Me había propuesto no escribir sobre la manifestación convocada y ejecutada (con gran éxito) contra el aborto (ellos lo llaman «pro-vida», no de la gestante, claro, ya que hasta rechazan el supuesto de «por la salud de la embarazada» en tanto que prima el derecho del no nacido) del pasado sábado 17 de octubre, pero lo hago no para contraatacar su postura, sino sorprendido (de verdad) por el grado de manipulación que se está realizando, y sobre todo la que se hace desde el Partido Popular, porque tiene tela que ese partido, por puro oportunismo, se suba a ese carro.
Lo primero, la manifestación del pasado 17 de octubre no fue contra el actual proyecto de ley del aborto, sino en contra «de toda legislación permisiva del aborto» (lo dice el propio manifiesto de la plataforma que convocó la manifestación), sí es cierto que dentro de las peticiones está la retirada de la ley de plazos, pero es solo porque «agrava» la situación actual (que, como dicen todos los convocantes, es tremendamente injusta, mata, un genocidio total, y todo con fotos de bebés de varios meses, para que luego hablemos de la manipulación en la publicidad comercial -hala, ya puse la primera manipulación, y dentro de un paréntesis-)…
He escuchado declaraciones de buena parte de los políticos del Partido Popular (PP), incluido el ex presidente del gobierno, José María Aznar, decir que esta manifestación era contra la ley en trámite, esto es, contra la ley de plazos, para así salvar la tremenda incoherencia de verles desfilar con los «pro-vida» cuando ellos, con mayoría absoluta, no modificaron la legislación permisiva con el aborto en los tres supuestos que desde 1985 está vigente en España. Al menos Mayor Oreja admite «responsabilidad» de su partido por no cambiar la legislación mientras gobernaron. Pero ahí estaban otras personalidades muy cercanas al PP, como la que fuera periodista Isabel San Sebastián, que reiteradamente habla de «contra la ley en trámite» cuando no es del todo cierto, es también contra la ley vigente.
Hay que dejar claro que los convocantes son totalmente contrarios a cualquier forma de aborto, no valen, para ellos, medias tintas, absolutamente ninguna (ni el peligro para la futura madre), así que tampoco caben los supuestos actuales (donde el aborto por ser el embarazo causa de una violación está permitido). Por tanto, en contra de lo que declaró Rajoy, no es el proyecto de ley la que «divide a la gente», sino la propia legislación actual (y ni a muchos, mayoritariamente se es favorable a la existencia de una interrupción voluntaria del embarazo regulada). Desde el PP se asegura que recurrirán esta ley de plazos si se aprueba al Tribunal Constitucional (nada raro, llevan más de 30 recursos de inconstitucionalidad, y en su momento, sobre el 83, cuando aun existía el recurso previo a la promulgación de las leyes, Alianza Popular, predecesor del PP actual, llevó al Constitucional la despenalización del aborto), también indicaron que si llegan al poder cambiarían la ley, claro que no dijeron en qué sentido.
Sería lo suyo que si vuelven a un sistema de supuestos (como el actual) los antiabortistas salieran a la calle como lo hicieron durante… No, esperen, NO lo hicieron, durante el gobierno del PP no movieron ni un pelo, salvo declaraciones de la Conferencia Episcopal y evitar que las clínicas pagadas con fondos públicos pero pertenecientes a entidades católicas se vieran obligadas a practicar abortos, con eso les bastaba, y eso que ahora lo comparan con el Holocausto Nazi.
Entonces, la pregunta obligada es: ¿Por qué los «pro-vida» no se manifestaban contra el aborto durante la época de Aznar? Benigno Blanco, presidente del «Foro Español de la Familia» (FEF), una de las cuarenta y dos entidades convocantes de la manifestación del 17 de Octubre, estuvo en «Los Desayunos de TVE» del pasado 19 (miren el programa desde el minuto 34 más o menos), justificó que no se saliera antes porque «no podemos estar manifestándonos todos los días» (dice que no se ha salido en los cinco primeros años de «Zapatero», pero no es cierto, sí que se ha salido por la familia y contra el aborto en ocasiones anteriores, incluso antes de este proyecto). Ahora, un dato, Benigno Blanco fue durante los ocho años de gobierno de Aznar, Secretario de Estado, primero de Aguas y Costas y luego de Infraestructuras. ¿Durante ocho años Benigno Blanco fue un colaboracionista de un genocidio de quinientas mil vidas (los abortos legales producidos durante ese periodo de tiempo)? (Porque es como plantean la cuestión sobre los miembros del actual gobierno y todos los que estamos a favor de la interrupción voluntaria del embarazo.)
Una manipulación, y esta desde los convocantes, es un falso dilema de suma cero que proponen. Dicen, simplificando un poco, «menos aborto y más políticas sociales en favor de la mujer» (por ello aseguran que su manifestación es positiva, en favor de algo -las políticas para la mujer-, no en contra de algo -el aborto-), y ponen el acento en que los esfuerzos del gobierno van encaminados al aborto, lo que resta esfuerzos para políticas sociales «en favor de la vida y la maternidad», como si haciendo una cosa no se pudiera hacer la otra. Diré más, este gobierno, tarde, mal y a rastras (no daré de recordar que en un primer momento se negaron a una ley de plazos, igual que muchas de sus políticas sociales son deficientes, pero al menos existen) está haciendo más esfuerzos en favor de la maternidad de los que hicieron los conservadores que tanto hablan de familia y se suman a las manifestaciones de los obispos o de grupos católicos y conservadores, sin ir más lejos, el cheque bebé, la ampliación del permiso de maternidad, la creación del permiso de paternidad, determinados estímulos a la contratación de madres, estímulos a horarios flexibles para conciliación de vida familiar, reducciones de jornada obligatorias por temas de familia, y demás se han aprobado durante estos cinco años (algunos en aplicación de directivas europeas, todo hay que decirlo), y por supuesto que no se obliga a nadie a abortar (ni a ninguna menor a que no se lo cuenten a sus padres), lo que hacen los convocantes, en este extremo, es manipular (al plantear el falso dilema).
