No pocas veces en Perú nos encontramos con procesos de «regularización» que sirven, más bien, como premio a quien incumple. Así los incentivos desde lo público no son a la realización de las obligaciones (tributarias, laborales, económicas, las que sean) sino más bien hacia el incumplimiento constante y luego pagar poco o nada de multa. Literalmente. ¿Cómo «reactiva» la economía este gobierno? Rebajando las sanciones por incumplir la legislación laboral, la tributaria, la ambiental (con una importante reducción del papel fiscalizador por parte del Estado, además) y toda la que se cruce por el camino.
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Nosotros, los cómodos
Ayer pude asistir a una conferencia un tanto sui géneris, impartida por un peso pesado, Joaquín Araujo, y graficada por uno de los grandes caricaturistas españoles, Antonio Fraguas (sí, graficada, el gran Forges dibujando a la vez que el otro hablaba, ya todo un placer ver a Forges en acción), la conferencia, como no podía ser de otra forma teniendo a un periodista ecológico como orador, se trató sobre periodismo y el tema medioambiental, con una dura crítica a prácticamente todo lo que no anda y una clara exhortación a todos los presentes a comenzar a hacer cosas, y no esperar que otro lo haga (tan propio de todos nosotros, los cómodos, que preferimos que el gobierno o la empresa se encarguen, en vez de comenzar poniendo nuestro granito de arena).
Eco-automóviles, publicidad engañosa
El tema ecológico-medioambiental está de moda (junto con lo natural y bio), y eso, en principio, es bueno. Lo es porque, mal que bien, obliga a mucha gente a plantearse el tema, genera un debate público que nos puede ayudar a cuidar mejor nuestro planeta y a retomar el rumbo de la solidaridad intergeneracional, que no es sólo pagar pensiones, sino, hacia la otra dirección, brindar un planeta sostenible a las generaciones futuras. Los problemas de estas modas los podemos observar desde distintos campos, ahora se me viene a la mente un informe sobre los ingleses, que dicen ser más ecológicos de lo que realmente son por miedo a la reprobación social (hablaríamos de hipocresía social), eso dudo que sólo pase en Inglaterra, luego tenemos las medidas cortoplacistas que no resuelven el problema sino que generarán, a la larga, problemas peores (este es el principal problema de la moda ecológica) y, por último, el aprovechamiento de las empresas de este tema introduciendo publicidad engañosa desde el nombre del producto que buscan aprovecharse de la moda para ganar más dinero sin contribuir a la causa.