Suárez y las responsabilidades políticas

El cargo de Contralor de la República es, en un país como Perú, de extrema importancia, así pues, el proceso en que se elige a quién será el candidato a nombrar, posteriormente, por el Congreso, será reflejo de lo que podemos esperar ex ante de la labor de control sobre las cuentas. El nombramiento de Suárez, y posterior anulación, son una muestra de lo mal que funcionan las cosas en Perú, de marchas para delante y para atrás, y de que toda la Comisión Webb fue realmente una patraña absurda en la que ya se había elegido a quién sería la candidata del ejecutivo (persona cercanísima al gobierno, y a un ministro no-aprista), siendo todo el «concurso público» una farsa.

Es pertinente recordar, antes de entrar en materia, que la Contraloría General de la República es una entidad autónoma, establecida en la propia constitución (artículo 82º), regulado por la Ley N° 27785, Ley Orgánica del Sistema Nacional de Control y de la Contraloría General de la República, de 23 de julio de 2002, y cuya misión es velar por el uso eficiente, eficaz y económico de los recursos públicos, así como «la correcta gestión de la deuda pública, así como la legalidad de la ejecución del presupuesto del sector público y de los actos de las instituciones sujetas a control».

Comisión Webb
Richard Webb, ex presidente, por dos veces, del Banco Central de Reserva del Perú y, entre otras cosas, quien renegoción la compra de los patrulleros sobrevalorados con Gildemeister, fue designado para presidir la Comisión encargada de llevar a cabo una preselección de candidatos para que, entre ellos, eligiera el Presidente de la República, Alan García, a uno para presentarla al Congreso. Hay que señalar que además de los postulantes, la Comisión podía barajar nombres propios para ser candidatos.

Algo olía mal en todo el asunto desde un principio Raúl Wiener aseguró que la «Comisión Webb manipuló el perfil de los candidatos«, y hace un repaso por encima de lo que fue la convocatoria y de quienes, finalmente, fueron los posibles tres candidatos. Además, ahora, sabemos que los miembros de la comisión ni hicieron caso al ex contralor Matute, el que se sorprendió de que los miembros de la comisión no conocieran el trabajo de la Contraloría, ni se indagó o comprobó la documentación aportada por los candidatos, esto último especialmente grave, habida cuenta del cargo para el que se postulaba. Hasta en la oposición más sencilla se comprueban o deben comprobar todos los documentos, ¡¿cómo no hacerlo para uno de los cargos más importantes?! ¿Qué trabajo realizaron, entonces, los integrantes de la comisión?

Responsabilidades más allá de la Comisión y Suárez
Desde el APRA y el gobierno se han apresurado para culpar a la Comisión y hacer responsable de la falta únicamente a Suárez (que, no cabe duda, es la principal responsable de todo el asunto, a la que ya le caerán las denuncias penales que correspondan, en su caso), Mulder incluso atacó a la comisión diciendo que debe servir como lección para «darnos cuenta que a veces procedimientos improvisados no resultan en algo mejor»… ¿Quién eligió el procedimiento? ¿De quién es la responsabilidad única y exclusiva, en el plano político, de la forma en que el ejecutivo elige a sus candidatos? ¡El propio ejecutivo! En este caso de Alan García (que es, además, quien firma la candidatura ante el Congreso).

Alan García crea una comisión ad hoc para que la misma postule, finalmente, a los candidatos cercanos al gobierno (y tanto, asesora de un ministro, Rey, y ex candidata aprista al Congreso en el 2001), y entre los postulantes de la Comisión fue el presidente de la república quien, finalmente, eligió a la candidata a Contralor General de la República. ¿Que la comisión hizo mal su trabajo? ¡Hizo lo que el presidente quería que hiciera! Y fue finalmente él quien eligió y firmó la candidatura de Suárez. Y el Congreso hizo lo que siempre hace, un «sí Guana» y listo, a correr con nueva contralor.

No sólo hay que pedir responsabilidades a Suárez, hay que exigírselas, las políticas, a quien la presentó como candidata a Contralor de la República, esto es, a Alan García Pérez. Es patético cómo se está evitando asumir responsabilidades por parte del gobierno y su partido, descargando todo en la Comisión Webb y la propia Suárez.

