El Partido Nacionalista Vasco (PNV), despechado él, se ha vuelto la verdadera peor pesadilla del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) en el Congreso de los Diputados, con un extraño matrimonio de coincidencias, con su otrora socio y actual enemigo declarado, el Partido Popular (PP), es lo que tiene la política, uno no escoge los compañeros de votos, pero los mima. El PSOE, después de mucho sumarse al PNV – PP – otros partidos (14 veces al menos), decidió perder esta inocua votación de una de esas mociones que no sirven para nada, pero quedan bien (y desgastan mucho). En concreto, el Congreso ha instado al gobierno a presentar un plan de austeridad y reducir un ministerio (sí, al menos uno, no dicen cual ni por qué, simplemente que se ahorren un sueldo ministerial).
Convergència i Unió (CiU), Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), Bloque Nacionalista Galego (BNG), Nafarroa Bai (NaBai) dieron el visto bueno a la moción del PNV apoyada por el PP y se cobraron la primera victoria de la oposición en la cámara baja (en la alta se han hartado de ganar cada dos por tres, pero la baja levantaba los vetos e ideas de la alta), el bloque sumó 168 votos frente a los 165 del PSOE, donde unos pocos (IU y cuatro votos desde el grupo mixto) respaldaron al oficialismo, al que le faltaron miembros en la votación.
El PSOE ha reaccionado mal, José Antonio Alonso, portavoz del PSOE, ha metido la pata por todos lados al tachar la moción de «inconstitucional», entrando en un absurdo argumentario en que, dice, el PP solo apoyó la moción para derrotar al gobierno. No nos pasemos tantos pueblos, una moción es una moción, nada más ni nada menos, es una declaración oficial del Congreso que insta, en este caso, al gobierno a actuar, y ya el gobierno hará lo que estime oportuno, no hay inconstitucionalidad porque el Congreso no se está metiendo en las competencias del gobierno (aunque por Ley podría hacerlo, si quisiera, podría obligar a una configuración ministerial específica, lo único que se reserva al presidente son los nombres del gobierno, no la organización real del mismo, aunque ahora la legislación deje dicha organización en sus manos, véase el artículo 98.1 en relación con el art. 100 de la constitución).
Pero el gobierno debería hacer caso, presentar un plan de austeridad al Congreso (ni someterlo a votación ni nada, simplemente presentarlo) y reducir un ministerio. Estuvo, según todos los enterados cortesanos, de producirse la fusión entre Cultura y Educación (otra vez), y «en el último momento» Rodríguez Zapatero decidió mantenerlos separados y producir relevos en ambas carteras en los santos cambios ministeriales. Pero yo no uniría esos, son marca de la casa y tienen ministros recién estrenados que aun deben ser desgastados cargándose las culpas de la mala política presidencial, que para eso Rodríguez Zapatero nombra ministros, no para otra cosa.
Como decía, yo les haría caso, y produciría una fusión donde más duele a las hordas de la derecha: Ministerio del Interior y Defensa en una sola cartera. ¡Lo que nos íbamos a reír con las reacciones de todos los cuerpos armados y de los más conservadores! Sería verdaderamente antológico, para hacer correr ríos de tinta. Más aun, al frente del invento pondría a Carme Chacón Piqueras, actual ministra de Defensa.
En realidad las funciones de ambas carteras son las mismas, una con la vista fuera de España y el otro con los ojos puestos en el interior, pero la base funcional es la misma. Antaño en España se mantenían tres carteras ministeriales para esto de comandar a quienes llevan armas y visten de uniforme, uno para el Ejército, otro para la Marina, y el último para el Aire (tal cual lo contamos), que Adolfo Suárez arruinó el invento mezclándolos en el Ministerio del Ejército. Además, en el eufemístico nombre de Ministerio de Defensa también encontramos a la Guardia Civil, que por más que sean institución armada es defensa interna lo que practican, vamos, policías.
Se pondría, encima, fin a esa especialidad de los ejércitos, esto es, se les metería de forma definitiva en el organigrama civil, confiriendo en un único ministro la dirección de las políticas de defensa internas y externas, mejorando la coordinación entre cuerpos y, por qué no decirlo, fastidiando a esos que aun insisten en que el Ministro de Defensa debe ser un militar, no solo poniendo un civil al frente, sino quitándoles directamente el ministerio propio. ¿Qué sentido tiene mantener un ministro de Defensa? Ojo, que no cambiaría mucho de la estructura interna de ambos ministerios, solo pondría una cabeza común para los dos y uniría los despachos que se pueden unir, pero, por ejemplo, cada institución con armas mantendría su propio peso organizativo (o sea, como están ahora en el organigrama), sí fusionaría las direcciones de comunicación, relaciones institucionales, el servicio de inteligencia y poco más (gabinetes por supuesto).
Con esta unión, además, se vería ese espíritu pacifista que dice tener el actual gobierno, eso sí, mientras manda más tropas al extranjero, no a Iraq pero sí a Afganistán, y esas cosas, y mientras llena las costas somalíes de fragatas hispanas sin entender que la simple represión no acabará con piratas que vienen, bueno, de donde vienen.
Desde acá exhorto al gobierno de España a hacer caso al Congreso de los Diputados y, de forma inmediata, se elimine el Ministerio de Defensa y el de Interior, creándose un nuevo ministerio entre los dos (el nombre pónganlo ustedes, que los que se me ocurren dudo que sean de su agrado: Ministerio de Represión; Ministerio de Mantenimiento del Statu Quo; Ministerio de Orden; Ministerio de las Armas; etc.) y nombrando a Carme Chacón la nueva ministra, y a Alfredo Pérez Rubalcaba (no lo vamos a dejar en el paro en plena crisis) como Secretario de Estado de Orden Interno o algo así.
Excurso: Tal vez, por pura precaución, sería bueno mover las competencias de los procesos electorales a otro Ministerio, incluso directamente a la Presidencia del Gobierno o crear un órgano verdaderamente autónomo.