Tras las elecciones en Castilla y León, parece que la extrema derecha entrará en otro gobierno autonómico

Captura de pantalla del resultado electoral de la web oficial

Hoy Castilla y León se levanta aún más a la derecha que ayer. El Partido Popular ha ganado, con una victoria pírrica pero más estable en su estrategia actual. Vuelve a ser el partido más votado en unas elecciones con menos asistencia que las anteriores, vuelve a ser el partido con más escaños, mejorando su posición en dos (pasa de 29 a 31), se queda lejos de esa mayoría absoluta que reclamaba, incluso, se queda lejos de tener una posición predominante en el parlamento autonómico (algo como lo ocurrido en Madrid). Las izquierdas han sido castigadas, el PSOE pierde 7 escaños «gracias» a caer en 117 613mil votos (en porcentaje han sido 4,79 puntos menos, hasta los 30,05 %) y la alianza de Unidas Podemos, con respecto a las dos grandes formaciones (Podemos e IU), ha perdido un escaño y 39 mil votos, una caída de 2,2 puntos hasta quedarse en apenas el 5,08 % que demuestra que algo falla en las izquierdas. En las derechas, Ciudadanos ha dado paso a Vox, se cambian las tornas entre sí y esto es una mala noticia. Los partidos localistas son los más favorecidos, Soria Ya ha ganado en su provincia de forma clara (entra con 3 personas procuradoras, más que la suma de PP y PSOE en la provincia que menos escaños da) y UPL vuelve a brillar en León, pasando de 1 a 3 procuradoras.

El PP de Fernández Mañueco ha ganado, sin dudas (que ya es más de lo que pudo decir en 2019), pero sigue dependiendo de otro partido de forma absoluta. Eso sí, ha cambiado un partido al que tenía «miedo» por la posibilidad de que se pasara a pactar con el PSOE (sobre todo después de la que se montó en Murcia, todo sea dicho) a uno que simplemente le empuja hacia más a la derecha, donde el PP sí está más cómodo. Pero es una victoria por la mínima, con números malos. Sí, gana 2 escaños (hasta 31), pero lo hace casi con el mismo porcentaje de votos que la vez pasada (31,43 %, 0,06 puntos menos que en 2019) y con 54 916 votos menos en su conteo absoluto. No pueden estar contentos de ganar solo porque otro (el PSOE) se la haya pegado.

Su alianza con Vox resulta más natural, incluso, que con Ciudadanos y esto, en gran medida, es una mala noticia para las clases trabajadoras, para las mujeres, para las personas inmigrantes, para las personas no heterosexuales, para las personas que no cumplan, en definitiva, con la normatividad buscada por esa extrema derecha representada en el partido que ya exige la vicepresidencia del gobierno autonómico. El líder de Vox en Castilla y León es un racista, machista y homófobo, que ha querido justificar distintos comentarios en esos sentidos porque los hizo «de joven» (pero su justificación del «alzamiento nacional» es del año pasado), pero nada indica que haya cambiado de parecer (muchos de los comentarios son de hace 10 años, pero otros son del año pasado; en el fondo, está en Vox, que no es un partido feminista o antirracista, precisamente).

Vox es el gran ganador de estas elecciones, de un procurador y poco peso pasa a tener 13 escaños, ¡13 de 81! Ahora es la tercera fuerza política de la comunidad y la llave del gobierno autonómico (salvo que el PSOE mueva ficha en alguna dirección distinta, algo tiene que hacer el PSOE que tanto insiste en que su papel era decirle no a la extrema derecha).

Fernández Mañueco no podrá gobernar en solitario, que era el fin último de este adelanto electoral. Tampoco ha fagocitado a Ciudadanos, deseo claro y directo; querían repetir la experiencia madrileña y ha salido mal: allá Vox prácticamente se quedó donde estaba y el PP creció considerablemente, rozando la mayoría absoluta, mientras que Ciudadanos desapareció de la Asamblea; en Castilla y León tenemos un gran aumento de Vox, la casi desaparición de Ciudadanos y un crecimiento mínimo en curules del PP, aunque ha perdido votos en el camino. Vox se ha colocado en el lugar donde estaba Ciudadanos. El líder del PP lo celebra, se ve continuando en el cargo; ¿está mejor hoy que ayer? O, lo que también debemos preguntarnos: ¿el PP prefiere pactos con la extrema derecha que con otras formaciones de derechas? Parece que sí.

Lo de la izquierda es para hacérselo mirar. La suma de Unidas Podemos, en el fondo, resta. Empeora considerablemente sus resultados y siguen sin entender el porqué. ¿No está dirigiendo el discurso? ¿Las soluciones que plantean están alejadas de la ciudadanía? ¿Carece de bases la izquierda? ¿Qué ocurre para que el poco poder local que tiene se diluya completamente en las elecciones autonómicas? Lo más curioso es lo de Zamora, la verdad. Izquierda Unida tiene la mayoría absoluta en el consistorio de la capital provincial, una alcaldía que, además, está bien considerada (se hizo con el ayuntamiento en 2015 por un pacto con el PSOE y en el 2019 ganó con mayoría absoluta), pero nunca se han reflejado esos buenos datos en las autonómicas. Así, IU recibió 15 896 en Zamora capital en 2019 y a la vez la formación izquierdista obtenía 3143 en toda la provincia y este año se han quedado con 2749; está claro que el voto en Zamora es increíblemente diferente para las Cortes autonómicas que al ayuntamiento y que no es IU quien tiene esos votos y apoyo, es el actual alcalde y su equipo.

