Llevo un tiempo siguiendo el tema de los centros objetores a Educación para la Ciudadanía (EpC), y lo primero que resulta curioso es que se habla de objeción del centro a dar una materia, no tanto de la posible objeción de los padres que, por cuestiones morales y/o religiosas, no quieren que sus hijos reciban una asignatura concreta. Ahora dos colegios de Barcelona se han declarado objetores, y anuncian que seguirán hasta la última consecuencia. Me parece bien, debieron renunciar, como primera y casi definitiva medida al concierto económico con la Comunidad Autónoma. No pueden chupar del bote y no cumplir las reglas del juego.