Pocas fechas resultan tan polémicas en cuanto a la celebración de un hecho viejo, de un momento histórico que permitió, como parte positiva, la relación entre las personas de dos continentes hasta el momento desconectados (1). Hay heridas aún abiertas, bien resumido por Ortega cuando declara que el 12 de Octubre es día de «duelo» en latinoamérica, no olvidemos lo que significó el «ser descubiertos» por un goloso imperio que en lo último que pensaba era en las personas, y que estaba dispuesta a dominar todo el mundo para, simplemente, enriquecerse. Pero es una fiesta que tiene muchos significados, y que han ido variando a lo largo del tiempo.
Origen de la festividad
En 1913, desde la Asociación Unión Ibero-Americana, presidida por el ex ministro español Faustino Rodríguez San Pedro, distribuye una nota en que se pide a todos los países de latinoamericanos que celebren la «fiesta de la Raza» en conmemoración del descubrimiento de América, viéndose como buena la «civilización» que España «llevó» a América y como buena fecha para celebrar las bases comunes que se disfruta. Hay que tener en cuenta dos cuestiones, Raza no se usaba, en ese entonces, como se usó luego en los regímenes más autoritarios y como se usa actualmente (un contenido biológico-etnitista), aún así, el término se refería a los españoles de los dos continentes, a los criollos, a los herederos de la cultura española en la máxima pureza (ya nos recuerda Galeano cómo en las escuelas uruguayas se enseñaba que el genocidio de los charrúas eliminó un problema para los uruguayos, o sea, para los criollos que ocuparon unas tierras llamadas ahora Uruguay). Incluso, desde un ente que buscaba el hermanamiento entre las distintas naciones de Iberoamérica se proclama la fiesta desde el civilizador y los civilizados, desde quien conquista y domina hacia los conquistados y dominados. En realidad ni siquiera eso, ya que obvia por completo lo preexistente y se fija nada más en la cultura creada tras la conquista, en esas naciones-estado salidas de la nada, construidas por los criollos para seguir sometiendo a los indígenas al margen de la metrópoli (2).
Es curioso que esta iniciativa de celebrar el Día de la Raza como el día de los hispanoamericanos y de España fuera asumido, oficialmente, por un país americano antes que por España (donde Madrid ya lo había asumido como fiesta propia, pero no a nivel nacional). En 1917 el presidente argentino Hipólito Yrigoyen (del Partido Radical) proclama oficial dicha fiesta, como identidad iberoamericana frente al imperialismo de los Estados Unidos. Para Yrigoyen, por lo visto, dicha identidad era mestiza (indígena con los distintos ascendientes ibéricos). En 1915 el espíritu panamericanista llevó a Uruguay a celebrar el Día de las Américas el 12 de Octubre. En España en 1918, bajo gobierno de Antonio Maura y jefatura de Estado de Alfonso XIII, declaró la Fiesta de la Raza al 12 de Octubre. En 1921 Venezuela decretó dicha festividad como nacional, seguido por México (aunque con otro nombre) en 1923 y México en 1928…
Contaminación de la hispanidad
Mucho se discute sobre el término, sobre la amplitud del mismo y demás detalles interesantes (3). Pero no cabe duda que esa hispanidad nos suena al fascismo imperialista de la primera época del Franquismo, cuando más duro resultaba su práctica política y más exaltación nacionalista vivía una España dominada. Hispanidad nos suena a la monarquía católica dispuesta a pasar por encima de todos con tal de conseguir más oro y poder, nos suena, a fin de cuentas, a guerras interminables por tierras, a la mayor mezquindad habida y por haber. Hispanidad, en este contexto, es lo peor que podríamos celebrar.
