¿Cuántas veces hemos oído a la patronal de las patronales, madre de todas las patronales de España, la CEOE, pedir bajada de los pagos de la seguridad social y despido libre y lo más barato posible, encaletado en eliminar las causas para el despido procedente (sea objetivo o disciplinario) para que así, realmente, deje de existir el improcedente (salvo temas de nulidad, claro)? Demasiadas.
Resulta que muchos empresarios nos quieren vender la moto de que no contratan, o lo que es peor, que despiden a mucha gente porque el despido es caro y rígido (si así fuera, sería inexplicable la situación actual de crecimiento de desempleo de forma tan brutal y que haya una avalancha de ERE en todo tipo de empresas y sectores), mientras que vemos que todos los grandes directivos tienen contratos blindados con millonadas de indemnización por cese (y son cargos de confianza que la ley laboral da un trato especial, con un despido más barato, y si hablamos de los máximos dirigentes, un cese sin causas).
Pongamos un caso recientemente escandaloso, cincuenta millones de euros de indemnización (más una pensión de 3 millones anuales, pero fijémonos en la indemnización), tomemos en cuenta el salario medio en España (que no es el que más gente tiene, es el medio, que no es lo mismo, los salarios que más se repiten son los mileuristas), de un varón que tenía contrato indefinido, hablamos de 22 mil euros al año. Pongamos que ese trabajador ha estado laborando en el banco durante 20 años, pongamos que a ese trabajador le despiden por un ERE que reorganizó la plantilla del banco y tras la eliminación, en una reestructuración, un buen número de sucursales, y con ello justifica una extinción objetiva del contrato de trabajo de todos los afectados por el ERE. ¿Saben cuánto recibirá de indemnización ese trabajador? 22 mil euros. Con los cincuenta millones pagados a una persona por su despido, esa empresa puede costear la eliminación por causas objetivas de 2272 trabajadores en la situación de nuestro empleado elegido.
Hagamos caso al consejero delegado cesado, que asegura que los cincuenta millones no los cobrará, pero sí los tres millones durante 10 años, hasta que llegue a la edad de jubilarse. Su sueldo base era de 4,28 millones al año, con lo que tenemos una prejubilación a cargo de la empresa manteniendo manteniendo el 70% del sueldo, entonces hablamos de 30 millones. Bien, con eso tienes para despedir a 1363 trabajadores que hayan estado en la empresa al menos 18 años (¿cuánta gente queda así?).
Teniendo en cuenta que la crisis está afectando más a los trabajos no cualificados con contratos de duración determinada (que con ese contrato no pueden estar más de un año -aunque luego lo estén, o vivan de contratos consecutivos por obra-), hablamos de personas con un sueldo medio de 13 mil euros al año, en que se les pagará como mucho una indemnización de 722 euros (20 días de su sueldo, si tomamos como referencia un año y que le despidan justo el día antes de acabar su contrato), en otras palabras, con los 30 millones puedes despedir a 41 538 trabajadores temporales que cobren la media.
Ya sé que he hecho alarde de demagogia al jugar con los números, aunque sí quiero insistir en la hipocresía de esos grandes directivos al hablar de lo caro que son los despidos cuando ellos tienen contratos blindados con millones de euros, con lo que podrían costear remodelaciones laborales totales de sus propias empresas, pasemos ahora a Gerardo Díaz Ferrán, presidente de la patronal más importante de España, la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE), que pide constantemente abaratar el despido, reformar el mercado de trabajo, reducir las cotizaciones a la Seguridad Social y el impuesto de sociedades… Y en general pide «liberalizar» el «mercado de trabajo» como solución para la crisis. Esto es, nos pone sobre la mesa la receta «liberal», con sus menos regulación y todo eso.
Todos damos por hecho que el jefe de los empresarios tiene que ser un gran empresario, un gestor probado, y un liberal, claro, faltaría más, no van a comandar a los empresarios un marxista que grite por la abolición de la propiedad privada sobre los medios de producción, lo damos por hecho. Pero resulta que nada de eso se da en el caso del presidente de la CEOE, que encima extiende la mano pidiendo al Estado subvenciones para salvar sus empresas (eso es, todo un «liberal», socializa pérdidas y privatiza beneficios). Hablamos de una persona, además, que está en el Consejo de Administración de al menos 45 empresas españolas, con el control o la propiedad en la mayoría de ellas (¿salvo Caja Madrid? donde está por ser el patrono de los Madrileños).
