Durante el decepcionante Congreso Internacional sobre Inmigración y Diversidad Cultural (ampliamente cubierto por De Igual A Igual) pocas fueron las ponencias y comunicaciones rescatables, en las cuales se plantean cuestiones para el debate, contenido real y novedoso, y puntos de vista útiles para abordar los temas relacionados con la Inmigración y la diversidad Cultural. Algunas de éstas se refirieron a los medios de comunicación e integración de los inmigrantes. Refiriéndonos en general a una serie de ponencias y comunicaciones podríamos concluir que: La mala visión que se da de la inmigración genera problemas de integración por parte, sobre todo, de los inmigrantes adolescentes e involuntarios. Además, esa visión transmitida por los medios de comunicación genera una errónea percepción por parte de los españoles del fenómeno migratorio, desde las consideraciones de qué tipo de inmigración se da en España como de los países de procedencia y demás.
María Antonieta Delpino Goicochea* presentó una interesante comunicación sobre los inmigrantes adolescentes, contando primero el estado de la cuestión de la inmigración (el aumento de inmigrantes en general, y la reagrupación familiar por la cual muchos adolescentes son traídos a España por sus padres -sobre todo madres-) para luego adentrarse en las primeras pinceladas sobre la vida de esos adolescentes inmigrantes latinoamericanos en España. Lo primero que pone en relevancia es el poco tiempo que, en general, llevan en España (menos de cinco años), la existencia de una separación (de sus padres o alguno de ellos) larga previa al reagrupamiento, el poco tiempo que pasan con los padres por las obligaciones laborales de los mismos (un tercio están más de seis horas solos en casa). También se constata que los adolescentes latinoamericanos en España suelen trabajar desde los 14 años (ellos usualmente como reponedores en tiendas o trabajos similares y ellas cuidando niños).
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Estos adolescentes son inmigrantes involuntarios que enfrentan su situación de manera bastante dolorosa. No fueron ellos quienes tomaron la decisión de emigrar; por tanto, tienen mayores dificultades para percibir las ventajas de vivir en el nuevo país. Se vieron obligados a dejar "su mundo", sus relaciones, afectos y formas de vivir la cotidianeidad: "sus lugares", su comida y su música; esto es, todos aquellos elementos que hasta entonces componían su vida y resultaban el soporte de su seguridad. En esa situación de pérdida tiene lugar el proceso migratorio y las condiciones de asentamiento en el país de acogida resultan consiguientemente afectadas." (páginas 3 y 4 de la Comunicación referenciada). A ello, indica la autora, se suma que previamente el adolescente sólo había escuchado referencias muy positivas de ese nuevo lugar al que nunca decidió ir. La creencia de que todo será sencillo al compartir idioma, que se representa en la creencia de compartir costumbres y valores constituyen el primer varapalo para los adolescentes recién llegados.
La integración de los jóvenes latinoamericanos no se está logrando, para nada. Aunque tanto los latinoamericanos como los españoles se muestran abiertos a relacionarse con gente de diferente procedencia a la propia, la práctica demuestra que el abismo entre los colectivos jóvenes no hace más que crecer, ambos grupos se refieren a sus iguales como nosotros, y al otro grupo como ellos, no consiguiéndose el sentido de pertenencia a un mismo grupo (jóvenes). Parte de la distancia se origina por cuestiones socio-económicas, sobre todo en los centros concertados, mientras que otra parte por los gustos generales que crean diferencias grupales: Unos quieren el reggetón y los otros el bacalao, unos quieren la pachanga y los otros el botellón. Y a ello hay que sumarle el racismo: Uno de cada dos jóvenes inmigrantes considera que sí existe racismo en España, y esa cifra aumenta a dos de cada tres si se pregunta a los adolescentes latinoamericanos. Y eso que se menciona que entre los españoles, los jóvenes suelen ser más tolerantes. Aún así, los latinoamericanos han sufrido repetidas experiencias de racismo, de menosprecio a su cultura, forma de hablar, forma de vida y simple existencia como inmigrantes en una tierra que no deja de recordarles que ellos son de fuera, extraños; y todo esto por parte de sus iguales en edad. Varios son los estudios que mencionan el incremento de la xenofobia en España a la par que los problemas de convivencia se multiplican.
A ello la autora sumó una importante precisión: Los medios de comunicación se afanan en dar una mala imagen de estos jóvenes inmigrantes, lo que genera, por un lado, prejuicios por parte de los españoles (que inconscientemente se dejarán llevar por lo que dicen los medios -sobre todo la televisión-), por otro, el efecto espejo que produce esa impresión sobre los inmigrantes: El adolescente latinoamericano se ve despreciado desde los propios mass media, generando, en parte, resentimiento y un estado a la defensiva con sus pares españoles. La autora indica, a su vez, lo mal que se está integrando una parte de los adolescentes latinoamericanos, y teniendo en cuenta la permanencia a futuro de los mismos y que jugarán un rol importante en la sociedad de acogida, la misma resulta más que preocupante en tanto a la posibilidad que la conflictividad social aumente y todo por una mala integración desde un principio.
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