Hoy se ha publicado, por fin, la ratificación realizada por España del Tratado por el que se modifican el Tratado de la Unión Europea y el Tratado Constitutivo de la Comunidad Europea, hecho en Lisboa el 13 de diciembre de 2007 (Tratado de Lisboa, para los amigos), pueden verlo en: BOE-A-2009-18898 (PDF, 192 páginas, más de 6 megas). El Tratado de Lisboa fue ratificado en España por el Congreso de los diputados el 26 de Junio de 2008 y por el Senado el 15 de Julio de 2008, pero hasta que no se ha publicado en el BOE no entraba en vigor «internamente» (y no son pocos los tratados que se quedan en dique seco durante años esperando o ser ratificados o ser publicados, lo cual es incluso peor), en concreto este tratado entrará en vigor a todos los efectos, dentro del reino de España, el 1 de diciembre del presente año… Pero de esto no les quería hablar, sino, más bien, de un detalle que no había visto hasta ahora.
¡Se modifica el preámbulo del Tratado de la Unión Europea (TUE)! No solo se modifica, sino cómo se modifica, es lo que me ha llamado la atención. Bueno, también se ha moificado el preámbulo del Tratado constitutivo de la Comunidad Europea, al que se le cambia el nombre por Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea, pero en el caso del TCE (ahora TFUE) son cambios muy menores, en el preámbulo quiero decir, que afectan más a la coherencia del texto que a modificar el mismo realmente (lo mismo pasa con todas las modificaciones de los preámbulos de protocolos, estatutos y demás que se realizan en el TL). Vuelvo al TUE, porque la modificación es el triunfo en falso de una corriente surgida con fuerza en la época en que se negoció la fallida y mal llamada «Constitución Europea», y que tiene mucho que ver con las candidaturas de países mayoritariamente «musulmanes» para entrar en la UE.
En concreto, porque llevo tres párrafos y no he dicho nada, en el preámbulo del TUE se añade, como segundo considerando, lo siguiente:
«Inspirándose en la herencia cultural, religiosa y humanista de Europa, a partir de la cual se han desarrollado los valores universales de los derechos inviolables e inalienables de la persona, así como la libertad, la democracia, la igualdad y el Estado de Derecho,»
¿Ven? Ahora recuerden toda la lucha entre los partidarios de una confesionalidad histórica de Europa, Cristiana para ser más precisos, y los partidarios de que los textos sean laicos (siempre presente la religión, protegida o tutelada como una manifestación de la conciencia, pero eso es de suyo), durante la redacción del Tratado que establecía la Constitución se habló mucho de este tema, no eran pocos los que pedían que se reconociera el carácter cristiano de los países de la Unión, y pasó lo mismo con este texto.
En ambos casos, recuerdo, se criticó duramente que no se incluyera específicamente la mención a la cristiandad, y, lo que era peor, que se pusiera al mismo nivel que otros factores históricos (el humanismo y temas culturales -los cuales necesariamente están ligados con la religión, esto es, la religión no deja de ser una construcción cultural-), pero no recordaba que finalmente se había incluido un nuevo considerando en el preámbulo del TUE en que se menciona específicamente a la religión como base de la inspiración de «valores universales de los derechos inviolables e inalienables de la persona, así como la libertad, la democracia, la igualdad y el Estado de Derecho».
Al igual que creo que menciones a la nación son totalmente innecesarios en textos jurídicos, menciones a la religión o tan ambiguas a la cultura o al humanismo también sobran, y no ayudan a construir una base común sino todo lo contrario, salvo que entendamos por base común el excluir a otros.
Ahora, como decía, este es un triunfo insignificante de los confesionalistas, más aun, es un triunfo contraproducente, ellos querían que se hablara del cristianismo, y se terminó hablando de la religión, pasa como cuando defienden la protección especial de la religión en los países en que son mayoría y esta protección, por supuesto, se extiende a religiones minoritarias, y ellos mismos se quejan de que se proteja a esas minorías (herejes) con normas «hechas por ellos para ellos», en este caso podemos decir sin lugar a dudas que parte de la tradición común de los países europeos (sobre todo de determinadas zonas de Europa, como la propia Península Ibérica) está en musulmanes, y, en otras, judíos. Todos juntos y revueltos.
Eso sí, definir como inspiración de la UE una raíz religiosa es aceptar una UE menos laica, menos inclusiva con todos, en especial con los no-religiosos.
De todas maneras, tal vez lo más relevante de este tratado de Lisboa (que no es más que el triunfo de lo peor de esta UE y el fracaso de la pretendida integración de la mal llamada Constitución Europea, aunque, por lo menos, ahora la Carta de Derechos será vinculante para casi todos los estados miembro) es que por fin la Unión Europea es una organización Internacional (un sujeto de Derecho) según el Derecho Internacional Público (hasta ahora, por decirlo en fácil, era la marca o nombre comercial de la Comunidad Europea), la UE sucede, por tanto, a la Comunidad Europea. Este cambio es más trascendente que una simple modificación de nombre, aunque tal vez llega tarde y se debió obrar con el Tratado de la Unión Europea, hecho en Maastricht el 7 de febrero de 1992, por el que se modificaron los tratados de París de 1951 (CECA), los de Roma de 1957 (CCE y CEEA o Euratom) y el Acta Única Europea de 1986.
saludos,
interesante nota. sobre la afirmación final, pienso que para el periodo del TUE (1992) era imposible pensar en una UE más allá de las conferencias intergubernamentales, es decir, como organización internacional de derecho. La reunificación alemana era reciente, muchos pensaban en consolidar la unión económica. España, por ejemplo, puntaba a los fondos estructurales para los países periféricos. Francia pensaba únicamente en terminar de «europeizar» Alemania con el proyecto de unión política. No había, en otras palabras, una voluntad política para llegar a Lisboa. En un cierto sentido (OTAN, USA) la UE hasta Maastricht puede ser vista como parte del proceso de consolidamiento democrático de Alemania, «anclarla» en Europa, como querían los diplomáticos franceses de la CECA. Obviamente Alemania sabía que era la única manera para superar el fantasma de la Segunda Guerra y lo aceptó, una decisión sabia desde mi punto de vista.