Excurso: la defensa de Ingrid Suárez
Creo que esta señora se ha retratado a sí misma demasiado, se ha defendido mal y sus explicaciones la han hundido aun más en la miseria. Ahora se «defiende» otra vez, acusando al mensajero e insistiendo en que no fue un error consignar unos estudios que tiene de forma no oficial, insiste en que los probará en su momento, pero hasta ahora lo que ha presentado es una hoja de notas como si fuera oficial cuando no puede serlo y un certificado, firmado por un profesor, de que asistió como oyente (alumna libre).

La contadora pública (que esto sí lo es, y era lo importante para el cargo, todo lo demás es el clásico «por la boca muere el pez» y que la pavonería se paga mal) sostiene: «Consigno esos estudios porque los he realizado, es parte de mi vida académica y formativa. No es un error ponerlo porque es lo que he hecho.»

Ella misma declaró que fue oyente (alumna libre), por tanto, no estuvo matriculada. ¿Cómo es posible que no se dé cuenta que NO tiene el título? Como ya he manifestado, el problema es que se atribuye un título que no tiene, esto es, el problema es que miente de mala manera, si hubiese consignado dichos estudios «por libre» en un lugar distinto al de logros académicos todo este lío se hubiese evitado (y tendríamos, nada más, el problema de una Contralor totalmente alineada con el gobierno). Y debería tener la humildad de admitir que es un error consignar que tiene un título que, oficialmente, no tiene. Por más que se haya pasado cinco años de oyente.

Ojo, ella dice que lo de Bachiller venía en el formulario del PCM, pero no hay que olvidar que se pavoneaba firmando como Ingeniera, lamentablemente vivimos en un mundo lleno de titulitis, y lo que no es oficial, en principio, simplemente no es. Ni debía firmar como ingeniera ni debió consignar como título académico en el formulario unos estudios por medio de los cuales no alcanzó dicho título (como bien recuerda, necesita un proyecto Fin de Carrera, no lo hizo, no lo defendió ante un tribunal, no tiene el título aunque ella insista en que sí tiene los estudios).

2 comentarios en «Suárez y las responsabilidades políticas»

  1. Una pena lo que ha sucedido con Ingrid Suárez, no tenía necesidad de presentar unos documentos dudosos sobre sus estudios de Ingeniería en España, ella dice que asistió como alumna libre, pero ya es demasiado tarde, esperó a que la investigaran y descubrieran que no es Ingeniera y que sus estudios fueron de manera libre, lo cual no genera ningún título profesional.
    Una pena por que sucede justo en la primera convocatoria que se realiza para este cargo.
    Una pena por que es contadora y era una buena oportunidad para nuestra profesión de estar representados en una institución que por ley debería de correspondernos.
    Una pena por que en las noticias hablan políticos, ingenieros, y otros personajes más, pero ningún comunicado de algún colegio de contadores (Al menos no lo he visto).
    Una pena por que se abre la posibilidad de la elección a dedo, cosa que le hace mucho daño al sistema de control de las organizaciones estatales.
    Una pena por que en nuestro país estamos acostumbrados a mentir (me incluyo), en los diferentes niveles de nuestro desarrollo social, desde las personas comunes y corrientes hasta los mas altos funcionarios, desde las pequeñas empresas, hasta los mas grandes grupos económicos, la magnitud del daño que se le hace a nuestra sociedad va de la mano con la importancia de nuestros actos.

  2. Salud

    Comparto la sensación de que todo esto, en general y pensando en las oportunidades perdidas, es «una pena». Lo malo es que este concurso tuvo demasiado de «a dedo», y aun así ha abierto la posibilidad de una designación «aun más» a dedo. Aunque no comparto que por ley el contralor deba ser contador, aunque, qué duda cabe, es la profesión que mejor se adapta, ex ante, al puesto (sigue siendo político más que técnico, importa más el resto de los agentes a su mando y cómo los gestione que la labor directa del contralor general).

    Hasta luego y gracias por el comentario ;)

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