El día en que el Caos se llamó votaciones. Crónica del voto en Madrid.

Sé que el artículo está “retrasado”, con respecto al día de los hechos y tal, pero ya se sabe, cuando no se tiene la posibilidad de hacer un artículo, pues no se hace. Y como por esto no me pagan, no corría prisas :P. Pongámosnos lo más serios posibles, y bajemos la cabeza ante la vergüenza pública que supusieron las votaciones en el centro al efecto de Madrid, los peruanos dimos pena de la buena. Una organización realmente MALA, un desorden propiciado por la gente, y un claro desprecio por parte de los “promotores” de los partidos políticos de las prohibiciones de hacer campaña (fale, acá eso no valdría, pero nada se pierde por votar “como si” estuviéramos allá ¿no? ¡es lo lógico!).
El centro de votación estaba bien escogido (lo mejor que pudieron hacer), en un recinto lleno de pabellones y centros del estilo en la Casa de Campo (o al ladito, porque eso “como que está fuera pero dentro”), dos salidas del metro que daban de una forma muy directa a un lugar amplio que podíamos ocupar sin que haya problemas con vecinos y similares; y con buenos parqueos y accesos públicos. En esa elección, por ahora, un 10 (sobre 10).

El Pabellón dispuesto para la votación era el de La Pipa, el consulado peruano en Madrid mandó correos masivos (a todos los que le dejan su correo al Consulado) con información electoral bastante detallada, e indicando que no todos los inscritos en Madrid votaban en la capital del Reino de España, así pues, el Consulado con apoyo de la ONPE pondrían centros en Bilbao y Santiago de Compostela para que quienes vivieran cerca a esos centros. De todas formas, la concentración en Madrid se esperaba gigantesca. También dejaron claro que el horario era como en Perú, esto es, de 8 a 16 horas (aunque en medios como el País ponían mal la hora, de 8 y 30 a 4 y 30).

Regresemos al día de las votaciones. O mejor, hagamos una crónica de lo que vi y viví.

Mucha gente. Muchísima gente. A las 11 de la mañana, cuando llegamos al centro de votación, dos fueron las primeras impresiones: A) ¡Qué tal cantidad de gente! B) ¡Qué desorganización!

En la estación del Metro “Alto de Extremadura” había un cartel que indicaba la salida correcta para llegar al lugar de centro de votaciones, en ese momento me dije “seguro que todo está bien indicado ¡genial!”, lástima que me equivocara, a la salida del Metro lo primero que se veía era un par de carteles de Alan García (al foto que ven está tomada horas después, cuando alguien se indignó al ver las fotos de Alan y rompió un par de esos carteles), y muchos más (pero pequeños) de otros partidos, y volantes publicitarios (de todos, incluso de esos “pequeñitos”).

Una vez en el centro de votación no había nadie cerca a la entrada para indicar nada, y se veía una cola en que no se distinguía el inicio ni el final. Una serie de Policías Nacionales (de España, claro) intentaban que se guardara el orden, pero cuando uno les preguntaba algo sólo sabían contestar “allá es el pabellón y por allá está la cola, para el resto de cosas no sabemos nada”. La cola daba muchas vueltas sobre sí misma, unas seis o cinco veces (en serio) y era extremadamente larga (sin contar que daba una vuelta en una esquina, es la típica cola en que desde el centro no se ven los extremos). Y no se sabía bien para qué era la cola.

Nos acercamos al Pabellón de la Pipa (el centro de votación) y vimos que la cantidad de gente reunida ahí, entre los que estaban como nosotros buscando información, los voluntarios descansando un poquillo, otros con la megafonía pidiendo orden, el centro de recogidas de DNI al lado del centro de votación llenísimo de gente, los carteles con las Zonas (las mesas estaban distribuidas por zonas) con muchísima gente consultándolas, y ¿dos colas entrando? Era difícil distinguir si la cola moría con orden a la puerta del pabellón o simplemente el caos había ganado esa primera pequeña batalla.

