¿Una concentración no pero un periódico sí?

La Ley Orgánica del Régimen Electoral General (LO 5/1985, LOREG) dispone de todo un marco normativo para las campañas electorales, posiblemente el más incumplido antes, durante y después de los periodos de campaña (así la existencia de la «pre-campaña» sería el ejemplo más palpable de esto, sin ir más lejos), las juntas electorales se esfuerzan malamente en reaccionar ante incumplimientos y, básicamente, prohibir actos que puedan ir contra ese marco normativo (esta vez, tras la última modificación de la LOREG, se lo han pasado pipa prohibiendo inauguraciones de locales, obras y demás, sean declaradas como tales o aperturas encubiertas, y a los partidos con poder municipal -sobre todo- reclamando una aplicación no estricta de la ley que ellos mismos aprobaron -cuando es el PSOE o el PP quien reclama-). El art. 53 de la LO 5/85 establece, al principio: «No puede difundirse propaganda electoral ni realizarse acto alguno de campaña electoral una vez que ésta haya legalmente terminado.» Ese fue el caballo de batalla en todo lo de Democracia Real Ya o Movimiento 15-M para que se permita su presencia en las calles en la jornada de reflexión y en el día de votaciones: Lo que hacemos, decían, no es propaganda electoral según la ley (por eso el día de la reflexión y hoy mismo se cuidaron muy mucho de hacer referencias explícitas a cualquier partido político). Ayer en Pucela la organización se afanaba para que no se pidiera voto para nadie o en contra de nadie.

Ayer una compañera, en la bitácora de DRY de Valladolid, sobre la Jornada de reflexión hacía notar y preguntaba lo siguiente:

«Titular del editorial del periódico La Razón en el día de reflexión de estas elecciones autonómicas y municipales de mayo de 2011: “La alternativa es el PP”. Y comienza el debate. ¿Desde cuándo los medios de comunicación tienen derecho a pedir el voto de manera tan flagrante en una jornada como ésta y ciudadanos de a pie han de ser cautelosos al extremo para evitar episodios de brutalidad policial como los que ya se dieron el año pasado en el barrio El Cabanyal de Valencia? ¿Por qué la propaganda electoral no se retira de farolas, mástiles, casetas y quioscos de anuncios? Y finalmente, ¿tiene sentido mantener la propia jornada de reflexión en un momento en el que el proceso de deliberación personal resulta cada vez más visible con la expansión de Internet y el boom de las redes sociales?

Caricaturizando la resolución de la JEC sobre las reuniones durante el 21-M Vergara nos proponía una formación de «homologada» para el paseo sabatino, mientras que a un grupo no-partidista se le ponían todas las trabas legales, un periódico se daba el lujo de incluir en su titular la petición de voto directa por un partido político («La alternativa es el PP»), y durante la jornada electoral (donde las prohibiciones de la jornada de reflexión son aun más fuertes, si cabe) ha sacado otra editorial atacando a los partidos de izquierda y al PSOE y en favor del PP (aunque no se le mente directamente, se le da como ganador y como comienzo del cambio en España) bajo el titular de «El cambio empieza hoy», así el periódico «advierte» que «[n]o parece que la izquierda radical, cuyo modelo de modernización se inspira en el castrismo y en Hugo Chávez, sea el cambio que quieren los ciudadanos y el que necesita España para salir de la crisis, crear empleo y alejar definitivamente los fantasmas de una intervención financiera», y luego ya pone que se necesitan nuevos gestores, y estos no están ni en la izquierda ni en los partidos chicos (como nos dejó claro el día anterior). A esto podemos recordar dos cosas, por un lado que el partido que gobierna un cabildo, ayuntamiento o comunidad autónoma y presenta a los mismos que están actualmente gobernando no puede ser alternativa de nada, y por otro, que se equivoco de lleno en dónde están las inspiraciones de la izquierda, o incluso, en considerar que el PP es alternativa a nada (incluso donde no gobierna), puesto que significa más de lo que ya tenemos.

La propaganda electoral en las calles no se retira, cierto que no se reparten pasquines ni se celebran mítines, pero convengamos que ambos puntos son los menos interesantes de las campañas, los que menos gente ve o lee, los que convencen a menos población y los que sirven menos, salvo para ganar minutos noticiosos o algunas letras impresas en el rotativo local o nacional de turno. La propaganda de carteles sigue ahí el día de la reflexión. Cierto, es una propaganda pasiva, pero que inunda las calles, la vemos de reojo aunque no queramos.

Los periódicos y demás medios de comunicación, como vemos en el mero ejemplo de La Razón, también continúan en campaña electoral, tanto el sábado pre-elecciones como el día de las elecciones, los carteles electorales siguen puestos en las avenidas y paredes de la ciudad, toda la campaña significativa, en realidad, continua, lo único que no vemos son a políticos exigiendo el voto para llegar al poder, que es casi lo único sincero de toda la propaganda, así que la pregunta es: ¿Por qué toda esa campaña puede seguir hasta el mismo día de las elecciones pero en cambio se deben prohibir las manifestaciones que no están vinculadas directamente a ningún partido? O incluso la de los partidos. Esto es: ¿Por qué mantenemos la jornada de reflexión? Nada más fuera de tiempo que ese día para pensar en quién votar.

Dos argumentos extras contra ese día de «reflexión»: Existe el voto por correo que cualquiera puede solicitar, ahí votas unos cuantos días antes del final de la campaña, y decides el voto con toda la campaña funcionando, y nadie puede decir que esa decisión está malformada por la no existencia de un día de reflexión «sin campaña», en tanto que se emite libremente durante la misma; La mayoría de gente decide su voto mucho pero que mucho antes de la jornada de reflexión, más aun, la mayoría lo tiene decidido incluso antes del inicio de la campaña. ¿De qué sirve, entonces, la jornada de reflexión?

La ley electoral nos trata como niños pequeños que necesitan de un poco de silencio para tomar una decisión, pero, como es lógico, no puede conseguir todo el silencio, y evidentemente cortar las alas a los columnistas o editorialistas esos dos días sería atentar contra la libertad de expresión, así como lo es prohibir reuniones y manifestaciones esos dos días, como ya ha dejado claro parcialmente el Tribunal Constitucional (limitando, y mucho, la forma en que se entiende qué es un acto de campaña, algo que el JEC en su mayoría no quiso entender cuando prohibió las manifestaciones y concentraciones de estos dos últimos días).

Países de la órbita española no tienen jornada de reflexión, y nadie resta una pizca de legitimidad a sus elecciones considerando que sus ciudadanos han visto atentado su derecho a decidir porque alguien celebrara un acto electoral acá o allá, es lógico, igual que a nadie le interrumpe ese acto el viernes, ¿por qué debería hacerlo el sábado? Y como digo, más gente lee los periódicos (o cualquier otro medio, en la red o fuera de ella) que bien siguen pidiendo el voto o el no voto para distintas opciones que la que acude a actos puramente electorales en la calle, ¿qué sentido tiene prohibir el uso de la vía pública para la campaña y no el resto de medios, que tienen mucho más alcance real?

Acabemos de una vez con el día de reflexión (así como con las prohibiciones de publicar encuestas, otra cosa absurda, más cuando los medios extranjeros a los que tenemos perfectamente acceso las siguen publicando).

Excurso: Hoy a las 9pm todos en Fuente Dorada.

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