O cómo detectar la demagogia barata aplicada sobre una realidad reformulada es tomarnos por idiotas.
Detesto (y esa es la palabra) cuando los políticos profesionales nos toman por idiotas, «juegan» con la realidad para aplicar una demagogia barata. Este finde tenemos dos ejemplos de ello: Arenas, líder del Partido Popular Andaluz, exigiendo elecciones anticipadas y Urkullu, líder del Partido Nacionalista Vasco, diciendo que el lehendakari de Euskadi es Ibarretxe porque «así li ha decidido la ciudadanía vasca». Y en los dos casos el fallo es el mismo, «hacernos creer» que vivimos en un sistema presidencialista.
«[E]l presidente del PP-A, Javier Arenas, anunció ayer que su partido va a pedir en el Parlamento, en cuanto Griñán tome posesión, la convocatoria de elecciones autonómicas anticipadas y separadas, porque entienden que el nuevo presidente andaluz no cuenta con la «legitimidad de las urnas».», podemos leer en el ABC.
¿Legitimidad en las urnas? ¿Acaso no fue elegido por los andaluces en unas elecciones? Claro que lo fue. Aunque Manuel Chaves se presentara, con el PSOE-A, como «presidente a la Junta», no nos debemos olvidar que los ciudadanos andaluces no lo eligieron como tal, sino como parlamentario andaluz, y es el parlamento el que elige al presidente. Ni más ni menos. Los andaluces, además, no pudieron votar ni por Arenas ni por Chaves fuera de la provincia en que se presentaban como candidatos al parlamento (que es lo que fueron y son, igual que Griñán), así que siempre podríamos afirmar que tanto Arenas como Chaves carecen de legitimidad en las urnas en, por ejemplo, Cádiz. Ni un voto fue personalmente para ellos como «presidenciales».
Vale el recordatorio que hacen en El Plural, además, para comprobar que lo de Arenas es pura demagogia, ya que eso mismo no se aplica cuando es su partido el que cambia a los gobernantes en una autonomía, así pues, en El Plural se preguntan «¿No hicieron ellos lo mismo en Valencia y Castilla y León?», y así fue, en el 2001 en el caso de Castilla y León (sea dicho, que Lucas se presentó a la presidencia de Castilla y León con la promesa de ser «recompensado«, y así fue, tres años después de ser electo, dejó su puesto para ser Ministro de la Presidencia) y en el 2002 en el caso de Valencia. ¿Les faltó también a los presidentes sucesores «legitimidad de las urnas»? Acá otro ejemplo de «no es lo mismo«, que gobierna las declaraciones de los profesionales de la demagogia.
Ojo, esto al margen de que el papel de Arenas sea pedir elecciones anticipadas cuando le favorezca a su partido, como ahora, o que todo lo que haga el PSOE-A le parezca mal (es su trabajo), pero una cosa es pedir elecciones anticipadas porque consideras que el actual PSOE-A lo hace fatal y otra es mentir y desinformar hablando de falta de legitimidad (y más cuando su partido, versión vasca, está apoyando a otro para que el segundo sea el que gobierne y ante las críticas de «golpe institucional» ellos respondan que así es el sistema parlamentario, que es lo que pasa en Andalucía también).
Hablando del País Vasco, aprovecho para saltar al segundo tema planteado al comienzo de este artículo, las declaraciones de Urkullu durante el día de la patria vasca, que van en línea de las de Ibarretxe de hace unas cuantas semanas. El mandamás del PNV declaró que Ibarretxe es y será el presidente vasco ya que «así lo ha decidido la ciudadanía vasca». Mentira cochina.
Es cierto que el PNV ha sacado un gran resultado electoral, y es la primera minoría, pero tenemos, otra vez, que el sistema electoral vasco, como el español, no tiene como objeto el que los ciudadanos elijan un lehendakari, que solo en una de las tres provincias se pudo votar por Ibarretxe y que, por último, hablar de la «ciudadanía vasca» con un 34,8% de los votos emitidos, que representa un 22,5% de los ciudadanos con derecho a votar, es como poco exagerado (la suma del PP con el PSOE da el 26,14% de los ciudadanos con derecho a voto, así que ellos tampoco pueden arrogarse la voluntad de los vascos). El PNV, que no representa a todos los vascos, sigue creyéndose el partido único.
Y que todo esto lo diga un partido, dentro de la coalición en la que juega en tierras navarras, que hizo y deshizo lo posible para que UPN en Navarra no gobernara (siendo la primera fuerza electoral con bastante más apoyo del que tiene el PNV, sea dicho), y que comanda la diputación foral de Álava (en la persona del diputado general Xabier Agirre) cuando es el tercer partido en las Juntas Generales de Álava es tremendamente cínico, de un doble rasero impresionante y digno del politiqueo más básico (también practicado, claro, por el PPV y el PSE-EE, pero eso no quita para que toque señalar esta vez a urkullu). El PNV es firme practicante del «no es lo mismo«; cuando en Navarra denuncian la interferencia del PSOE «de Madrid» en el PSN mientras que en el País Vasco llegaron a pedir la intervención de «ese» PSOE para que el PSE-EE no pacte con el PP. Cuando ellos pueden mandar siendo el tercer partido pero el segundo no puede mandar…
Con este caso, tres cuartos de lo mismo que en el anterior, el PNV está en su derecho de hacer valer sus 30 parlamentarios, de pedir que no pacten los otros, de presentar a su candidato y de acusar de lo que quiera al gobierno naciente (que, aprovecho para decir, es incorrecto llamar «no nacionalista«, tanto el PP como el PSOE son partidos nacionalistas, y EE, en coalición con el PSE, también lo es), de recordar que es el partido más votado y demás, pero no puede decir que ellos son lo que los vascos quieren (porque no es cierto), no puede decir que los vascos eligieron lehendakari a Ibarretxe, porque es doblemente falso, y no pueden decir que es un «golpe institucional» lo que hace el PSE-EE con el PP (aunque sí está bien traída la crítica a la ilegalización de una formación que hubiese sido muy votada).
Un comentario en «Mentiras sobre medias verdades»