A todo esto, los golpes y empujones por los “colones” se multiplicaban por toda la cola, mientras que la policía española “castigaba” a los colones sacándolos de la cola. Ya estaban bastante mosqueados esos policías, menudo fregado les había tocado.

Si a la entrada del complejo de pabellones de la Casa de Campo había mucha gente dando distintas publicidades (electorales y otras varias, como reserva de billetes, restaurantes de comida peruana, etc), al frente del Pabellón donde se votaba uno esperaba encontrarse de todo menos dos “quioscos” (mesas más bien) haciendo publicidad para sus candidatos. No pues, eso ya me pareció demasiado (en la foto se ve el local de UPP, que era más vistoso que el del APRA, que estaba justo al lado, al tener esa sombrilla con cartelitos del UPP por todos lados, para que se vea bien). El proselitismo al frente del Pabellón sí que me pareció mal, tanto que lo permitieran los organizadores (al menos no se veía una “pelea” para que no hagan publicidad) como los partidos que piden ese tipo de publicidad a sus acólitos y seguidores. Patético. Y acá que ningún partido (o los que se presentaban al congreso, que era la mayor parte de la publicidad visible) se lave las manos, todos cayeron en ese hueco.  

Nos fuimos a comer algo, ya eran como las 12 y hacer la cola era un suicidio, hacía calor y ésta era extremadamente larga. Nos fuimos por la otra salida, por donde estaba la otra estación de Metro (no por donde vinimos) y nos cruzamos con unos extrañadísimos seguidores del Estudiantes (equipo de baloncesto que jugaba sobre esa hora, y que su cancha está ahí) mezclados entre otros tantos peruanos que llegaban o salían del recinto de la Casa de Campo.  

A las dos de la tarde estábamos de vuelta. Ya cola ya no deba un sin fin de vueltas sobre sí misma, pero sí tenía “más o menos” (a ojo de buen cubero) la misma cantidad de gente. Sólo el llegar al fondo de la cola cansaba. Y mucho. Cuando íbamos por la mitad de la parte final de la cola (en dirección al final de la cola) alguien se puso a correr. Y, como buen ganado, TODOS se pusieron a correr ¡¡avalancha humana!! Fue horrible estar parado en el centro de la misma mientras veías a todos correr y escuchabas un “otra vez corren” y cosas por el estilo. Cuando pude me salí del centro de toda esa avalancha para poder estar a salvo (cuando ya se calmaba la avalancha tomé esa foto que ven). La gente se comenzó a colocar otra vez en la cola, se reconstruyó ésta (con todas las coladas por las carreras, claro). Dos veces más vimos esa avalancha. Ni loco me pongo en una fila que se cae por sí misma. Lo peor era la cantidad de familias enteras que tenía hijos pequeños corriendo en una avalancha de gente ¡¡eso es peligroso!!

Teníamos tiempo para hacer el moñas, así que nos sentamos en una escalinata desde donde se veía el pabellón a lo lejos, y hacia el otro lado se podía ver la interminable cola. Estábamos justo en la entrada de la zona vallada de la cola, donde un par de policías hacían lo imposible por  impedir que la gente se colara. Un par se pusieron realmente achorados y los empujones casi pasan a mayores. Algunos incluso intentaron colarse más de una vez ¡¡idiotas!! Los pitidos y abucheos aumentaban de forma casi constantes, la desorganización era evidente. Ni un informador electoral se dignaba a aparecer por la parte de atrás o entrada, con lo cual, nadie sabía dónde ir y por qué.

A las 3 y media nos pusimos en la cola, ya no habían avalanchas y la gente estaba más calmada, por fin apareció un tipo del Consulado informando que todos los que estábamos en la cola votaríamos, independientemente de la hora en que lográsemos entrar en el Pabellón. La gente estaba más tranquila. Muchos de quienes salían de votar indicaban que al final de la cola (o sea, en el pabellón) no existía orden, que cualquiera podía ir y meterse como si nada. La gente no les hacía caso y preferían (preferimos) mantenernos en una cola bastante ordenada.