La cuestión de la religión se debe, es cierto, en parte por la candidatura de un país en particular: Turquía. USA e Israel están haciendo fuerte presión diplomática para que Turquía entre a la UE, no sé si Austria habrá cambiado opinión. Pienso que sea un tema muy interesante para la denominada unión política (¿eterno alargamiento económico o identidad política definida y exclusiva?). Lisboa pone en agenda la segunda pregunta, más ahora que se van consolidando la nueva cooperación militar transatlántica USA-UE (programas DPP, puede ver si desea nuestro blog al respecto) La inclusión o la exclusión de Turquía es geopolíticamente una cuestión importante en agenda.
Salud
Muchas gracias por el interesante comentario. El TUE trajo la CE (y se superó el estadio de la CEE), y se creó el concepto político de UE, pero no se terminó de avanzar por el miedo a lo que luego ha pasado con el TCUE, y ya hablamos de una época en que se ponen los pilares más fuertes para la integración económica y política, pero siempre dentro de las dos corrientes paralelas, por un lado los países pro-económica y los que son pro-política (sin contar los agentes que han cambiado sus posturas hacia un «sigo acá porque salirme es más difícil -o contraproducente- que quedarme»). Por lo demás, sí. Lo interesante es que si hablas con la gente (al menos en España), aseguran que la CE no existe desde el 92 y que se es UE desde ese entonces (claro que también se indignan si les dices que la UE como tal no era una persona jurídica hasta ahora).
Las posturas sobre Turquía también muestran la debilidad de las dos visiones que viven en paralelo dentro de la UE, el lado más «anglo» la quiere en su aspecto económico, el más «continental» en el político, y en ambos casos, los aliados dentro de «países nuevos» a entrar son distintos, como son distintos los objetivos que se pueden conseguir con unos y otros. Sobre lo último que comenta, pues sí, mucha razón tiene.
Y a todo eso hay que sumarle el renacimiento de nacionalismos vinculados con temas religiosos que en nada ayudan a sistemas de integración.
Hasta luego y gracias por el comentario ;)
Salud
las opiniones públicas nacionales en general no han percibido cabalmente el cambio importante del 92 que mencionas (de CEE a UE) porque, en parte, todavía no existe una opinión pública europea (transnacional). la UE, para muchos, sigue siendo un «animal político» indefinido (y los es en un cierto sentido). Para pocos (y me incluyo), es el experimento político-institucional más formidable desde la paz de Wesfalia (1648). De facto, es decir, materialmente, no es necesario, creo yo, esperar Maastricht o Lisboa para hablar de «personalidad jurídica» de la UE: con las dos decisiones históricas del TJCE (van Gend en Loos,1962; Costa vs. Enel, 1964) el efecto directo del ordenamiento comunitario ya se volvió (técnicamente) «supremo», digamos. No existiendo todavía una identidad política Europea (cfr. el problema del denominando «deficit democrático de la UE»), estas percepciones nacionales parciales no tendrán nunca forma unitaria. Para tal objetivo se necesitan elites transnacionales europeas («padres fundadores» digamos) que asuman tal tarea y vayan más allá de la retórica de los preámbulos.
Si comparamos la historia de la integración europea con la historia latinoamericana, se podrán encontrar más de un punto en común: las elites políticas europeas no se deciden a asumir un proyecto político europeo «ideológico» unitario, y federal-democrático en la forma. El riesgo es que la UE se convierta en un Estado-aparato desencantado con sociedades polarizadas al interior (los etno-nacionalismos que afirmas) al estilo latinoamericano.
En esta línea, el TCUE fue, sin duda, un gran símbolo, fallido, es cierto, pero siempre un símbolo político que espera su momento adecuado. Que la convención haya sido dirigida por un europeista como Giscard d’Estaing ha sido sin duda otro símbolo importante. El lado «anglo» es sin duda el menos europeista que existe. Si se reflexiona sobre la historia inglesa y el rol que Inglaterra ha tenido en Europa, no sorprende, es más, es natural. Los «nuevos paises miembros» (post-tratado de Niza) recién salen de identidades colectivas de matriz comunista, imposible pedirles una actidud política «europeista», cuando no existe ni siquiera para los mismos europeos.
Turquía, sí. La gran pregunta. Si nos mantenemos en un discurso estrictamente técnico y político-institucional europeo, personalmente debo decir que no estoy de acuerdo que Turquía entre. Sus credenciales democráticas no son óptimas. Geopolíticamente persigue otros intereses, diferentes a la denominada «potencia civil» europea. Difícil. Turquía es otro símbolo político silencioso a la altura de la TCUE.
Interesante discusión. Sobre el tema de la religión como base cultural, creo que sí lo es en cuanto que toda la base cultural está entintada de ésta de alguna forma. Claro, de ahí a hablar que es fundadora de los valores de la UE como tal puede que haya un buen trecho. Sobre nuevos países. Pues quien mucho abarca poco aprieta, y tal vez en varios de los países nuevos, muchos de los derechos que se quieren imponer no se puedan imponer tan fácilmente y necesiten mayor tiempo de transición. Pero debe esperarse a que cambien antes de ser admitidos o por el contrario admitirlos para promover el cambio?