Dime con quién andas…

Las alianzas políticas para estas presidenciales no tienen ningún sentido. Bueno, lo tienen, son sumas de electorados que siguen a su particular caudillo, pero mientras unos reclaman que las alianzas se hagan sobre bases programáticas, otros suman votos. Escribió hace unos días Carlos Meléndez (también conocido como El Jorobado):

«las alianzas políticas no son acuerdos de las bases (éstas son la extensión de pequeños feudos personales al interior de los interesados seguidores), sino tratos pragmáticos creados en torno a conveniencias políticas, considerando simpatías y antipatías personales, y los pronósticos sobre el humor veraniego del electorado peruano.
Dentro de esta dinámica, alianzas electorales aparentemente incomprensibles (lo que algunos llaman “sancochados”) tienen una lógica pragmática supeditada a la realpolitik de la valla electoral antes que a la coherencia ideológica en un país -mano en el pecho- donde los programas políticos no importan tanto como los programas televisivos.»

Es lo único que nos permite entender que Pedro Pablo Kuczynski, que se presenta como «liberal» y de «centro progresista» (al margen que no lo sea), se alíe con el ex comandante General del Ejército Edwin Donayre, o con Humberto Lay, o con Yehude Simon (¿qué hace él entre esos? ¡quién le viera y quién le ve!), o con… Ya me entienden.

Claro que si te presentas con la derecha rancia y religiosa del país, autodefinirse como «centro progresista» es casi una broma de mal gusto, aunque claro, como esto del centro es en relación a los extremos, y por la izquierda solo hay «centro izquierda» mientras que por la derecha tienes a fujimoristas y a Rafael Rey en un único paquete, pues cualquiera es «centro» (hasta la candidatura de Toledo o la de Castañeda), porque el centro está muy a la derecha…

Pero a lo que iba. Parte de nuestro ejército es corrupto. Parte de los que lo han dirigido son los más corruptos entre los corruptos del ejército. Parte del ejército no cree en los derechos humanos y solo entiende de fuerza. Parte de los que lo han dirigido se ríen de los derechos humanos y hacen lo posible para instaurar «soluciones» de uso de la fuerza. Parte de nuestro ejército, y sus dirigentes, están hasta el cuello de la porquería del narcotráfico (que, discrepo con muchos, no es el peor problema del Perú ni de lejos, ni el más inmediato, mucho peor es la corrupción en sí misma que da alas a ese narcotráfico, por ejemplo), pero esto ya lo sabíamos, incluso cuando cae el fujimorismo y la careta de lucha contra el narcotráfico desde el SIN de Montesinos sabíamos que si se daba palos a unos grupos de narcos era para favorecer a otros, sabíamos, y sabemos, que muchas bases militares (aéreas por ejemplo) son usadas para fines ilícitos, sabemos que el ejército estaba metido y lo sigue estando.

Ahora podemos poner algunos nombres y apellidos, y uno de ellos acompaña a PPK en esa «Alianza por el Gran Cambio» (¿cambiar el qué? Si se puede saber), Edwin Donayre está implicado de pies a cabeza en todo el tema visto en los «cablegates» del ejército y sus relaciones con el narcotráfico, está metido, además, en la represión contra quienes osaban investigar esas relaciones para acabar con un problema grave (que no crea que sea el principal problema no significa que no lo vea como grave), pero es que estos cuestionamientos sobre un Comandante en Jefe que salió como héroe del Ejército (cuando debería estar más que arrestados) no se limitan a un tema «nuevo» como es el narcotráfico, sino a una serie de barbaridades varias que debían hacer que cualquiera rechazara ir a su lado salvo que sea un nacionalcristiano militarista contrario a derechos humanos y, además, un corrupto.

Hace un año escribí, sobre este sujeto, lo siguiente:

«Un poco de memoria: Donayre impulsó un injustificado premio a La Razón por sus contribuciones a la institución castrense (inexplicable, salvo que los objetivos del ejército sea buscar la impunidad de sus miembros); el ejército, bajo el mando e impulso de Donayre, junto con el Instituto Nacional de Cultura censuraron la exposición de Piero Quijano (por “ofensas” al ejército); se ha posicionado varias veces (incluso como columnista en La Razón) contra el procesamiento de los militares por los supuestos crímenes que cometieron durante el conflicto armado interno; el ejército, bajo su mando, financió una película sobre el conflicto; impulsó el convenio con, si no mal recuerdo, Miraflores para que los militares den Educación Cívica en los colegios; implicado en el caso de corrupción con la gasolina (y de castigar usando los destinos a los que investigaban el caso)… Entre otras lindezas.»

Ahora salen más barbaridades cometidas bajo la gestión de Donayre en el ejército, ¿y qué responde PPK ante todo eso? Que lo de Wikileaks son «babosadas», «rumores». En otras palabras, que prefiere no hablar del tema, que él quiere a un sujeto que le puede robar electorado a los fujimoristas y su manu militari antes que a aliados limpios de toda duda razonable o, al menos, con una ideología similar a la que él dice tener. Así que PPK prefiere anteponer un puñado de votos (y la «presunción de inocencia» que siempre se reclama cuando el acusado es de «los nuestros», como quien dice) e ir con un cuestionado (desde hace tiempo) Donayre que, además, ya se van sacando otros trapos sucios como su relación con los Sánchez Paredes, ni más ni menos.

Como en el último escándalo protagonizado por Donayre (una idiotez que se les fue de las manos a todos), se quiere matar al mensajero (la otra vez se consiguió), Donayre y el general Da Silva ponen el grito en el cielo y se rasgan las vestiduras hablando de la embajada estadounidense (se sienten «traicionados», dicen) y dicen que irán con todo contra el informante en cuanto averigüen quién es. Según Marco Sifuentes, lo más probable es que sea el general retirado Wilson Barrantes, quien fuera comandante de la Segunda Brigada de Infantería de Ayacucho.

Como dice Sifuentes, parece que ya sabemos (aunque el implicado lo niegue) quién es el informante de marras, ¿ahora vamos al tema de fondo? ¿Existe esa corrupción en el ejército? ¿Existe esa relación con los narcotraficantes? ¿Se la juega PPK llevando a este sujeto como aliado? ¿Ese es el «gran cambio» que nos promete? ¿Más de lo mismo? ¿Más opacidad en el ejército? ¿Más impunidad?

Pero no, siguen disparando al mensajero, al mensaje, y a todo lo que se tercie, como tontos se quedan mirando el dedo que señala mirando la luna, pero son lo suficientemente listos para hacerlo a propósito, no quieren que veamos la luna, quieren que hablemos del dedo.

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