Quería escribir la guía definitiva, el Non Terrae Plus Ultra de las letras opinólogas, de cómo hacer una columna tan provocadora como políticamente correcta, que estuviera en el contenido y en la forma tan bien estructurado como plagado de puñaladas traperas, de la mala leche de Jiménez Losantos o el Gran Wyoming, sarcasmo directo del reciente fallecido Javier Ortiz, de la inventiva directa del mecangüendiez del más que documentado yo-sí-viví-guerras Pérez-Reverte o del más que directo César Hildebrandt, del halo de intelectualidad de Javier Marías, del manejo de la ironía de Rafael Reig, y por qué no, si se puede, con la capacidad analítica y comunicativa de Martin Tanaka o Vincenç Navarro. Y tantos otros.
Y todo ello para columnas políticamente incorrectas dentro de fórmulas políticamente correctas que se quejen de las correcciones, tengan un trasfondo absolutista, y por qué no, autoritario, y declaradamente contrario al diálogo pero, qué leches, que parezcan que lo que intentan es abrir espacios de confrontación. Esas columnas hechas para pensar que sacan sonrisas cada dos párrafos porque, finalmente, mantienen la atención del lector, todo ácido, todo humor negro. Lo mejor es que ni siquiera hay que saber de lo que se habla, solo que lo parezca, por eso las menciones a los anteriores no se hacen por lo que saben, sino por lo que parece que saben (al margen que, finalmente, sí lo sepan, y perdón por las redundancias).
Pero, ¿cómo rayos podría escribir una guía de algo que no sé? Ah amigo, la respuesta es fácil, escribe como opinólogo, me dice mi subconsiente de tertuliano de la Noria, de comentarista en foros, de pedante de discoteca, de chulobibliotecas, en contraposición al chuloplayas, se entiende. Se debería entender sin que lo explique. El calichín de negro literario y aprendiz de reportero fracasado me insiste que todos podemos escribir de cualquier cosa, que el papel lo aguanta todo, y si es en esto de la red más todavía. Más como cantidad, no como calidad, claro.
Y tengo la carta de Alan García a los empresarios. Claro que no es políticamente correcta, ni siquiera es buena de a de veras, está tan llena de lugares comunes que parece la Cachina. Tengo también el intento de monólogo sobre los exámenes, con gente que hasta se ha mosqueado por su contenido, gente que se pica con eso de ir a exámenes sin estudiar (y si se ha estudiado para el examen equivocado, ¿qué, eh?). Increíblemente eso se acercaría más a lo que esta guía se debiera aproximar que la carta o cualquier otro de mis garabatos dialécticos. Pero no tengo nada más, no soy tan jorobado (ni en capacidad ni en dialéctica) ni tan redondo como para marcarme un buen vals, aunque me encanten los exabruptos de genialidad injuriosa del Señor T, no significa que sepa copiarlos, que lea a Reig no significa que sea capaz de escribir con su pluma de tinta irónica. ¡Doblepensar!
Esta guía, que no es tal como vienen leyendo, si es que han llegado a esta línea y superado el promedio de 30 segundos de atención promedio, no recoge nada salvo la reivindicación de la profesión opinóloga: Opine usted. Nada más ni nada menos. Salvo lo de aprender a reconocer los errores, pero visto lo visto, eso son clases de súper avanzados como poco, mientras tanto, hasta que no se pase por exámenes de humildad, y ya que acá hablamos de opinólogos y no de debatólogos, póngase en el cuero de quien puede decir negro y blanco sobre lo mismo, cambiando de opinión según los sujetos, y abanderarse del no es lo mismo, el no me acuerdo. y el más que famoso lo estás sacando de contexto (que a tenor del panorama, qué carambas, lo más normal es que le tergiversen directamente). Es gratis, además.
Ah, claro, la única lección que estas lineas contiene: Ponga el título que le dé la gana, si es provocativo y llamativo mejor. Los títulos son como el avance de las películas, tráiler que les llaman (como los remolques), no necesitan reflejar el contenido, son simplemente un gancho publicitario. Igual que las primeras dos líneas. El resto es paja para el burro.
Si quiere aprender a escribir bien, usted está en el lugar equivocado. Ouh, y no se olvide de la toalla, sobre todas las cosas, no se olvide de la toalla…
Muy sutil lo de la toalla :D.