerio que, a todas luces, le quedará grande.
El ministerio del Interior quedará ocupado por el ex presidente de la Policía Nacional del Perú, Octavio Salazar, así pues, una culpable política de los sucesos de Bagua que terminaron costando la vida a tantos peruanos (entre ellos dos decenas de policías), Mercedes Cabanillas, dejará el cargo. Una piedra lo haría mejor que ella. Eso sí, antes de dejar el cargo, Cabanillas fue condecorada con la medalla «Corazón Policial». Al parecer hay dos formas de recibir una condecoración, recibir una bala al servicio del país o mandar a otro a que la reciba inútilmente en una operación pésimamente ejecutada.
El presidente de la Comisión Agraria del Congreso pasa a ocupar la cartera de Agricultura, así Mario Alegría Pastor «asciende» de presidente de Comisión a Ministro. De él no tengo nada que decir, la verdad, ¿ustedes qué saben de este parlamentario aprista?
¿Quiénes se quedan? Inexplicablemente José Chang es inamovible en Educación, Antonio Brack sigue en Medio Ambiente, Óscar Ugarte en la cartera de Salud, Luis Carranza seguirá al mando del MEF, García Belaunde se mantiene como canciller, Villasante en Trabajo es fijo, Pedro Sánchez continua en su cartera de Energía y Minas (¿por qué? ¡con la que está cayendo!), Nidia Vílchez seguirá en el Ministerio de la Mujer, Enrique Cornejo, en contra de toda lógica, se queda en Transportes y en Vivienda Francis Allison mantendrá el trabajo.
Actualización (12/07/2009): Edito para corregir una información sobre el miembro de UN en el nuevo ejecutivo (no sé dónde leí que era de SN, al parecer formaba parte de UN como independiente) y para agregar esta información:
- El General en Retiro Octavio Salazar era el presidente de la Policía Nacional del Perú, cargo que dejó tanto por disputas con Remigio Hernani, en ese entonces Ministro del Interior, y porque la Inspectoría de la Policía le halló responsable de la operación de desalojo del puente Montalvo, el Moqueguazo, que salió francamente mal. Octavio Salazar fue quien mandó lanzar gases lacrimógenos a los manifestantes apostados en el puente que ocasionó una reacción aireada de los manifestantes y acabó con el «secuestro» de cien policías y del jefe de la Undécima Dirección Territorial Policial. Además, para redondear el círculo, una investigación periodística señaló malversación de caudales de la caja chica de la jefatura bajo el mando del nuevo MI, suceso que pasaba en varias jefaturas (todo este memorex gracias a El Comercio). Si algo comparten todos los MI nombrados por este gobierno (contando la heredada del anterior) es que inspiran menos confianza que Montesinos con una filmadora.
- En El Comercio se encargan de realizar una antología sobre los ministros salientes bastante interesante: «¿Qué ministros dejaron el Gabinete Ministerial junto a Yehude Simon?»
- García vuelve a hablar de «conflicto ideológico sudamericano» (si es ideológico no hay problema… ah no, claro que lo hay, en Perú se persigue por simple cuestión ideológica) y ve este gabinete con fuerza para que retorne la «tranquilidad de los hogares» y aplacar las protestas. Así que la cosa sigue sin ser abrir vías de diálogo o escuchar (aunque no se acepten, al menos escuchar) a quienes protestan y la idea es más mano dura (y de ahí se entiende el nuevo MI o el PCM).
- Jorge Villasante no se queda en trabajo, sino que es reemplazado por Manuela García Cochagne ha sido, durante diez años, Directora Nacional de Relaciones de Trabajo del Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo, sin filiación aprista formal. (El Comercio.)
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