En clase de psicología social estamos viendo temas tan interesantes como los estereotipos y los prejuicios, cómo se crean y cómo se manifiestan, más en tiempos como los actuales, donde el sexismo y el racismo sutil ganan terreno poco a poco mientras que el manifiesto, el directo o tradicional, van retrocediendo en su expresión (y dando la falsa sensación de que van disminuyendo esos males sociales). Dentro del debate, en la parte que se explica cómo los grupos buscan denostar a otros grupos para sentirse superiores por mil y un cosas que acá no viene al caso, una de las compañeras de clase (que además es psicóloga) lanzó que ella sí tiene razones para sentirse superior que, por ejemplo, los «etarras» (antes dijo «árabes» -refiriéndose realmente a los islamistas de origen árabe-, tras una pequeña discusión cambió el grupo por «etarras») y el profesor le preguntó si a quienes se sentía superior era a quienes matan (a los asesinos) o a los «etarras», porque no es lo mismo (acá habló la diferencia que hay cuando a uno le molestan sus vecinos de arriba porque hacen ruido y se queda ahí, o cuando el perjudicado se fija en una característica de esos vecinos para rechazar a todo su supuesto grupo, por ejemplo, si son gitanos, justificar su racismo contra ese grupo étnico porque sus vecinos de arriba le molestan -algo que se hace a menudo-).
En la editorial de la Cope del pasado 18 de mayo nos encontramos con esto:
Pero el as que [Rodríguez Zapatero] aún se guarda en la manga puede ser mucho más peligroso: la culminación de su engañosa estrategia contra ETA, que puede tratar de sustituir al terrorismo por una izquierda radical que busca el mismo fin, es decir, convertir el País Vasco en una dictadura a la cubana. Se trataría de alcanzar un nuevo consenso del radicalismo de izquierdas para dar un paso decisivo en el proceso de disolución de la España constitucional. A eso se le llama política de tierra quemada y, para llevarla a cabo Zapatero se enroca y no convoca elecciones anticipadas, como le pide el clamor popular.
¿Cuál es el problema con ETA: que maten a gente o que persigan unos fines determinados? Esto es, si el problema viene por los fines o por los medios. Porque parece que si se acaba con ETA («militar») pero los que no tienen delitos de sangre puedan seguir siendo ciudadanos como el resto de españoles, aunque su fin político sea acabar con España (¿no quedamos en que en Democracia todo era defendible si se hacía por el medio marcado por la Constitución?) hay una claudicación del gobierno, es el fin de España (como lo ha sido tantas veces estos años, y aun no se ha independizado ni siquiera la isla Perejil), como lo fue cuando Rodríguez Zapatero vendió Navarra a ETA (por eso sigue gobernando UPN gracias al PSN).
Si el gobierno logra «sustituir» una banda de asesinos por un partido político más (por más «izquierda radical» que sea) la verdad es que nos harían un favor a todos, sería digno de aplaudir, por fin más de 160 mil ciudadanos podrían votar a la opción política que desean, por fin podríamos hablar de una democracia en que todas las fuerzas políticas defienden sus intereses con medios más o menos pacíficos, y con un poco de suerte, hablaríamos también del fin de la tortura y la censura por fines puramente políticos, se acabaría la criminalización de una buena parte de la sociedad que coincide en fines pero no en medios con una banda terrorista y que se debe enfrentar a la incomprensión de un Estado que tiende a la represión (en otras palabras, el fin de falsos positivos en arrestos o cierres de medios de comunicación, como pasó con Egunkaria).
Pero no. Hay para una parte de la derecha en que el problema no es que miembros de ETA maten, el problema es que haya gente que no crea que España sea «Una, Grande y Libre», tal como existe en el imaginario de esa derecha, para ellos el problema, en esencia, no es el delito, es la ideología. Es imposible que con una mentalidad así se acabe con ETA, pues se vuelve justificación de su propia existencia, si por medios pacíficos tienen vetado el cumplimiento de sus fines, solo quedan los medios violentos para conseguirlos, por más personas que se detengan y se diga que estos son la cúpula.
Siempre están exigiendo que ETA deje de matar y busque sus fines por medio de la política, pero cuando hay una posibilidad de que eso ocurra, afirman que no es suficiente, que ETA no solo debe dejar los medios violentos, sino que debe abandonar sus fines políticos. Ellos, los que exigen esto, que no se puedan perseguir determinados fines políticos por medios legales, son los que disuelven esa España constitucional, son los que niegan la libertad y el pluralismo, y los que olvidan que la propia Constitución prevé la forma de modificarla, y si la mayoría de españoles lo aprobara (no importa quién tenga la iniciativa de la modificación), no habría problema alguno con eso, individualmente estemos o no de acuerdo con lo decidido.
Por supuesto hay que agregar que sus miedos de una negociación política con la cúpula «etarra» es tan falsa ahora como las prebendas que el gobierno ya «había dado» a ETA durante la tregua (ni siquiera hubo acercamiento de presos, como pasó a finales de los noventa), que ellos sustentan sus «temores» en, tan solo, unas declaraciones de un eurodiputado que ni siquiera son aceptadas como realistas por la cúpula de su partido en el País Vasco, y de las que ninguna prueba se ha dado.
Personalmente donde ellos tienen miedos yo tengo esperanzas, que el gobierno esté tanteando a ETA puede significar algo positivo para todos los residentes de este país, un avance hacia la paz que no se va a conseguir mediante la vía policial, aunque viendo cómo está el patio no solo dudo de esos contactos (más allá de los que siempre han existido), sino de la voluntad del PSOE gobernante para negociar de forma seria (y de muchos bandoleros de ETA para aceptar dicha negociación).
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