La guerra civil española recién entraba en posguerra cuando, durante la celebración oficial del Día de la Raza, Francisco Franco habla de «las fiestas de la hispanidad» al referirse a las celebradas el 12 de Octubre. Así que, inoficialmente, la fiesta ya no era llamada día de la Raza, sino de la hispanidad. Hacía referencia a lo más reaccionario del ideario nacionalsocialista español, ese heredado desde las falanges que conformaban El Movimiento Nacional que aupó al general Franco al poder tras una durísima guerra fratricida. En 1958 se declara, ya oficialmente, el 12 de Octubre como día nacional de España bajo el nombre de Día de la Hispanidad. Aún hoy se habla de Fiesta de la Hispanidad aunque oficialmente ya no se llama así (desde 1987, donde simplemente se habla de «Fiesta Nacional de España»).
En la actualidad
En la América (4) de hoy este día nos recuerda el inicio de la conquista, para muchos (no hay que engañarnos) sigue siendo un día de júbilo en tanto que inició el proceso de evangelización y civilización, cultura a la europea y toda la prosperidad (pre)industrial de la época; para otros tantos, comenzó una eterna exclusión, la aculturización, el expolio, la muerte, y la destrucción de todo lo bueno, todo lo que hasta ese momento habían conocido, y la situación no ha cambiado mucho (5). En América, el 12 de octubre es el inicio de la mayor masacre que hemos sufrido, seguidas por una dominación constante.
En España los nacionalismos distintos al español cargan contra la fiesta común, en tanto que consideran un agravio tener que celebrar una fiesta que no sienten como propia, la de una nación que, dicen, les domina. Ya no se recuerda hispanidad como ese término de unión de naciones en la península y allende los mares. Hoy lo hemos visto, manifestaciones en contra de España por una celebración que, en teoría, nació como hermanamiento. Pero de ellos no me quiero ocupar, son otro tema realmente.
Si se quería una fecha de hermanamiento entre los países latinoamericanos y sus antiguas metrópolis, nada peor que elegir el principio del fin. Es como si para celebrar la Alianza de Civilizaciones propuesta por Rodríguez Zapatero con líderes del mundo musulmán se eligiera de fecha el 27 de Abril (celebrando, así, la conquista de Algeciras por el ejército de Táriq Ibn Ziyad tras cruzar el estrecho). Los hechos trágicos no se celebran, se conmemoran con espíritu reivindicativo. Así pues, el 12 de Octubre debe ser un día de lucha, por lo que somos, por lo que queremos ser. Una suerte de primero de mayo panamericanista.
Desde muchos movimientos indígenas se reclama el 12 de Octubre como lo peor de su historia, y no les falta razón, se llora la pérdida del mundo que conocían (no el mejor existente, pero sí el suyo, el que mal que bien controlaban y entendían) para entrar en un proceso de «marca», donde los gobernantes de los estados nacidos (y naciones según la nomenclatura oficial) se afanaron, desde el primer momento y hasta ahora (en la mayoría de países, se salvan, en la actualidad, muy pocos (6)) en destruir la identidad indígena, como hicieran en el pasado los conquistadores (¿Qué ha cambiado?) donde el indigenismo se sigue viendo como falta de civilización y falta de cultura. No estoy entrando en el resbaladizo terreno de la relatividad cultural, ni mucho menos, sino en el importante de la dignidad personal y el respeto mutuo que todos nos merecemos, donde al indígena se le sigue marcando con un estigma insuperable aún hoy en día. Y se les sigue ninguneando.
Lo que no se debe hacer con el 12 de Octubre, ni con ninguna fecha, es volverlo un día de confrontación nacional, es ilógico plantearlo desde esa perspectiva, sobre todo porque la dominación que sufrió Las Américas durante toda la ocupación (y el legado tan negativo que aún hoy sufrimos) también fue padecido por los pueblos ibéricos (los hispanos en términos de Antonio Sardinha). En España sufrieron los mismos gobernantes que nosotros, murieron en guerras absurdas y vivieron en la miseria mientras pertenecían al imperio más grande y poderoso del mundo. Ni guerra entre pueblos ni paz entre clases, como diría aquél, ya que realmente estamos hablando de relaciones de dominación clasistas, que es lo que pervive en nuestros países con especial fuerza.
