Lima – Perú 2006, jugando con el método del reparto

Estos días, para Contexto, he ido incluyendo los distintos sistemas de reparto de escaños utilizados mayoritariamente (D’Hondt, Sainte-Laguë, y Resto Mayor), en gran medida por el siempre presente debate de la proporcionalidad del parlamento (y para esa proporcionalidad la comisión de Constitución y Reglamento de nuestro Congreso aprobó la eliminación del número fijo de congresistas de la Constitución, previsiblemente para aumentar el total de parlamentarios, a la par que crearon un nuevo distrito electoral) y, por otro lado, porque es un tema que me interesa particularmente. El sistema de reparto genera el resultado final, y también la cultura electoral de un determinado lugar…

Pablo Santolaya Machetti, en un interesante artículo titulado «Significado y alcance de la Ley Orgánica del Régimen Electoral General» (Revista de Estudios Políticos, número 54 Nueva Época, de 1986) recordó:

«Hay que evitar considerar el sistema electoral como un instrumento neutro de mediación entre el sufragio y la composición de los órganos representativos. No existen sistemas «sin efecto manipulador», aunque unos tengan más efectos que otros. Todos obedecen a una idea política predeterminada, a unos intereses concretos de los grupos políticos que en cada momento están en situación de elaborar la Ley Electoral.» (página 55).

En Perú, cabe recordar, se está intentando reforzar el sistema de partidos, se está haciendo una criba poderosa sobre los partidos extraparlamentarios (se dificulta su reingreso en la carrera electoral cada vez que fracasan en un intento, ya que se cancela su inscripción si no consiguen buenos resultados), además de que se busca desesperadamente que los partidos pequeños y regionales que no puedan superar una valla electoral supradistrital no obtengan representación aunque en una circunscripción sean más votados que otros partidos (por ello Alianza Para el Progreso no obtuvo el representante que ganó en las urnas en La Libertad por su «peso» nacional). Con esos dos pequeños detalles podemos ya ver por dónde va el sistema electoral peruano, nos faltaría dos más, por un lado, que el derecho al sufragio no es tal, es una obligación, y por otro, no menos importante: El sistema elegido para el reparto.

En Perú usamos el sistema D’Hondt. En la Ley Orgánica Electoral N° 26859, artículo 21, se habla del «método de la cifra repartitoria», como una «variante» del D’Hondt (se establece un reparto, el último escaño decide la cifra repartitoria y el efecto final es igual que el D’Hondt, pueden leer una explicación extensa en un documento -en PDF- del JNE). El sistema es proporcional pero favorece a los partidos grandes sobre los pequeños, sobre todo en distritos medianos o reducidos. Cabe recordar, además, que en Madre de Dios el sistema es mayoritario, ya que solo eligen a un parlamentario.

¿Qué pasaría si hubiésemos usado otro método de reparto en Lima en el 2006?
Sinceramente, no me he dado el trabajo de procesar los 24 distritos en que se produce una distribución proporcional, así que he procesado Lima. ¿Por qué Lima? Porque es el distrito más grande del Perú (se reparten 35 escaños, en las últimas generales votaron más de cinco millones de personas), además que es el distrito que usé de ejemplo para mostrar la aplicación de los distintos métodos en Contexto (como han podido comprobar si siguieron los primeros enlaces).

En los ejemplos usé como «partidos» tanto los Votos Nulos como los Votos en Blanco, para fragmentar más el distrito. Acá procesaré solo los votos válidos, como se debe hacer. Antes de ir al lío, quiero llamar la atención en ese 1.198.350 votos que fueron nulos y blancos, esto es, el 22,43% de los votantes, muchos seguramente obligados a ir a las urnas, no quisieron dar su apoyo a ningún partido. Los nulos fueron la segunda opción entre los electores, y si sumamos blancos y nulos, fueron la primera opción electoral de los limeños. ¡Tomen nota los partidos políticos!

El reparto oficial fue el siguiente (que es igual al D’Hondt): Unidad Nacional (UN) 8 curules, Alianza por el Futuro (ApF) 8, Partido Aprista Peruano (APRA) 7, Unión por el Perú (UPP) 6, Frente de Centro (FdC) 3, Perú Posible (PP) 2 y Restauración Nacional (RN) 1. Ahora vean la comparación entre los distintos métodos en el cuadro del documento: «Reparto de curules en las elecciones Generales del 2006 en Lima usando los diferentes sistemas» (en PDF).

Usando el método del Resto Mayor con la cuota Hare entrarían tres partidos políticos más (todos los que sacan más del 1% de los votos válidos en el distrito), tanto el Partido Socialista (PS) como el Frente Independiente Moralizador (FIM) y el partido Avanza País – Partido de Integración Social (APPIS) se verían beneficiados con la entrada en el Congreso un tanto sobrerrepresentados (el 2,86% de los curules repartidos en el distrito, teniendo todos menos de 1,5% de los votos válidos); en este supuesto son los partidos grandes los que ceden curules, así UN y ApF se quedan en 7, APRA en 6, UPP en 5, mientras que RN gana un curul (de 1 a 2). Con las cuotas Droop e Imperiali APPIS no conseguiría escaño, su curul engrosaría las filas del PP (pasando a 3). En este caso no se producen demasiados cambios visibles entre Imperiali y Droop, los cambios se verían con un distrito algo más grande y favorecería, usando la cuota Imperiali, a UN.

