De impuestos indirectos y directos

Hoy sabemos que en España tiene sus días contados uno de esos impuestos para ricos que no sirven para recaudar, y que tiene naturaleza directa, estoy hablando del impuesto de Patrimonio, importante (como todo conocedor del derecho fiscal) no tanto en cuanto a su recaudación si no como controlador de las fortunas privadas, es un elemento clave en la persecución del fraude fiscal. Es un impuesto, digámoslo, difícil de ejecutar, de controlar, de llevar acabo, pero es importante para conocer los grandes patrimonios y los cambios que hay en él, y que no se defraude en el Impuesto Sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF), o al menos, su fin es ese. Realmente el PSOE se afana, con su política fiscal, en demostrarnos lo alejado que está de esa izquierda de la que dice formal parte.

Sobre este último, el impuesto sobre la renta, Don Ernesto, de Física3 y Consultor Internet, me lanza un reto: Que rebata, sin enrollarme, un artículo de Manuel Ayau publicado en Libertad Digital (pueden encontrar el enlace al artículo en el comentario de D. Ernesto). El artículo es corto, y suelta graves acusaciones al impuesto directo sin siquiera sustentarlas (imagino que por falta de espacio y tiempo, no porque no pueda o quiera probarlas), pero aún así, me es imposible contestar sin enrollarme (así que esa parte del reto la tengo perdida).

Vayamos al principio: Dentro del sistema fiscal existen dos grandes grupos de impuestos: los impuestos directos y los indirectos. Los directos gravan las rentas y los indirectos gravan el consumo. Los directos tienden a ser progresivos y los indirectos a ser proporcionales. Los directos tienden a buscar dos fines paralelos: Por un lado son recaudadores, por otro forman parte de la política redistributiva de las rentas desde la propia concepción del impuesto (así pues, a más progresividad en el impuesto más redistribución de la renta habrá) mientras que los directos son meramente recaudadores (y ya decidirá el Estado si sus políticas de gasto son redistributivas o de otro tipo).

El artículo comienza dando por sentado un hecho que es, sencillamente, falso (es un mito): El mercado es el que establece los precios. No es cierto que esto suceda, en tanto que «el mercado», como la mano negra liberal que regula la sociedad, no existe. Y muchos de los inzumos o materias primas para que el mercado funcione tienen precios no definidos por el mercado (el petróleo es un ejemplo clarísimo de esto) y si el mercado no es regulado se presta, sin mucha dificultad, a los oligopolios, monopolios, abusos de posiciones dominantes, y un sin fin más de lacras al propio mercado que el mismo es totalmente incapaz de frenar (y ha sido así históricamente). Marco fuerte este punto porque el artículo parte de la base de la legitimidad del mercado para marcar los precios y de la inmoralidad del estado para afectar lo marcado por el mercado mediante los impuestos.

¿Inmoral?

En muchas partes me ha parecido atisbar las teorías de justicia de Nozick en el artículo (si la distribución se hace según el mercado, el resultado final es justo, y sería inmoral interferir en el mismo), y por supuesto, las teorías clásicas de la adquisición como derecho natural y sagrado. Nozick también opina que cualquier elemento intervencionista sobre la libre disposición de los bienes sobre los que se es propietario resulta inmoral, contraria a la justicia, en tanto que es una intervención sobre el ámbito más personal en que se desarrolla la libertad.

La propiedad es un invento jurídico, y es la sociedad la que decide sus formas, límites y circunstancias. A diferencia de otros derechos o expresiones personales, la propiedad en sí misma sólo tiene sentido, como derecho individual, dentro de sociedades que la reconocen como tal, y pueden poner, dentro de su ámbito de actuación y en tanto que es un derecho privativo (si alguien tiene un bien en propiedad, el resto no puede acceder a ese bien), y a diferencia de la posesión (que no es más que un hecho físico con ciertas consecuencias jurídicas), la propiedad en sí misma se fundamenta en un acuerdo social, que no ha querido, en gran parte de países, ser elevado a derecho básico (así pues, en España no está dentro del bloque duro de derechos, en los convenios internacionales sobre derechos, tampoco figura como tal, etc.). Así que no tiene, ni puede tener, nada de inmoral que la sociedad en su conjunto decida que una parte verdaderamente minúscula de las rentas personales se redistribuyan entre esa misma sociedad, siendo parte para pagar gastos no redistributivos y que benefician por igual a todos (o incluso, benefician más a las rentas más altas), y otro tanto para repartir. Podemos discutir, eso sí, si una aplicación concreta del ISR es más o menos justa, más o menos distributiva, si su aplicación da los resultados previstos o resulta contraproducente, y las formas de mejorarlo en su caso.

