El presidente de la república jura y rejura que la venta del avión presidencial no es un gesto populista ni una cortina de humo, dice que es una señal de austeridad y un «mensaje a la burocracia«. Hay que ser claros en esto. En sí mismo, el hecho de vender el avión presidencial, no puede ser considerado como «populismo». Ahora bien, la utilización de la venta del avión, la forma en que se hace y las declaraciones que acompañan al tema sí son populistas y demagogas, por no decir que el momento en que se anuncia esta venta hace sospechar de que se esté usando la venta como una cortina de humo sobre otros temas de «sobregasto».
Si la austeridad de García es vender bienes públicos mientras compra otros sobrevalorados (como es el caso de los patrulleros), mal vamos tanto en el concepto de austeridad como en el de eficiencia en el gasto de los recursos.»Cómo va a ser populista vender un avión de inmenso costo para construir un hospital» dice García. Ahí tenemos la demagogia en el uso del tema del avión presidencial. ¿Así que venderá el avión para construir un hospital? ¿Será un gasto directo? ¿Ya está previsto? ¿No es esta una transferencia ilegal de fondos (de las Fuerzas Aéreas al ministerio de Salud)? ¿No es demagógico sacar el tema del hospital -así, de la chistera- para justificar la venta de un bien público? ¿No habla del hospital para dejar fatal a todo aquél que quiera criticar la venta como alguien cruel que no quiere que haya más hospitales? ¿Y la venta del avión -con el coste ahorrado, contando con el remplazo por la avioneta esa- dará suficiente dinero para mantener todo un hospital?
Alan García, al parecer, no se ha pensado mucho la venta, ni siquiera parece que se está haciendo mediante el procedimiento oportuno, simplemente se le ocurrió vender el tan criticado avión presidencial para tapar otros problemas de su gobierno y buscar, a su vez, un repunte en las encuestas. La venta del avión tiene un alto nivel de populismo en tanto que hace algo «pedido por el público» de forma vistoza para dejar claro que él, Alan García, está con la gente, que quiere ahorrar (con estas medidas busca parecer que ahorra -ya veremos cómo hacen otros gastos, sobre todo si no salen como escándalo antes de efectuarse, como es el caso de los patrulleros-), pero para tener la relevancia pública a sus gestos (no sé cómo la venta de un avión es un gesto a la burocracia) se pasa por los forros cualquier procedimiento.
Y como he mencionado, las declaraciones de García desacreditan cualquier apreciación del gesto como algo distinto a la pura demagogia o cortina de humo, el hablar de un hospital como beneficio de la venta del avión es demagógico y acrecienta el cariz populista de la medida presidencial.
Sin lugar a dudas, la venta del avión no tendría por qué ser un hecho populista, pero hablamos del APRA, de Alan García Pérez, del actual gobierno, el de las medidas populistas y nada efectivas a la larga, el que busca disputas absurdas para tapar sus porquerías propias y toda la podredumbre que va creciendo dentro de todo lo que toca el Estado, donde el carné del APRA se va volviendo requisito laboral, donde las encuestas mandan. Y Alan habla tanto de «gestos» desde su particular lectura, que no resulta nada difícil hablar de gestos desde nuestra lectura.
Alan García es populista, sus medidas lo son y la forma en que las decide y las presenta al público demuestran que este sujeto no ha cambiado nada, que sigue siendo el mismo crío que malogró (más de lo que estaba) el país hasta que se fue en el 90. Los golpes de efecto son su fórmula de gobierno. Y el tema del avión no es más que otro capítulo de la gran novela aprista.