Hemos pasado de analizar el por qué Alva Castro debe irse (y en este sentido recomiendo el seguimiento de los distintos casos del Ministro realizado en la bitácora Desde el Tercer Piso), a ver un paseo de amenazas dentro de los grupos opositores sobre posibles disoluciones de alianzas, acusaciones varias, pactos «por lo bajo» de algunos congresistas que juegan «a dos bandas», y, por supuesto, un alegato a favor de la disciplina de partido (en un país donde, salvo tal vez en el APRA, brilla por su ausencia). Y esto es bastante interesante la verdad, casi más que la censura (si no fuera por todo lo que nos jugamos con la censura y la necesidad de la misma).