Cada vez que el PSOE gobernante anunció un drástico recorte de derechos y libertades para los ciudadanos, o un paquete de ayudas para las grandes empresas financieras, o una subida de impuestos especiales e indirectos, lo hizo de la mano de una promesa: Subir los impuestos a los más ricos. Desde que quitó el impuesto de patrimonio y bajó el IRPF en sus escalas superiores (y dos veces lo ha bajado), es una promesa que se repite cada verano, o antes del verano, pero que no se concreta nunca. Otros años lo prometieron para los presupuestos, aprovechar el cambio de año, y tal, para subir impuestos. Nunca lo hicieron. No los directos, sí los indirectos. En alguna autonomía, sin querer queriendo, sí llegaron a plasmarlo en leyes, incluso con la aceptación del Partido Popular (como en Extremadura). Pero a nivel nacional, nada.