Sabíamos que Air Comet, una empresa de la que él es propietario, tiene problemas laborales gordos, con paros constantes (por ejemplo, lo podemos ver en una nota de EFE de hace un par de semanas, un otra de la semana pasada), convocados por impago de nóminas. Claro que se hablaba de problemas de liquidez (embargos mediante) y todo eso (claro que el Grupo Marsans, dueño de Air Comet, propiedad, entre otros, del presidente de la patronal de patronales, ya ha tenido otros encontronazos con la justicia, y fue por uso de dinero público para cubrir agujeros privados), pero no deja de oler raro tanta petición a la baja justo en los apartados que él debe…
Las empresas del Grupo Marsans están en un punto más bien negativo, eso no es raro si hablamos de un sector en crisis (medio permanente siempre, y si hablamos de aerolíneas, a las que se les ha concedido aplazamiento en el pago de las cuotas de la Seguridad Social siempre que justificaran bien la petición), pero resulta que Air Comet debe unos 16 millones a la Seguridad Social, y no consta siquiera que haya pedido el aplazamiento de los pagos de las cotizaciones. Newco (otra empresa del grupo) debe otros 4,26 millones, pero esta sí pidió el aplazamiento de la deuda (pero no se lo dieron). No solo deben, por supuesto, la parte de la cuota que paga el empresario por cada trabajador, sino la parte que corresponde al trabajador y que el empresario retiene (claro que también debe la nómina de un par de meses, aun así, con esto significa que el empresario, otros meses, ha retenido un dinero que no ha entregado a la Seguridad Social, y ahí ya hablamos de delitos)…
Claro que como este mundo de competencia libre la política prima, el ser Consejero favorable a las tesis de Esperanza Aguirre en la convulsa Caja Madrid (con un curioso problema de PP contra PP, y todo por el poder), ha conseguido una empresa en quiebra técnica unos 24 millones de esta entidad financiera. Favor se paga con favor (supongo que ese «Esperanza es cojonuda» habrá ayudado también). Y claro, también pide que el gobierno dé ayudas a las aerolíneas.
Es lo de siempre, que intervenga el Estado en poner dinero a las compañías pero en nada más, que no regule ni el mercado de trabajo (esto es, en gran medida, las condiciones de trabajo) ni se meta en controlar cómo se gastan los dineros públicos las compañías que lo han recibido (lo que ha pasado con la banca, sea dicho) ni en valorar los sueldos de los directivos (los que hablan por todos los accionistas), las continuas descapitalizaciones en favor de pago de dividendos para aumentar artificialmente el valor de mercado de las acciones (una de las causas de la crisis financiera, no la única ni la principal, pero sí una de las tantas que explica además la caída en redondo de determinadas entidades de inversión y bancarias) y enriquecer más si cabe a quienes controlan las sociedades y sus directivos, en fin, todo eso que piden cuando hablan de «desregularizar» los mercados, de bajar los impuestos, de no pagar determinadas partidas, pero luego extienden la mano para que les den dinero. ¿De dónde quieren que el Estado tenga recursos si ellos no quieren contribuir a los mismos?
No sé si pensar que la CEOE no se merece a alguien como Díaz Ferrán, o si por el contrario, cuando le eligieron jefe de los jefes fue justamente por todo su currículo (lo cual daría miedo, mucho miedo). Aun así, rescato la conclusión de una buena columna de Juan Carlos Escudier, «El presidente de la CEOE está tieso»:
«La lastimosa situación financiera de algunas de las empresas de Díaz Ferrán pone en entredicho la independencia de la CEOE. Es legítimo que los empresarios exijan una rebaja en las cotizaciones pero lo sería aún más si quien personifica esa demanda no mantuviera deudas multimillonarias con la Seguridad Social. Como lo es reclamar el abaratamiento del despido, aunque, por una simple cuestión de estética, quien lo haga debería estar al corriente en el pago de las nóminas de sus trabajadores. ¿Puede criticar que la banca corte el grifo del crédito a las empresas quien, como directivo de Cajamadrid, ha obtenido de la entidad el préstamo más alto concedido en cuatro años a uno de sus consejeros?
La CEOE debería evitar que sobre su presidente se extienda la sospecha de que antepone el beneficio personal al interés general de sus asociados. Para el Gobierno, sin embargo, la debilidad de Díaz Ferrán es una tentación para seguir experimentando con las leyes de la física. Lo mejor de una patronal gaseosa es que la fuerza sólo le dura un día.»
Excurso: No tiene mucho que ver, pero me lo ha recordado: En todo esto de la trama Gürtel, resulta que varios de los imputados llevan años, sino décadas, sin presentar la declaración de la renta (todos «empresarios de éxito» con dinero para dar y tomar), y que el temporalmente ex tesorero del principal partido de la oposición, según su propia defensa, tal vez cometiera un delito al no declarar cerca de un millón de euros (toma, y tanto), pero que ya habría prescrito (reconocen, claro, que no declaró ese suntuoso aumento patrimonial)… Y estos son los que hablan contra la subida de impuestos, o que las rentas altas no deberían pagar tanto (¿tanto?) y siguen a favor de la eliminación del impuesto sobre el patrimonio llevada a cabo por el gobierno «socialista» (no se rían). ¡Pero si ellos no pagan! Qué más les dará cuanto pague el resto…