La disputa real se da en el Senado, donde ese “premio” de 63 escaños no existe. Lo que va del conteo del voto extranjero (que es en sí mismo un distrito electoral) van dando “la vuelta” al resultado local del Senado, que daba un ajustadísimo triunfo a la coalición derechista “Casa de las Libertades” (porque llamarla centro a la inteligencia) del actual jefazo italiano.
Claro que el triunfo de Prodi es demasiado ajustado (un par de escaños como mucho) como para cantar victoria a voz tendida, la derrota, por otro lado, de la coalición de Berlusconi, es realmente vergonzosa, una gran caída con respecto a la holgada mayoría con la que triunfó en el 2001. El candidato virtualmente ganador reclama su derecho a ser “primer ministro”. ¿Conseguirá que todos sus senadores estén siempre presentes en las elecciones importantes? Si falta alguno la cosa se tuerce.
Recordemos que en Italia la importancia (y poder, se entiende) del Senado es la misma que la del Congreso, así que hay que controlar ambas cámaras para poder llevar a efecto el plan de gobierno sin reales problemas (ingobernabilidad que ahora le llaman), no es como en otros países en que el Congreso puede alzar el veto (o modificaciones) del senado. ¿Podrán llegar a acuerdos puntuales? ¿El (posible nuevo) primer ministro podrá sacar adelante sus propuestas electorales? ¿Tendrán elecciones (otra vez) en breve?
El futuro (político) de Italia es incierto, la división es clara entre los dos bloques con representación, máxime si tenemos en cuenta las constantes descalificaciones a todos los que no pensaran como él del actual Primer Ministro, Berlusconi, y el insulto directo a todos los votantes del otro bloque ¿Cómo se puede dialogar con una coalición cuyo líder llama “gilipollas” a todos los que no piensen como él?
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