El Ejército no está haciendo su trabajo, acepta como buenas partidas de nacimiento o cualquier papelucho mal falsificado para reclutar jóvenes, no como «recién cumplidos los dieciocho», sino como «menores de edad», y encima los manda a las zonas calientes, de emergencia, esas a las que solo deberían ir tropas altamente entrenadas y bien pertrechadas, pero parece que el plan es agotar las balas del enemigo con nuestros jóvenes escudos humanos, y por otro lado tenemos una generación entera, en una zona deprimida del país donde eso del milagro económico peruano es cosa de limeños y narcos nomás, que tienen como única salida de la pobreza el engrosar las filas de las fuerzas armadas peruanas, aun cuando no cumplan el básico requisito de edad.
Dos Dramas
Algo no funciona bien cuando el único escape legal para la miseria más profunda es falsear tus datos para poder entrar en el ejército. Y el ejército se aprovecha de ello y hace la vista gorda con los papeles, intentando parecer inocente en lo que, como poco, es un mal trabajo de su parte en la comprobación de las edades.
El defensor del Pueblo en Ayacucho, Jorge Fernández Mavilla, denunció que durante el 2008 se habrían producido más de 120 reclutamientos arbitrarios por parte del Ejército, y muchos de los nuevos soldados serían menores de edad, al menos al momento de pasar a filas. Cabe destacar que «las Fuerzas Armadas acuden a zonas distintas de su jurisdicción territorial -principalmente amazónicas- para efectuar los reclutamientos. Uno de los lugares más recurridos sería la Plaza Miguel Grau en el caso de Pucallpa. Hasta este lugar, acude personal del Ejército de bases militares tan diversas como las de de Ayacucho, Huánuco, Tingo María, Junín, Cusco, entre otras.». En Contamana (Loreto) se han reclutado hasta menores de 15 años de edad, entre esos 29, según sus progenitoras, que engrosan las filas del ejército peruano.
El hambre se combate con cualquier arma, aunque esta sea tener que portar una de forma poco regular. Y el ejército lo sabe, los comandantes lo saben y así es como de tantas bases militares se manda reclutadores, por llamarles de alguna forma, a zonas realmente deprimidas para atraer para sus filas a todo tipo de jóvenes deseosos de un futuro mejor sin importar el precio.
Mienten, se defiende el ejército, con respecto a su edad, pero ellos no son diligentes para el reclutamiento, no cruzan datos ni nada, creen a cualquiera que quiera enrolarse porque necesitan reclutas nuevos y sumisos, que acepten a ir a las zonas «calientes», esas donde ningún soldado con tres dedos de frente y deseos de conservar su pellejo, patriotismos aparte, quiere ir.
Y el Ejército está nutriendo las patrullas en las zonas más conflictivas con personal poco cualificado, nuevos reclutas buena parte de ellos, carne de cañón, para más inri, no solo son nuevos, sino que son menores. ¡Menores de edad! Jóvenes que no pueden votar pero que ya les dan un arma para que defiendan un país que previamente les negó el progreso para que, forzados por la situación, decidieran coger el camino militar como fórmula para tener tres comidas al día.
No es la solución…
Los casos denunciados por el Defensor del Pueblo, Fernández, han sido reconocidos por el Ejército, se les dio de baja y se les mandó de vuelta a sus casas, pero la problemática no ha sido resuelta para nada, tenemos por un lado un ejército que no cuenta con personal especialmente calificado para las labores que hacen en el VRAE, que no tienen el equipamiento debido (mientras el dinero se va en pertrechos caducados, en vehículos para engrosar el ego herido tras la renovación chilena de su armamento -esa guerra a punto de explotar si hacemos caso a La Razón, pero ¿quién hace caso al amarillismo fujimontesinista hecho diario?-, pero nada que sirva para lo que necesitamos, y claro, en gasolina con sobreprecios), tenemos, lo más grave, zonas sumidas en grandes problemas, donde la depresión y el hambre son la única moneda que conocen y de lo que el Ejército se está aprovechando para llenar sus escuadrones.
Los debes
La política de reclutamiento del ejército deja mucho que desear, y eso se debe cambiar, las políticas económicas y sociales en el interior y la selva peruana deben cambiar, porque solo se está produciendo hambre y la búsqueda desesperada de cualquier escape con nombre de trabajo, aunque este sea pintarse una diana en la espalda para ir a una zona en conflicto.
Se deben pedir responsabilidades a los cargos militares que no han hecho su trabajo, que hicieron la vista gorda y que, encima, destinaron a gente en Servicio Militar a zonas donde solo deberían estar especialistas. Y se deben pedir responsabilidades políticas, comenzando por el Ministro de Defensa, como poco.
Y se debe pedir un profundo cambio de sistema, una verdadera distribución de la riqueza, para que esos jóvenes no vean el Servicio Militar voluntario como la única forma de comer caliente.
Excurso: Sobre el narcoterrorismo en Vizcatán pueden leer un genial artículo de Bernd Krehoff en Perú Político: «Terrorismo en Vizcatán».