Juan García-Gallardo, además de tomarnos por tontos y, de paso, el pelo, nos engaña. Todo junto y en poco tiempo, por si fuera poco. Recordemos un poco: durante unos atroces incendios en Zamora, el vicepresidente de la Junta de Castilla y León soltó la feliz idea de hacer un concierto solidario en favor de las personas damnificadas. Todo eso mientras: a) negaba el cambio climático y su implicación en estos incendios; b) escurría el bulto ante todas las peticiones de más medios para combatir el fuego; y c) no había plan real para cubrir los daños que los incendios causaban y causaron. Ojo, el anuncio del concierto solidario fue durante los incendios de la sierra de la Culebra, esto es, entre junio y agosto de 2022, prometió que el concierto para recaudar fondos se celebraría en otoño de ese año. Pasó el tiempo y nada se sabía, cuando a finales de marzo 2023, ya en primavera, se presenta el «concierto solidario»: un concierto gratuito a celebrar en la zona afectada; ayer miércoles (ya en abril), se suspende oficialmente el concierto. La otra gran idea fue sortear unas prendas deportivas (iniciativa que recaudó 250 euros; no, no me he olvidado de ningún cero).
García-Gallardo, que cada vez que habla sube el pan, consiguió marcarse un Humpty Dumpty de manual: era un concierto solidario porque era gratis para la gente (toda la gente). Que sí, que dijo eso: «La solidaridad es que los vecinos puedan acceder gratis a ese concierto». La gente de la zona y cualquier otra persona.
Humpty Dumpty, en una de las mejores conversaciones de A través del espejo y lo que Alicia encontró allí, afirmaba sin rubor que las palabras significaban lo que él decía que significaban, al margen de cualquier consenso sobre su sentido. Eso lo aplica el vicepresidente de la junta cuando decide que «solidario» se refiere a «gratis para los vecinos».
Luego defendió que el concierto atraería turismo y tal (este es el argumento de defensa del concierto por parte de la Consejería de Cultura, Turismo y Deporte, diciendo que era una acción puntual para atraer y dinamizar el turismo de la zona).
También dijo lo siguiente (según recoge la propia web de la Junta, vamos, son palabras que el propio departamento de comunicación de García-Gallardo quiere destacar): «Hoy terminamos cumpliendo: anunciamos un concierto solidario para los vecinos de Zamora y hoy lo presentamos. Somos coherentes. Decir para luego cumplir».
Lo primero, podría reconocer que NO cumplió con las fechas. Lo segundo, podría reconocer que un concierto solidario jamás ha sido sinónimo de un concierto de entrada gratuita (donde, además, los grupos sí cobran, o eso parecía). Vamos, que de coherencia no anda sobrado. Y de cumplimiento, tampoco.
Ya que García-Gallardo fue tan contundente anunciando que ellos prometen y cumplen, ¿ahora se bajará de ese burro? ¿Se dará por incumplida la promesa o se da por cumplida aunque no se ejecute? Porque esa es muy típica, decir que se hará algo, no hacerlo, culpar a otras personas de ese fracaso y darlo por cumplido porque «se intentó».
Pero, en este caso, ¿qué se intentó? Quiero decir, no un concierto solidario. Siempre se habla de las «otras acciones» que se están tomando en Zamora, en la zona afectada, pero no se suelen mencionar estas actuaciones. Si todas son como las de este concierto (que imagino que no), pobre gente.
Desde la Consejería de Cultura, Turismo y Deporte se anunció la cancelación tras la comunicación pública de la agencia que lleva a Fangoria (el grupo «grande» del cartel) diciendo que no actuarían, que no era lo que les habían comentado y que «[e]l anuncio del concierto el pasado viernes se hizo sin el conocimiento ni consentimiento» de la agencia (y, por tanto, de Fangoria). Antes que Fangoria, ya se habían bajado del carro Marlon, Naïa y Markfeel, con lo que quedaba Nieto y… ya; lo que hacía imposible celebrar nada para el 3 de junio. Y eso que poquito antes, cuando ya se conocían las bajas de Marlon y demás, justo antes del anuncio de Fangoria, Carlos Fernández Carriedo, portavoz de la Junta, aseguraba que el concierto se haría de todas maneras. Pues duró poco su previsión.
Este esperpento tiene mucho por detrás para criticar, sin dudas, no es una buena idea que desde la administración más poderosa en todo este follón (el gobierno autonómico por medio de la Fundación Siglo para las Artes y la Cultura) se intente organizar un concierto solidario (esto debería partir de otro tipo de instituciones, mejor si son no gubernativas, aunque contara con el apoyo y financiación de las administraciones públicas; ya parte mal si lo organiza directamente una administración), pero, bueno, una vez aceptado pulpo como animal de compañía, al menos que sí respondiera a lo que normalmente se entiende por concierto solidario: participación altruista de los grupos (ojo, no significa totalmente «gratis», porque hay que cubrir al menos ciertos gastos que sí pueden tener; ahora, si el precio ya se acerca al del «bolo» habitual, muy solidarios no son) y recaudación de fondos para cumplir con el objetivo solidario; si el concierto es gratuito, queda a la altura de «fiestas del pueblo», que están muy bien, pero nadie las llama solidarias. Se hablaba de un presupuesto de unos 160 000 euros para esta fiesta
Los grupos que se han dado de baja del evento apuntan a dos cosas: no se les consultó nada antes del anuncio oficial y que «el espíritu» había cambiado… quien primero se bajó del carro fue el grupo zamorano Markfeel, quien afeó que ese «concierto solidario» no recaudara fondos, que era lo que se había hablado (de hecho, este grupo mencionó en una entrevista que ellos no cobrarían su caché). En todo caso, todo parece indicar que sí se había hablado de un «concierto solidario» (lo recaudado para las personas afectadas) que, finalmente, no tendría ese sentido (no se recaudaba nada).
El gobierno de Castilla y León es criticable por mil cosas, y sé que me estoy quedando en algo que no pasa de «anécdota», pero sí me parece interesante poner el acento en este hecho porque deja claro cómo la ultraderecha manipula el discurso y el lenguaje, además de lo populista que resultan sus «soluciones» y «ocurrencias», cuando no atajan el problema, no resuelven nada ni siquiera palían los efectos negativos; doblemente malo cuando ni siquiera consiguen materializarse.
También muestra cómo desde lo público se organizan cosas para unas personas sin contar con esas personas (García-Gallardo mencionaba que esto era para «reparar moralmente» a las personas afectadas, no se hizo ningún estudio de gustos en dicha zona para saber si ese era el mejor cartel de concierto o si lo querían… de hecho, desde esa zona se oponían bastante a este concierto).