Revisando El Norte de Castilla, me encontré con una nota que titulaban algo así como «inyección de 150 millones euros a la economía local», se referían a que la rebaja del IRPF en el tramo autonómico era dejar de cobrar esa cantidad nada pequeña de dinero, lo que suponía, explicaba la Consejera, «inyectar» ese dinero por medio de los consumidores. En la nota que encontré en la web sobre el tema, se aborda el tema de forma diferente. El término «inyectar» es incorrecto mírese por donde se mire (hablamos del tramo autonómico, así que en todo caso ese dinero se gastaría en los presupuestos autonómicos, no saldría de la comunidad salvo si se consume fuera, algo que puede hacer la Junta -al contratar empresas extra-castellanoleonesas- y los ciudadanos -por lo mismo-); además, tampoco supone que todo el dinero (que se deja de cobrar) en los bolsillos del contribuyente se vaya al consumo, y menos al consumo local. Esto es, parte de esa cantidad irá, sin dudas, al ahorro, otra parte al consumo, sí, pero puede que fuera de la autonomía e, incluso, del país.
En Castilla y León, al igual que en el resto del país, los recortes han sido (muy) duros (y eso que la teoría dice que es de las más saneadas), el parón en los pagos a proveedores (aunque no es de las peores en cuanto a los atrasos, tampoco cumple perfectamente), la congelación de precios públicos para determinados servicios sociales, el aumento de la deuda pública… en fin, que hay mucho que limpiar, y dejando de cobrar ciento cincuenta millones no se reactivará brutalmente el consumo pero sí se podría hacer muchas cosillas desde lo público.
Hay que recordar que las rentas más bajas no pagan IRPF. Que sí, que te pueden estar reteniendo una cantidad; y tal vez ahora la cantidad baje un punto; pero con la declaración te seguirán devolviendo plata; además de que es posible que, si la nómina es baja y en ciertas circunstancias nada extrañas, la retención ya sea de cero. Los salarios medios sí que se pueden ver beneficiados, pero a cambio están dejando de financiar todo eso que hoy pende de un hilo y que les hace la vida más fácil y digna (solo piensen en educación y sanidad y los servicios sociales en general). Aunque la rebaja, porcentualmente, es menor para las rentas altas, estas son las que en efecto tendrán una reducción económica significativa en lo que pagan. Esta medida, en el fondo, es muy parecida a esos cuatrocientos euros mágicos de Rodríguez Zapatero; no favorece a las rentas más bajas (aunque te digan que son los que ven más disminuida su cuota, en lo práctico, muchos pagaban o pagamos una cantidad absolutamente marginal que se moverá un par de euros anuales; mientras que bajar un tres por ciento a alguien que cobra sesenta mil euros, sí que es una burrada de dinero).
Si en Castilla y León todo estuviera perfecto, desde la financiación de las Universidades hasta el pago a los autónomos totalmente al día; si hubiese un superávit financiero (realmente, sin trampas de las facturas del último trimestre del año); si la deuda estuviera pagada; si el costo de mantener la Renta Garantizada decayera porque cada vez más gente deja de necesitarla (lo contrario de lo que pasa ahora); si dependencia estuviera bien cubierto; si no se estuvieran cerrando servicios en los CEAS y Centros Cívicos; si los centros educativos recibieran mejor financiación permitiendo, nuevamente, contar con más desdobles de clases y apoyos extraescolares; si… tendría sentido la rebaja fiscal en el IRPF, tendría sentido sacar pecho por tener el tramo autonómico más bajo (¡con mejores prestaciones y sin problemas de ningún tipo!); pero según cómo está el panorama y la poca incidencia real que tendrá esta bajada en el consumo local (justificación de la medida), esta medida solo se explica por populismo (sí, populismo, eso de lo que se encargan de acusar al PSOE, Podemos, IU y todos los que no son el Partido Popular) y electoralismo (otra semejanza con los cuatrocientos euros que malgastó el PSOE en el IRPF del 2008).
Sobre la bajada de los impuestos indirectos a los carburantes (en la misma noticia enlazada), poco puedo decir, la verdad. En Valladolid la gasolina es más cara que en Madrid, y por bastante, no solo por esos pocos céntimos del impuesto. Las cosas tienden, una vez que suben por un impuesto, a quedarse en ese precio aunque se les baje el impuesto originador del primer salto. Ese «debería bajar» no deja de ser una declaración de intenciones. No me queda claro con qué van a cubrir esa bajada de impuestos (ni siquiera si la piensan cubrir).