A unos 30 metros de la puerta del local de votaciones (el Pabellón), efectivamente, la zona vallada dejaba de existir y ahí cada quien era hijo de su padre y madre, habían dos o tres colas cortas convergiendo en la puerta del local y otra tanta gente que entraba por los flacos. Una cola de casi una hora de duración sólo para ver que no había orden algunos para la misma, y que no servía de nada hacer cola realmente. La ley de la jungla. Nos mantuvimos en cola unos cuantos y entramos sin problemas al local.

¡¡Vaya decepción!! Me imaginé un sitio bien ordenado con las “cabinas de votación” puestas y tal, más parecido a un colegio electoral de los de toda la vida (un salón por cada mesa o dos mesas), realmente en las mesas de votación NO HABÍA colas, muchas de ellas estaban vacías, la división por zonas era una división por “pasillos generados por las mesas en líneas”, vamos, un mercado de mesas de votación.La gente buscaba su mesa y votaba al toque. La concentración estaba a la entrada del local (tanto en la parte inmediatamente de afuera como de dentro), adentro estaban varios Voluntarios indicando la zona en que te tocaba votar, lo que generaba concentración de gente.

Las Urnas demasiado pequeñas, mi voto fue doblado de forma poco ortodoxa por un miembro de mesa para que pudiera entrar, lo mismo pasaba en otras mesas, donde veías meter lapiceros para “acomodar” los votos en la urna y cosas así. Triste triste.

Si hubiesen acomodado mejor las cosas, organizado un poco a la gente mientras entraba, se hubiese formado una cola por “zona” con lo cual se hubiese agilizado muchísimo todo el tema de la votación ¡¡Pero NO!! Espero que corrijan eso para la segunda vuelta.

A la salida del Pabellón nos dirigimos a la salida, una cola inmensa de gente. Ya era algo más de las 5pm. Nos sentamos un rato a descansar y comer donas (previamente llevadas en las mochilas) y ver cómo la cola no disminuía, sino que aumentaba. Y mucha gente recién entraba. Se escuchaba un rumor: “Han prorrogado las votaciones hasta las 6”. ¿Ah sí? Nada que ver.

Decidimos ir hacia la otra salida (algo alejada, sí, aquella en que vimos a los seguidores de Estudiantes). Teníamos que pasar al lado del pabellón ¡¡había bronca en la entrada!! Empujones y tal, con la poli intentando que no forzaran la puerta lateral. Los gritos eran de “queremos votar” y se repetía el rumor de la prórroga, desmentido por la chica del consulado que decía por megáfono que el centro ya estaba cerrado y que no habían dicho nada de prórrogas (recordemos que lo que habían indicado es que todos los que estábamos en la cola al cierre del horario podríamos votar, como siempre se hace en estos casos, ya que si no has entrado es por la concentración de la gente, no porque estuvieras “tarde” en el lugar).  

En la foto no se ve nada bien, pero sí que eran unos cuantos y bastante asados. El País (edición impresa del Lunes) recogió este hecho, como también el que a la gente dentro del Pabellón no les dejaron votar pasada la hora, esto sí que me extraña, yo voté pasada la hora dada (lo dicho, por colas y demás). Supongo que los testimonios se referían a que ya estando dentro (del recinto de pabellones) no les dejaron votar (en el pabellón ya cerrado). ¿Habrá pasado eso? ¿Se habrán explicado mal los votantes? ¿Habrán pensado -los votantes entrevistados por El País- que entrar en el recinto de pabellones es como estar ya en el “colegio” electoral? Dudas que no son relevantes, en todo caso.

En fin, la otra salida también estaba llena, pero no tanto como la primera, esto es, se salía de forma más o menos fluida, sin cola de espera para poder cruzar el umbral de la puerta que da a “la calle” (en el caso de la segunda salida, da a una estación de Metro directamente).

Espero que para la segunda vuelta la organización sea mejor, que haya más información a la entrada del recinto y que las colas sean “por zonas”, y que la gente se porte mejor, parecían ganado, y cosas como las “carreras” masivas para colarse… ¡Qué desorden!