Si usáramos el método Sainte-Laguë no habría nuevos partidos en el Congreso, pero sí un pequeño mayor peso de los partidos menos votados pero con representación parlamentaria, en detrimento de los más grandes, así ApF pierde un curul (de 8 a 7), UPP cae otro (de 6 a 5); y esos dos cambios en favor del PP y RN (el primero pasa de 2 a 3 y el segundo de uno a 2).

Proporcionalidad: Si se fijan en la relación entre escaños repartidos y porcentaje de votos válidos obtenidos podemos observar que UN está sobrerrepresentado con D’Hondt y Sainte-Laguë, y su representación es casi perfecta en los del Resto Mayor, lo mismo le pasa al APRA; ApF se ve favorecido en todos, pero sobre todo en D’Hondt (1,1 puntos en todos menos en D’Hondt, que es de 3,9 puntos más); UPP tiene una proporción de votos/escaños muy buena en todos menos en D’Hondt, donde está sobrerrepresentado; FdC obtiene 3 escaños en todos los supuestos, una sobrerrepresentación de 0,6 puntos en todos los casos; lo contrario que RN, que está sobrerrepresentado en todos menos en D’Hondt, donde está subrepresentado; el PP está subrepresentante con la cuota Hare y D’Hondt, mientras que está sobrerrepresentado en el resto; PS, FIM y APPIS, en todos los supuestos en que consiguen representación, están un punto y pico sobrerrepresentados, no olvidemosque APPIS solo consigue un curul con la cuota Hare, y que tanto FIM como PS no tienen escaño con Sainte-Laguë y D’Hondt.

¿Y si quitamos las circunscripciones?
Si vemos los resultados oficiales de las elecciones del 2006 nos encontraremos con la gran falta de proporcionalidad de los partidos grandes y con mayor representatividad en la mayoría de distritos, esto se debe tanto por el sistema de reparto elegido así como por la alta fragmentación de los distritos (en que abundan los distritos pequeños -ocho de 25 reparten 2 curules cada uno, por ejemplo). Unión por el Perú (que ahora en el Congreso son tres bancadas diferentes) sacó el 21,154% de los votos, con los que consiguió 45 escaños (el 37,5% de la cámara), sacó, eso sí, al menos un representante en 24 de los 25 distritos existentes; el APRA, con el 20,585% de los votos, consiguió 36 congresistas (un 30% de la cámara) teniendo representantes en 20 de los distritos.

Por el otro lado, tenemos a los partidos subrepresentados, que son básicamente el resto, especialmente todos los que tienen poco más del 1% de votos (que sería un parlamentario por lo menos, para algo el universo elegible es de 120). Si aplicamos el sistema D’Hondt tendríamos 16 partidos en total, 9 más que en la actualidad; si aplicamos el Sainte-Laguë serían 12 partidos más en el Congreso, 12 más que ahora. Los principales «perjudicados» serían el APRA y UPP, el partido que presentó a Ollanta Humala pasaría de 45 a 27 (d’Hondt) o 25 (Santie-Laguë), el APRA de 36 a 26 (D’Hondt) o 25 (Santie-Laguë), el resto subirían en distinta medida (con D’Hondt habría 11 escaños a repartir entre «nuevos partidos», con Sainte-Laguë 18 entre esos partidos). Alianza para el Progreso, el perjudicado por la barrera, obtendría 3 escaños.

Consideraciones finales
Es obvio que el sistema electoral «determina» el resultado final, el contrapeso de poderes entre los distintos partidos y las mayorías posibles, más en un país altamente disperso electoralmente hablando como Perú, en que además la fidelidad para con el partido, así como los propios partidos, son inexistentes realmente.

El Perú se intentó que la barrera electoral limitara el ingreso de demasiados partidos al Congreso (la barrera, por sí misma, solo evitó un partido más), se quería que la cultura partidista mejorara y con ello los propios partidos, pero se olvidaron que si bien el sistema electoral modifica la cultura electoral (y lo contrario también), los partidos políticos juegan en otra división, así pues, algunos como UN y UPP se han separado en varias partes (de UN, coalición electoral, el poder influyó para que la coalición se divida, UPP simplemente se ha fragmentado en 3, después de la rápida ruptura del PNP y UPP, y otra dentro del propio UPP), además de un buen número de tránsfugas que abandonaron sus partidos en favor de, básicamente, el oficialismo desde fuera del APRA, con lo que la idea de un Congreso poco fragmentado se rompió rápidamente por la nula cultura política partidista. La cultura de partidos políticos, por otro lado, sigue siendo nula.

¿Queremos una mejora en la proporcionalidad de la cámara de representantes o mantener un sistema que prime a los partidos grandes en favor de, se supone, el cultivo de la cultura de partidos y la gobernabilidad? Si apostamos por la proporcionalidad, ya sabemos lo que tenemos que hacer (tanto si mantenemos el sistema de distrito múltiple o no).

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