Como minirreseña de hoy toca «Secretos entre amigos», un título de Markus Slawitscheck y Arno Steinwender con ilustraciones de Olesya Yatsko y Elena Vasilkovskaya, original de la editorial Lifestyle Boardgames en 2019 y publicado en castellano por Maldigo Games en 2020.
Un juego de fiesta («party») en que todas contestaremos a la misma tarjeta de preguntas… que contiene 2, una para cada equipo, siendo los integrantes de cada equipo secretos y debiendo descubrir quién está de tu lado. Vamos al lío:
Características principales
- Tipo de juego: fiesta.
- Mecánicas principales: deducción, responder preguntas.
- Jugadoras: 3 a 10.
- Duración: 15 minutos.
- Nivel de azar: nulo.
- Dependencia del idioma: altísima.
- Componentes: 110 cartas (100 de preguntas a doble cara y 10 de roles), 40 fichas (4 por color) y el manual.
- Edad recomendada: 12 años o más (tal vez por alguna pregunta, pero esto desde antes se puede jugar).
- Sobre el tema: no tiene tema. Literalmente.
- Nota sobre los materiales: cartas de buena calidad y fichas de cartón troquelado más que adecuadas para su función.
Breve explicación
El objetivo de la partida es acabar con más puntos… aunque es lo secundario. La partida finaliza tras la tercera ronda.
La preparación es tan sencilla como dar a cada jugadora las fichas de su color elegido (color e ilustración, sea dicho), separar un número par de cartas de roles en que la mitad sean de cada color que sean suficientes para el número de jugadoras (si el número de jugadoras es impar, el número de cartas es el de jugadoras más uno), barajarlas y repartir una a cada persona (en partidas a número impar, sobrará una carta, que debe permanecer bocabajo). El mazo de preguntas se coloca al alcance de quien las va a poner en el centro de la mesa.
Cada carta contiene dos preguntas, una con fondo azul y otra de fondo amarillo. Los equipos, como se pueden imaginar, son amarillo y azul. Así que cada jugadora contestará a la pregunta que corresponde a su color y debe deducir, por las respuestas de sus amigas, qué color tienen. Al menos debe hallar a una de su color (a partir de 4, puede haber más de una persona de tu color, aunque solo tienes que señalar a una).
El desarrollo de la partida va en rondas y todas siguen la misma estructura: se coloca una carta en el centro de la mesa, se lee las dos preguntas y cada jugadora contestará «sí» o «no» usando una de sus fichas. Se saca la siguiente carta (sin quitar la anterior), se repite lo de leer y contestar y luego una tercera (lo mismo). Tras esta tercera se da un tiempito para que todas las jugadoras miren bien las respuestas y piensen quién es de su equipo, ¡toca votar! Cada jugadora señalará a otra que crea que es de su equipo (o, en partidas a 3, a sí misma si cree que no tiene equipo). Se revelan las identidades y reparten puntos. Se barajan nuevamente las cartas de rol, se vuelven a repartir y se juegan dos rondas más (todas iguales). Al final de la partida se cuentan los puntos obtenidos, quien tenga más, habrá ganado.
Los puntos se dan de esta manera: recibes un punto si alguien de tu equipo te señala (ojo: si varias de tu equipo te señalan, igual solo ganas un punto), por señalar a alguien de tu equipo, ganas 3 puntos. Al finalizar la tercera ronda, se hace recuento de puntos, quien tenga más, gana (si hay empate, se comparte victoria); pero dado el tipo de juego, créanme que esto es absolutamente secundario.
Una opinión
Últimamente están saliendo muchos juegos que o son completar frases con burradas («por las risas») o de preguntas más o menos incómodas o hirientes. Esos juegos tienen cierto éxito (y se pueden encontrar en sitios donde los juegos de mesa no suelen estar) y un público concreto. Este título va por el lado de las preguntas (claramente), pero desde una perspectiva muy amable. Las preguntas, aunque alguna es «profunda» (o más personal), alguna otra es simplemente graciosa, la mayoría son anecdóticas, las típicas cuestiones que conociendo a la gente ya sabes o te puedes imaginar. Y ahí está la gracia del juego. Su punto fuerte, pero también su punto débil.
Voy con eso: es un juego que creo que se disfrutará más si todas las personas se conocen más o menos en el mismo grado. Quiero decir, si somos 6 pero 1 acaba de llegar al grupo (siendo solo bien conocida por otra), sus respuestas poco significarán para el resto de la mesa y votar por ella será más azaroso; además, esa persona no conoce a las otras, no puede deducir correctamente quién es de su equipo y este juego puede resultarle algo frustrante. Si todas las personas están más o menos en igualdad (se conocen bien o son más o menos desconocidas entre sí), todas juegan con las mismas cartas, por decirlo de alguna forma.
En grupos consolidados puede ser muy divertido ver y justificar las respuestas (normalmente nos hemos quedado un rato hablando tras la votación, pidiendo explicaciones, gritando «qué mentira más grande»); también da pie a reflexionar entre esa diferencia que hay entre cómo nos vemos y cómo nos ven. Algunas respuestas han traído cola, usándose como reproche o recuerdo durante otros juegos o conversaciones, lo cual significa que el recorrido del juego supera el rato de la partida.
Creo que puede funcionar bien para romper el hielo en grupos o para trabajar en el conocimiento de personas que comparten espacios (pero no tienen por qué ser amigas). Esto lo tengo que probar con los grupos donde trabajo.
Los roles ocultos son lo que le da gracia al juego, y el tener que votar tras deducir, permite que el título tenga algún sentido como «juego». La mecánica en general le sientan bien, no se ve forzada ni está fuera de lugar; eso sí, la forma de puntuar es para salir del trámite, bien podría ser inexistente y el juego seguiría siendo igual de satisfactorio (al menos para mí, en mi grupo más habitual esto me lo discutirían mucho).
Lo he probado entre 3 y 5 personas, increíblemente funciona muy bien a 3, cosa que en muchos de estos juegos es un apaño que no furula, acá es casi igual que jugarlo a 4. Por la situación actual, es imposible que nos juntemos más gente para probarlo con otros números de personas (de hecho, ya ni a 5).
Resumiendo un poco: un juego muy amable de preguntas, con un buen tono de humor sin recurrir a cosas fáciles, que se juega en poco tiempo e introduce los roles ocultos y la deducción de una manera muy adecuada, siendo una experiencia bastante agradable que parece que escala bien.
Como todo juego de preguntas, tiene un límite antes de agotarlas. En cada partida se usan 9 cartas, el juego trae 100 cartas con dos lados, por tanto, 200 juegos de preguntas; esto significa que en 22 partidas te has fundido el juego. (La partida 23 aún tendrá dos preguntas que no conozcas, pero el resto serán repetidas). Es cierto que esto no es un trivial, donde una vez te sabes la respuesta la pregunta deja de tener sentido, acá las preguntas son rejugables (con personas distintas a la primera vez o si no tienes gran memoria), pero cuando en poco tiempo has superado las 25 partidas, el juego requiere un reposo.
En el apartado gráfico poco que decir, las cartas tienen unas pequeñas ilustraciones que las hacen un poco distintas entre sí (buen diseño gráfico de la carta), algo que se agradece, y las fichas tienen unos dibujitos muy fácilmente reconocibles que acompañan al color de la ficha (son 10 distintos, con lo que tener un dibujo que distinga claramente el verde del verde claro es necesario). El dibujo de la portada ha hecho que este juego se conozca en uno de mis grupos como «el de la Jirafa».