Fraude y terrorismo fiscal

Dos pequeños apuntes: Se da tanto o más fraude fiscal (en España) en el IVA como en el IRPF. Los países con mayor carga fiscal en impuestos sobre la Renta tienen el menor índice de fraude fiscal del mundo. Podemos completar el segundo ítem indicando cómo países latinoamericanos, con un mayor índice en el fraude fiscal, tienen menor carga fiscal global y apoyan casi toda esta presión fiscal en impuestos indirectos. ¿Cómo lo explica Ayau? No lo explica. Simplemente da por hecho que el que se grave una renta fomenta el fraude sobre el pago en tanto que considera que es inmoral que se grave dicha renta.

Desincentivación del consumo por el ISR

Es curioso, muchos dicen que lo que desincentiva el consumo son los impuestos indirectos, en tanto que gravan los mismos (esto lo indico porque el autor del artículo se posiciona a favor de los indirectos como el IVA). Muchos liberales sí aceptan los directos siempre y cuando sean proporcionales y no progresivos, pero rechazan los impuestos tipo IVA en tanto que se grava el consumo en sí mismo, que es generador de riqueza. Por no hablar que muchos afirman que los indirectos favorecen la creación de una economía sumergida que choca directamente con el mercado, desvirtuándolo (así pues, el que está en el mercado legal se ve en desventaja con el que está en el mercado sumergido en tanto que sus productos necesariamente son más caros). Y realmente hay más fraude en los indirectos que en los directos (es más fácil que lo haya), aunque en los directos el fraude es más sonado (aunque la última gran operación de hacienda, de miles de millones defraudados por empresas, fue justamente en el IVA, cobrado pero no pagado).

En la escuela de Chicago, de la mano de Milton Friedman, encontramos el impuesto negativo directo, que viene a ser un impuesto progresivo con un tramo negativo, las rentas más altas (muy altas) apoyarían de esta forma a las rentas más bajas (las del tramo negativo) de forma directa (sería un impuesto puramente redistributivo que no engordaría al Estado, al menos, no es su finalidad, aunque también puede tener «sobrantes» que sirvan de financiación del Estado). Con esto quiero decir que, normalmente, no se considera a los ISR como un freno a la inversión privada (y está claro que también juega, en la liga de creación de empleo y demás, la inversión pública) ni siquiera por los liberales. Mientras que el IVA sí es visto como un «castigo» al consumo.

Es cierto, en términos muy generales, que a mayor liquidez mayor consumo, pero esto no significa necesariamente que habrá una mayor reinversión o que los puestos de trabajo que puedan salir de no gravar las rentas altas sean de la calidad suficiente como para que valga la pena no tener educación pública o aumentar la conflictividad social gracias al constante incremento de la desigualdad (y en esto China me sirve de ejemplo, es uno de los países que más crecen en cantidad de millonarios, son cientos de miles los que entran en esta categoría, y paralelamente a este aumento, es una sociedad que se está rompiendo, y ahora más que nunca la frustración surgida de las desigualdades sociales está creando conflictos donde antes no los había).

Sobre la inversión, y ya yendo a una aplicación práctica, en muchos estados (casi la totalidad) se someten las rentas de capital a unas retenciones que ya quisieran para sí las rentas del trabajo, y en muchos casos están exentas de pagar impuestos. No es la totalidad de la renta la que se grava, si no una parte concreta de la misma (y cada vez el sistema va más a gravar solo las rentas del trabajo, o principalmente, con lo que se pierde progresividad). Otrosí, países con alta presión fiscal directa tienen también altos grados de inversión, así que no existe una causa efecto real.

Quien más tiene más paga

No son pocas las voces, y entre ellas está la de D. Manuel, que se proponen contrarios a la progresividad de los ISR. Eso sí, no es lo mismo estar en contra de los ISR (como el autor del artículo) como estar en contra de una configuración particular de los mismos (en el caso de muchos liberales, piden un tramo único haciendo el impuesto proporcional). En ambos casos (tramo único o progresivo), quien más tiene más paga. «Para colmo, se aplica mayor tasa a los ingresos con más probabilidad de ser invertidos.» No es «para colmo», es «lógicamente».