Pero, en general, al margen del de Zamora, las izquierdas tocan poder en algunos ayuntamientos (como Valladolid), y eso jamás se traduce en más apoyo para esas izquierdas en las elecciones autonómicas. ¿Será que se desmovilizan las bases una vez institucionalizados? O lo que es peor, ¿será que no están ejecutando, en el ámbito local, políticas de izquierdas reconocibles y, por ello, en las autonómicas pierden apoyos? Si en lo local se dedican al asistencialismo paternalista, las izquierdas de base le darán la espalda y en las derechas no encontrarán apoyos (porque no quieren ese asistencialismo tampoco).

Esto va a resultar antiintuitivo, pero si se quiere alejar a la extrema derecha del gobierno autonómico y teniendo en cuenta que Vox no contempla la abstención o votar que sí si no está en el gobierno, tal vez las izquierdas y los socialdemócratas deberían plantearse si la abstención sería recomendable para permitir una investidura en solitario del Partido Popular. Esto desde algunos cargos del PSOE ya se ha dejado caer (Puente, el alcalde de Valladolid, del PSOE, lo soltó ayer y el PSOE rápidamente salió a negar esa posibilidad, aunque dicen que mantienen la posibilidad de conversar con los populares). Acá hay algo importante, no es solo la investidura lo que se juega Fernández Mañueco, en su política en general y los presupuestos en concreto. Castilla y León ha prorrogado varias veces presupuestos cuando podían haber sacados los propios (o los ha aprobado tarde), con lo que una oferta sincera y realista de sacar presupuestos adelante siempre y cuando no se pacten con la extrema derecha debería formar parte de ese diálogo. Pero el PP debe querer excluir a Vox, y parece que está más por la labor de cuidar ese socio preferente y claro que tiene por toda España.

La vía madrileña solo funciona en Madrid, o, al menos, no es exportable a cualquier parte de España donde el PP no tenga la mayoría absoluta. El partido de Casado se debería plantear cuál es su estrategia, si cuidar a un socio de capa caída como es Ciudadanos (que le ha hecho absoluto seguidismo) y parar ese intento de «OPA hostil» o escorarse aún más a la derecha y pactar todo con la extrema derecha de Vox (que también sumaría mayoría absoluta con el PSOE; pero nadie ni se plantea esa posibilidad de pacto, mientras que con el anterior resultado, sobre la mesa sí estaba la posibilidad de un PSOE-Ciudadanos).

El Partido Popular ha querido vender esto en clave nacional como el declive del PSOE de Sánchez, es cierto que el PSOE pierde votos en CyL, pero también los ha perdido el PP, con lo que poco puede sacar pecho (sí, han ganado escaños, pero, nuevamente, es más por la pérdida del PSOE que por mérito propio). El PSOE no gobernaba en esta comunidad ni tenía buenas expectativas, su victoria en el 2019 era demérito del PP, no mérito propio. El PP no se consolida como nada, se mantiene en las mismas y dependiendo de otra fuerza política por entero (a diferencia, nuevamente, de Madrid) y es que Casado confunde Madrid con el resto de España y no entiende que la realidad no se acomoda a sus expectativas.

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Nota sobre las encuestas: parece que el voto oculto de Vox ha estado muy presente en las encuestas, ninguna daba tanto como el partido de Abascal ha recibido, aunque todas indicaban que el desplome del PP se lo estaba llevando Vox, no el PSOE (lógico, por otro lado). Se ha acusado mucho al CIS de favorecer al PSOE (era la única encuesta que le daba como ganador, aunque casi en empate técnico con el PP); esta encuesta se ha equivocado, sin dudas (dentro de las horquillas, por 1 en favor del PSOE y en 1 en contra del PP; en puntos acertó con el PSOE y falló en menos de 2 con el PP), pero por menos que otras, como la de La Razón (en 6 a favor del PP; en puntos se quedó a 2 del resultado del PSOE y falló por más de 3 el del PP), OK Diario (en 2 a favor del PP, en 2 en contra del PSOE; en puntos se dejó 1,2 del PSOE y falló en 3 y pico al PP), El Español (que si bien solo es en 1 para cada partido, la diferencia de puntos la marcaron en 5,4 y fue de 1,3), El Mundo (en 3 a favor del PP gracias a que lo sobreestimó en 5 puntos). Donde más se han equivocado todas las encuestas es con UP, que daban horquillas de 2 y 3 curules y se ha quedado en 1, pero, sobre todo, ha quedado como 2 puntos por debajo de lo esperado; parecido con Ciudadanos, que ha quedado muy por debajo de las expectativas creadas en las encuestas. ¿Que el CIS se equivocó? Sí, pero, increíblemente, menos que la mayoría de encuestas.

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