Pero no rectificó. Más aún, acusó de antipatriotas a todos los que no opinaran exáctamente como él, y de casi terroristas a todo aquél que osara decir que él no podía decirle a una agencia que espiara a cuanto sospechoso viera (unos dos millones en total, nada, minucias), mientras que los defensores de la medida hablaban de que sólo se espiaba a quienes tenían claros vínculos con el terrorismo. Criminales probados, decía alguno (pues vaya, cuanto terrorista suelto caramba).
En fin, ante una denuncia presentada por la Unión de Libertades Civiles de Estados Unidos (ACLU por sus siglas en inglés) la juez Anna Diggs Taylor (en Detroit) ha declarado inconstitucional el programa de escuchas (es lo que tiene el control indirecto de la Constitución) basándose en que atenta contra la intimidad y la libertad de expresión. Yo agregaría que atenta contra la presunción de inocencia, pero bueno, con cualquiera de esos argumentos el programa queda invalidado.
El programa ya era criticado por casi todos los sectores que no están muy de acuerdo con Bush (asociaciones de derechos civiles y esas cosas) y también desde filas republicanas (no todos, claro), desde expertos en Derecho (aunque siempre se puede defender cualquier postura).
En fin, otra hostia jurídica para el ejecutivo estadounidense. Recurrirán y en el Supremo lo matizará un poquito… Antes de acabar, esto me recuerda una frase de Savater: "Lo más importante intelectualmente hoy no es tanto comprender los motivos de los terroristas, sino los nuestros para resistirles sin emplear sus propias armas." Creo que ambas cosas son igual de importantes, pero gobiernos como el estadounidense, o el que tuvimos con Fujimori, olvidan las dos.