Quien menos tiene más necesita (de su renta global), por tanto, si tiene que ayudar a contribuir al Estado, lo hará en menor medida de quien ya tiene todas sus necesidades más que cubiertas, por eso el impuesto es progresivo. También podemos entrar a valorar el valor marginal del dinero, no es lo mismo cien euros para Fulanito de Tal que tiene una renta de un par de millones al año que para Menganito de Pascual, que no llega a los 10 mil euros, así pues, está claro que no es lo mismo cobrar el 10% a Fulanito (200 mil euros) que a Menganito (mil euros), ya que si consideramos el coste medio de vida, o mejor, la canasta básica, los mil euros son más costosos para Menganito que los 200 mil para Fulanito.

El autor del artículo retruca que no es justo o lógico gravar más a los que más pueden invertir. Tampoco lo sería gravar más a los que pueden consumir (el gran porcentaje de la población que paga, más o menos, lo mismo), ni gravarles igual.

¿Cómo se asegura la Sociedad, mediante el Estado, que se invierta en el mismo sitio/región donde se ganan las rentas? Eliminemos la idea de espacio y vayamos más lejos: ¿Por qué la sociedad debe esperar a una decisión privada -reinversión- para sacar los frutos de lo conseguido entre todos? O de lo que, por naturaleza, es de nadie (vuelvo a negar el derecho natural de propiedad). Al igual que no existe «el mercado» (como concepto abstracto distribuidor de forma justa y libre bajo unas condiciones perfectas), tampoco existe la reinversión mágica y constante que asegure buenos puestos de trabajo, y en ese sentido, volvemos a encontrar la mano del Estado que se vuelve, por enésima vez, en el corrector de un mercado que no existe.

El uso de las palabras siempre es importante, el autor asegura, en un párrafo extremadamente repetitivo: «utilizar tasas discriminatorias para confiscarlos a posteriori con objeto de enriquecer a otros es claramente inmoral». ¿Quién se enriquece? De verdad, si hubiese un traspase total de la riqueza de uno hacia otro de forma discriminatoria, sería el primero en ponerme en contra. Pero se olvida de dos cosas: El principio de igualdad significa «trata igual a los iguales, y desigual a los desiguales» (no hay igualdad entre una renta de diez mil y una de dos millones, no se les puede tratar «totalmente igual»), los impuestos y las tasas son dos conceptos totalmente distintos dentro del global de los tributos (una tasa es pagada por todos por igual -en principio- sin importar las rentas personales), y los ISR no sirven para enriquecer a nadie (ni siquiera tienen redistribución directa) si no para paliar una desigualdad creciente (y ni eso consiguen) que no necesariamente está merecida. Un sólo caso en que la aplicación de un ISR enriquezca (hacer rica) a una persona o colectivo. Le pido un solo caso.

Para terminar este apartado, y antes de pasar a unas consideraciones en plan popurrí, me permito citar a Marx (en su Crítica del Programa de Gotha): «¡De cada cual, según sus capacidades; a cada cual según sus necesidades!«. Eso aplicado al sistema fiscal está claro qué produce. Y lo que yo sí considero inmoral, es que para salvar cuatro cuartos de una persona, un grupo debe estar muriendo de hambre con la excusa de «no afectar la distribución del mercado». Y no, el mercado no los salvaría, en tanto que si se mueren de hambre ya están excluidos del mercado.

A modo de consideraciones finales

Ya en 1869 el Partido Obrero Socialdemócrata alemán pedía la supresión de los impuestos indirectos en beneficio de la creación de UN impuesto directo (punto III.9 del programa aprobado en Eisenach). A esto Marx respondió duramente: «Los impuestos son la base económica de la máquina de gobierno, y nada más. En el Estado del futuro, existente ya en Suiza, esta reivindicación está casi realizada. El impuesto sobre la renta presupone las diferentes fuentes de ingresos de las diferentes clases sociales, es decir, la sociedad capitalista.» Pero como reinvidación inmediata como puente redistributivo, los socialdemócratas tenían razón en la necesidad de eliminar los impuestos indirectos y favorecer los directos, siempre y cuando estos sean progresivos.