Permitir algo (ley de plazos frente a una disfuncional ley de supuestos) no significa ahorrar (o no hacer) en políticas sociales, no hay tal dilema. En otras palabras, se pueden poner todas, absolutamente todas, las medidas públicas habidas y por haber para fomentar no solo la natalidad, sino todas las formas de protección a la mujer para que no se vea «obligada» (por ejemplo, por necesidad económica -porque aun hoy hay empresarios, aunque la ley lo prohíba, que despiden a una mujer cuando se queda embarazada, y fijo que alguno de esos canallas se han manifestado el sábado-) y aun así defender y mantener una ley de plazos para la interrupción del embarazo. Como no hay contradicción en dar una buena educación sexual y dispensar gratuitamente el anticonceptivo de emergencia (la llamada píldora del día después), cada cosa tiene su necesidad y justificación, y no son contradictorias, sino, en su caso, complementarias.
(Claro que muchas de esas organizaciones ponen el acento en los trastornos psicológicos en la mujer que aborta, por supuesto que es algo que no se hace con alegría -pareciera que las mujeres que piden el derecho al aborto están todo el día abortando felices de la vida, así tampoco es-, y proponen como solución que por lo visto no genera trastornos, el continuar con el embarazo hasta su finalización -por ejemplo, nueve meses cargando con la prueba de una violación- y luego dar al nacido en adopción, ¿de verdad eso causa menos trastornos a la mujer que abortar? déjenme dudarlo, el echo de entregar en adopción es una decisión tan o más dura que la de abortar, y el hecho de cargar durante meses con algo que te hace daño también es más duro que abortar.)
Sobre las cifras ni voy a hablar, primero, por algo que ya he dicho muchas veces, aunque sean cincuenta mil personas, es un éxito de manifestación en todo el sentido de la palabra, miren las que está cayendo y las clases populares no sacamos ni diez mil a las calles, hemos perdido la perspectiva y parece que si no hablamos de millones de personas hablamos de poca gente, cuando un millón de personas es simplemente una burrada, segundo, porque los convocantes siempre las inflan, y en parte es porque desde «el suelo» es difícil, sino imposible, calcular a ojo cuanta gente puede haber (y la explicación que da Benigno Blanco tiene tela, u otras que se dan, como la cantidad de buses fletados -inflando muchísimo la cantidad que cabe en cada bus-, o la de Isabel San Sebastián, en un programa de Telemadrid, que iba en la parte delantera y más abarrotada de la manifestación, presuponiendo que en el resto estarían igual, cuando no es cierto), segundo, porque no es un tema tan importante, sean cien, sean mil o sean cien mil, estamos hablando de gente tan disgustada o disconforme que se organiza para salir a la calle y manifestar su opinión, y ya solo eso es un éxito en sí mimo, en tanto que han conseguido su objetivo, plantear un debate público sobre un tema tomando como punto de partida su propia opinión. Personalmente me quedo con las cifras y las pruebas dadas por El Manifestómetro y la compañía Lynce (contratada por EFE), pero, como digo, el que sean cien mil o cien millones es indiferente, han conseguido con creces sus objetivos, la manifestación ha sido todo un éxito sin dudas.
Sobre el método de esta última, de Lynce, va el final de las manipulaciones de las que hablo en esta entrada: Telemadrid y su relación con la compañía Lynce. Cuando la marcha del día del Orgullo LGBT, desde Telemadrid contrataron a esa empresa para que midiera la cantidad de gente (con un margen de error del 10%, nadie es perfecto), y usaron esos números para contrarrestar las exageraciones de los «orgullosos», incluso llegaron a realizar un reportaje sobre cómo trabaja dicha compañía, su sistema para «contabilizar, que no estimar», que pueden ver en YouTube, ahora bien, como la contabilización de Lynce ya no servía para decir que había millones de personas, lo que hizo EFE al contratar dicha compañía es «una manipulación (…) es una tomadura de pelo», en palabras de Isabel San Sebastián en el programa «Alto y Claro» de Telemadrid (pueden verlo en YouTube gracias a ElPlural). Los métodos de contabilización o estimación, al parecer, solo valen cuando sus cifras gustan al comensal.
¿Mi posición sobre el aborto? Creo que ya la he expresado bastantes veces (por ello esta vez, antes de la manifestación, no puse nada), así que les dejo unos enlaces:
- «Reforma del aborto no progresó» (diciembre de 2007);
- «Aborto y píldora del día siguiente» (mayo 2009);
- «Sobre el documento de la Iglesia sobre el Aborto» (junio 2009);
- «Tras la no decisión del CGPJ sobre el aborto» (julio 2009).
Y de paso, la diferencia entre aborto y anticonceptivo oral de emergencia: «CSdeL: Píldora del día después no es abortiva» (febrero 2009).