Volteando la tortilla en tierras españolas
Es interesante, eso sí, ver cómo en la España de hoy la fiesta del 12 de octubre va tomando color latinoamericano, se ha visto en Madrid un desfile cultural, reivindicativo de la tradición propia, de los inmigrantes de América Latina en las calles. En Salamanca se lleva unos cuantos años celebrando un desfile de este estilo, y este año se amplió con un repertorio de bailes y músicas de nuestras tierras, en un ambiente festivo se «conmemoró la inmigración», ahora venimos a devolverles el favor parecían decir algunas caras, ustedes trabajaron en nuestras tierras, venimos a hacer lo mismo, pero sin oprimirles ni nada, decían otras. Eso sí, todos parecen decir «conózcannos», en otras palabras, «no nos marginen, vean todo lo que somos, y no como simples máquinas de construir edificios». Y todo desde la identidad común hispánica (volviendo al inicio del término, como lo concibió Unamuno entre tantos otros).
Una fiesta de integración que quedará en simple anécdota, hundida en la inoperancia de la simple muestra, donde para el español medio no queda sino en un espectáculo gratuito llevado a cabo por esos sudacas (porque en España no existe una Latinoamérica distinta a Suramérica, mejor dicho, México queda en Suramérica para muchos) que vienen a robar el trabajo, o que sirven para hacer lo básico nomás (la actual campaña por la inmigración busca la identificación del inmigrante como un trabajador poco cualificado sólo útil bajo las necesidades coyunturales de los españoles de clase media y alta). Hay que trabajar mucho en la integración y hay que evitar la aculturización en el camino, hay que recordar que es tanto un dar como un recibir.
Excursos a pié de página:
(1) En este caso hablar de los vikingos resulta inútil en tanto que no lograron crear lazos entre los continentes, al punto que hoy no se sabe con certeza real si llegaron o no a América.
(2) Viene al caso las discusiones sobre lo que realmente fueron las independencias de los estados americanos, esto es, si fueron revoluciones o sólo procesos reformistas. La verdad me quedo con lo segundo, está claro que el poder no cambió de manos, no hubo una verdadera transformación social, se mantuvieron, en esencia, las instituciones y la jerarquía de dominación, simplemente se dejó de depender de una metrópoli lejana y se pasó, al momento, a la imposición de una nación en los estados ya independizados. Reproduzco unas líneas de un artículo que escribí por la independencia del Perú hace un par de meses: «Estados creados, en forma y fondo, por los españoles, comenzaron a sentirse aplazados por una metrópoli que no les hacía caso, y que en su ocaso más patético se veía enfrentado con vecinos amigos y perdiendo todo el poder que llegaron a tener. En esos momentos, un falso nacionalismo antimonárquico invadía los corazones hijos de la metrópoli, sin verdaderos deseos de cambiar las cosas, simplemente querían cambiar el poder de manos. Y lo consiguieron.»
(3) En este sentido es interesante el artículo de José María García de Tuñón Axa ««Hispanidad»: historia y significación de la palabra«, que nos recuerda la propia historia del término; también nos recuerda cómo desde un principio se discutió el término «Día de la Raza», aunque se apuntaba a que Raza no se refería al elemento biológico, sino a los culturales que unen a los distintos americanos y a los españoles, también a los portugueses, sea dicho. Algo que resulta ciertamente curioso en tanto que ahora el Panhispánico circunscribe Hispanoamérica a los países de habla castellana, frente a Iberoamérica en que sí se incluye a los descendientes de Portugal.
(4) Cabe destacar que desde antes en Estados Unidos se celebra el 12 de octubre como el Día de Colón, fiesta impulsada por la comunidad italoamericana.
