¿A qué se refieren con lo de «vencedores y vencidos»?

«Tiene que haber vencedores y vencidos y tiene que ganar la democracia y la sociedad española» María Dolores de Cospedal, Secretaria General del Partido Popular (ABC 04/10/2011)
«No habrá vencedores ni vencidos (…) Sólo con la vía policial jamás conseguiremos la pacificación del País Vasco» Ricardo Martí Fluxà, Secretario de Estado para la Seguridad y responsable de la lucha antiterrorista de España, siendo el ministerio del Interior presidido por Jaime Mayor Oreja (El País 28/11/1997)

El Partido Popular ha decidido cargar su artillería pesada con el tema de ETA contra el PSOE, ya se saben, elecciones cercanas, y aprovechando el «gesto» declarado del lehendakari vasco, Patxi López, de aligerar el sistema penitenciario, sobre todo con el acercamiento de presos, a aquellos reclusos que renuncien claramente a la violencia, ofrece a los antiguos etarras algo que ya está en la ley -el acercamiento para la reincersión para los que rechazan la violencia- y que en otras treguas ya se hizo de forma amplia como gesto para la paz (durante la de 1998 José María Aznar, presidente del gobierno, acercó a 138 presos condenados por distintos delitos vinculados con ETA al País Vasco), pero justamente uno de los grandes cambios entre el PP de 1998 y el actual (además de la necesidad de los votos de CiU y PNV y que ahora estamos en campaña) está en el discurso antiterrorista, no sé si porque fueron engañados (como casi todos los partidos) por una ETA que aprovechó la tregua para reforzarse o porque han visto que electoralmente el discurso belicista les viene mejor que el pacifista, y están dispuestos a mantener la histórica confrontación.

Por ello, además, insisten en que su postura no ha cambiado a lo largo del tiempo: Siempre estuvieron en guerra con Euroasia (parafraseando 1984), Aznar jamás dijo lo de «Movimiento de Liberación Nacional Vasco», nunca se acercaron presos y nunca se negoció (ellos iban, si eso, a ver si se rendían los de ETA), sus predecesores (AP) tampoco firmaron nunca el Acuerdo para la Normalización y Pacificación de Euskadi (pacto de Ajuria Enea) en donde además de la acción policial se manifestó el apoyo a los procesos de diálogo entre quienes quisieran abandonar las armas y los representantes del Estado.

Por eso, además, aunque se niega el conflicto (ahí solo hay unos asesinos, esto no es un conflicto con dos bandos, sino un Estado de Derecho, una democracia, contra unos criminales) a la par que emplean lenguaje militar para describir el final de la situación: Debe haber vencedores y vencidos. Para que los haya deben existir dos bandos, nunca hablamos de vencedores y vencidos cuando se destapa una red de corrupción y se arrestan a sus cabezas, nunca hablamos de vencedores y vencidos cuando el Estado captura una banda armada que asalta casas o destruye una red de trata de blancas, no porque en el Estado de Derecho la aplicación de la ley nada tiene que ver con lo de «vencedores y vencidos».

En una entrevista reciente en la Cadena Ser al ex lehendakari José Antonio Ardanza (quien gobernó el País Vasco ni más ni menos que 14 años, entre 1985 y 1999) explicó por qué el ya en el fallido Plan Ardanza hablaba de que no debían haber «vencedores y vencidos», comentó cómo la última vez que hubo vencedores y vencidos, con esas connotaciones, fue en el final de la guerra Civil, y lo que ello significó: El aplastamiento total de una serie de personas. También salió al paso: decir que no puede haber vencedores y vencidos no es igualar a las víctimas con los verdugos (como comentó Cospedal el día anterior a la entrevista) ni mucho menos, no significa impunidad contra los criminales, sino que la política que se desarrolle no puede buscar el «castigo de los vencidos» en ese sentido militar, de un grupo imponiendo a otro.