Durante el franquismo el sistema impositivo fue, básicamente, indirecto. Dos resultados palpables: Mayor desigualdad social y un fraude fiscal altísimo. ¿Problema de la aplicación práctica? En realidad, desde la propia concepción del impuesto indirecto, sobre todo el primer punto (el que haya más fraude o menos, tiene mucho que ver con la cultura cívica, con el aprecio o desprecio por las instituciones pública, por cómo funcionan las mismas, por el grado de corrupción existente, etc.).

Habría que indicar que la eliminación del IRPF y otros impuestos directos (como el IS) aunque sería posible en el actual marco constitucional, obligaría a una reforma profunda de los impuestos indirectos para «volverlos» progresivos (artículo 31.1 de la Constitución), en tanto que el sistema tributario, en su conjunto, debe atender a los principios de igualdad y progresividad. Ahora, para conseguir la no-progresividad del sistema, según quiere el autor del artículo comentado, sí sería necesario un cambios constitucional.

6 comentarios en «De impuestos indirectos y directos»

  1. Ya esta hecho:
    http://www.elmundo.es/elmundo/2008/08/14/portada/1218713007.html

    Lo que no tocas es el ejemplo favorito de todos: Irlanda y como el hecho de que regimenes planos han favorecido el traslado de industrias, y como Alemania propugno unos impuestos minimos para que los nuevos paises no fueran «tan atractivos».

    Quien se enriquece? pues no tanto pero si contentos quienes pueden asegurar ingresos a pesar de que sus productos no gusten al publico, como es el caso del cine español.

  2. Salud

    Irlanda se vio favorecido por muchas más cuestiones que el simple tema impositivo (entre otras, que está cerca de «Europa», que no tiene fronteras aduaneras con casi todos los países a los que puede exportar, etc.). De igual forma pasa «intra fronteras» con medidas de «paraíso fiscal», como fue/es el caso del País Vasco (España ha sido sancionada por la UE por el tema impositivo en Euskadi).

    En todo caso, en Irlanda la «tasa única» no es tal, al menos tiene dos tramos (lo interesante es que se paga el 20% durante un buen tramo, una vez superado cierto límite, se paga al 42%, así que casi todo el común de los asalariados sólo paga el 20%, pagando el 42% las rentas más altas). Para las empresas, pues supongo que será similar, a fin de cuentas, en España es también, en régimen general, de tipo único.

    Sobre el cine español, es un caso más bien de gasto que de impuestos. Esto es, no «te cobran» para dárselo a ellos, si no que dentro de las políticas de gasto está dárselo a ellos, se puede dejar de subvencionar el cine sin cambiar un ápice el sistema impositivo :P. Por eso me dediqué a «rebatir» incluso desde el plano liberal y no puramente marxista o cooperativista, ya que no hablamos en sí de «para qué usar el dinero» (otro tema harto interesante) si no más bien «de qué forma es más justa recuadarlo».

    Hasta luego y gracias por el comentario y el tema a debate ;)

  3. Esta vez debo decir que ibas bien hasta que dijiste que rebatiste desde el plano liberal, pues uno de los principios de las diversas variantes liberales es el reconocimiento de los tres derechos negativos (osea que los que el Estado te puede quitar): vida, libertad y propiedad, el edificio se centra en eso (aunque algunos añaden el derecho de la «busqueda de la felicidad»), de ahi parte la base (usada por Valin, influenciado por la escuela austriaca) de considerar a los impuestos como confiscatorios, y que el dinero mejor estaria en manos de quien lo ha ganado, que es mejor dejar a los ciudadanos la solidaridad voluntaria y no obligatoria mediante la accion del Estado … etc etc…

    Cierto, todo se estrella con realidades que el mercado no arregla, pero la base es esa.

  4. Salud

    Definitivamente los liberales parten de la propiedad como un derecho natural (a fin de cuentas) o contractual original (lo que lo pone como natural en la práctica) y un pilar de su sociedad dentro del mercado. Lo que dije, o quería decir, es que no sólo intenté rebatir a ese hombre desde el marxismo, la socialdemocracia (que es de las que más se han ocupado de este tema) o el cooperativismo, si no también desde el liberalismo (y ahí está el impuesto con tramo negativo de Friedman). Esto es, «intenté» atacar el argumento de que «desde el liberalismo» la opción son los indirectos (para financiar al Estado mínimo, otra cosa son los que, más cercanos a la escuela austriaca, directamente no quieren Estado y sólo quieren mercado), o siquiera, únicamente los proporcionales (aunque es cierto que los progresivos cuentan con menos adeptos que los directos en sí mismos).

    Hasta luego ;)

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