(5) Y otra vez me remito a lo que fue la independencia de los países americanos. También procede recordar las palabras de Galeano: «Los indios de las Américas viven exiliados en su propia tierra. El lenguaje no es una señal de identidad, sino una marca de maldición. No los distingue: los delata. Cuando un indio renuncia a su lengua, empieza a civilizarse. ¿Empieza a civilizarse o empieza a suicidarse?».
(6) Y no me refiero a Venezuela, por más que haya cambiado el nombre de esta festividad, allá en 2002 (ó 2003), por «Día de la Resistencia Indígena«.
Interesante y concuerdo en los terminos de exclusion que planteas. Personalmente creo que existe la necesidad de tener un dia para la celebracion de España en tanto nacion (yo si creo que lo es, ya se que tu piensas que no); el problema es que la elección del Dia del Descubrimiento como dicha fecha no fue una idea muy feliz por todas las implicancias que tiene y que tu bien comentas. Justamente leo un articulo donde se plantea que la consolidacion de la identidad de España como nación debe verse alrededor de su guerra de independencia, asi que eso hubiera sido una idea mas afortunada.
Comentas el caso de los uruguashos, pues parece que con los Argentinos la cosa va por ahi, y no se extermino porque bueno… el pais era demasiado grande, mas aun el famoso «maestro» Sarmiento hablaba en terminos despectivos de los lideres indigenas de esa epoca. Por los amigos argentinos que he conocido veo que en su pais (a diferencia del Peru) hay poco vinculo y lazos con lo que fue la historia antes no solo del descubrimiento, sino antes de la independencia!!! ya que como me dijo uno, mas que realzar los origenes de los antiguos pobladores del pais se busca mas resaltar lo de sus «padres europeos», en ese sentido Argentina esta mucho peor que el Peru ya que al menos reinvidincamos lo que hicieron las diversas culturas del Peru precolombino, en cambio ellos .. simplemente pasan de ello.
Por cierto, de lo que he leido creo que el Peru debe su base a dos personas muy diferentes: el Inca Tupac Yupanqui y el marques Pizarro.
Saludos
No niego la necesidad de «una fiesta común» (en Perú la tenemos y me parece bien, al margen de que no crea que seamos una sola nación :P). Es el día lo que escuece. ¿Otros días? Sin contar con el de la Constitución (que como fiesta de todos parece que no cuaja, al celebrar algo reciente) poner uno a la batalla de Covadonga (no tiene una fecha cierta, se le pone y ya), o tal vez la boda entre Isabel y Fernando (unión de la Corona de Castilla y la de Aragón), o el día en que el infante Juan de Castilla (luego Juan I del Reino) hereda el Señorío de Vizcaya en el S. XIV (título que ostenta el Rey de España en la actualidad, entre sus pochocientos títulos nobiliarios) o, incluso, el 2 de Enero celebrando la reconquista de Granada… En fin, que hay muchas fiestas que suponen hermanamiento, ponerla el 12 de Octubre fue tontería :P.
Sobre Argentina, si mal no recuerdo fue «peor». No lo mencioné porque no encontré la información confirmatoria de ello, pero justamente, según me dicen, fue Hipólito Yrigoyen quien creó una política de «conquista de la pampa» en que se motivó la inmigración desde Europa (se quería arios e Ingleses, se obtuvo italianos, españoles, rusos y de otras zonas de europa del este) para «poblar» las zonas antes indígenas, incluso realizó legislación en favor de las «colonias» (aunque según los textos de los radicales dichas colonias eran «frente a los grandes propietarios», pero los indígenas no aparecían por ninguna parte en dichas referencias, se referían a «colonias blancas»)… Según me cuentan, en las zonas con más indígenas (noroeste y similares) los indígenas son ninguneados como «no argentinos». Definitivamente están peor que nosotros en esa asignatura.
Hasta luego y gracias por el comentario y leer tamaño tocho :P
MUY BUENA HISTORIA ME SIRVIO EN MI TAREA
me serbio para mi tarea muchas gracias jejejejeje bye se cuidan