Y es cierto, la justicia (me refiero a la aplicación de la ley en un Estado de Derecho) no es «venganza» (es una de las razones por las que se debe rechazar la pena de muerte) ni tampoco tiene la lógica de la «victoria militar y humillación del derrotado». Esto lo entendía bien el primer gobierno del PP, de la boca del segundo al mando de Interior:

«Vamos por el buen camino a base de aislar la violencia, a base de unir a todas las fuerzas y a base de acción policial. El proceso y el procedimiento serán’ largos. No podrá haber nunca ni vencedores ni vencidos (…) La palabra rendición total es profundamente ajena a lo que puede suponer la posición del Gobierno en torno a ETA (…) Creo que habría sistemas para que ETA pueda hacer saber que quiere abandonar la violencia [pone como ejemplo el proceso con ETA P-M] En 1978, se vio muy claro cuando ETA político-militar quiso abandonar la violencia, se supo muy bien y se interpretó muy bien. El Estado tomó entonces determinadas medidas y manifestó su generosidad en un proceso que duró hasta el 1981-1982. No cupo ninguna duda de que ETA político-militar quería abandonar la violencia (…) Sólo con la vía policial jamás conseguiremos la pacificación del País Vasco»

Y todo esto antes del diálogo, cuando desde el gobierno se decía que aun no existían las condiciones para un proceso de negociación, que esas treguas parciales y demás no servían de nada (en el mismo artículo lo pone), y que querían hechos más que palabras (que se note la falta de la violencia por parte de ETA). ¿Ahora se dan las condiciones o aun no? En realidad debería ser esa la pregunta, no tanto si deben haber o no «vencedores y vencidos».

Si el Partido Popular ahora mantiene un discurso belicista totalmente, de vencedores y vencidos, haciendo referencia a esa humillación que supone el ser «vencido», esa persecución ideológica que algunos piden (no exigen algunos dirigentes del PP que ETA deje de matar, sino que la denominada izquierda abertzale deje de pedir la independencia), recuerda a un discurso militar que nada tiene que ver con el triunfo de la Democracia y la Sociedad que menciona Cospedal, puesto que supone la negación de los derechos de los victimatarios (que, aunque no guste a algunos, en una democracia y un Estado de Derecho hasta los delincuentes tienen derechos), el querer mantener términos como «vencedores y vencidos», «derrota total» y demás es permitir que ETA siga existiendo, porque la llama de venganza en el corazón del humillado, del vencido, perdurará aunque la organización parezca desarticulada, mantener la persecución y sospecha sobre más de cien mil personas es mantener una cantera de violentos con la justificación del vencido que quiere salir de esa situación.

Ese «vencedores y vencidos» suena demasiado al discurso franquista, recuerda demasiado lo que significa la represión contra los «vencidos», y no hablamos de la «treintena» de etarras que pueden temer la «posición de vencidos» sino de todo un entramado social que se puede sentir así, o mejor dicho, que quieren que se sientan así (con ese «todo es ETA» que mantiene el PP y otras organizaciones y partidos).

Negar, por otro lado, la existencia de «vencedores y vencidos» no es igualar a «víctimas y verdugos», como dice Ardanza y decía antes el PP gobernante, una cosa es negar ese discurso militar y otra favorecer la impunidad. Los «vencidos» no serán los «verdugos» ni las «víctimas» serán los «vencedores», entre otras cosas porque el Estado no está ejecutando una venganza en nombre de las «víctimas», y porque los «verdugos» deben ser tratados como el resto de delincuentes, sin ir un paso más allá (lo que es la humillación al «vencido», como son las medidas de dispersión, un castigo a la familia y al entorno más que al propio reo), procesados por un Estado del Derecho que debe huir plenamente del odio y el triunfalismo.

Y sí, la «paz», mejor dicho, el fin de ETA es casi imposible solo por la vía policial-judicial, no es una mera mafia, hay algo más, y ese algo más se debe canalizar por vías políticas.

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