Normalmente voto al «menos malo» que tenga alguna, aunque sea muy lejana, posibilidad de sacar algo positivo. Esto significa dos cosas: normalmente mi voto no vale para nada (bueno, para engrosar el «otros» sin representación) y me termino sintiendo mosqueado con lo que yo mismo he hecho (desde el propio gesto de votar hasta el haberme «vendido» por ese «menos malo»). ¿Qué pasa cuando no hay una opción «menos mala» más allá del matiz? Que no hay por dónde coger la papeleta. Para no olvidarlo, en Perú nos siguen recordando que votar no es un derecho, es una obligación. Con multa, si no cumples, claro.
Mañana me toca viaje a Salamanca para poder votar en la segunda vuelta peruana. Ya he manifestado que por Keiko no votaré, que la opción menos mala, aún siendo un fujimorista neoliberal, es PPK. Estos días, además, el fujimorismo ha mostrado su cara más noventera, ha sacado la artillería pesada de la compra de los medios de comunicación, sus vínculos con el narcotráfico, lavado de activos y demás (buena nota de Sifuentes en El Comercio); y lo ha sazonado todo con promesas que no están en su plan de gobierno y que por mi parte son absolutamente rechazables (¿pena de muerte?, no, gracias). Los dos planes de gobierno, en los brochazos, se parecen demasiado.
Y PPK no ayuda, cada vez que abre la boca sube el pan. Cuando las izquierdas (Verónika, CGTP…), tras romper ese primer momento de «mejor nulo», deciden apoyar al candidato no-Fujimori, salta el propio Kuczynski de forma pasivoagresiva e insulta a las mismas (parafraseándole: si no me apoyas y eres de izquierda, eres chavista). No, PPK, no es que seas «proderecha», es que eres la derecha. No hay nada de malo en eso (sobre el papel, al menos). Y claro que es antiizquierdista, siempre lo ha sido; como la mayoría de peruanos.
Y saltamos a España. Tres semanas más tarde son las elecciones en este país (básicamente) peninsular. No es una segunda vuelta (no se ha eliminado a nadie) ni son unas repeticiones (no se presentan los mismos o en las mismas condiciones), son unas nuevas elecciones en toda regla.
Por coincidencias de la vida, también voto por Salamanca en estas. Lo de la ciudad charra y las izquierdas es interesante, vivimos peleados unos con otros con más fuerza que en otras circunscripciones (solo falta ver la historia reciente de la provincia donde IU no era «unida» o cómo se fraguó Ganemos)… en fin, que Podemos e IU-UP van de la mano, junto con otros movimientos (como Equo, que ya presentó candidatos dentro de Podemos en las anteriores generales) y esto ha facilitado un acuerdo «para sumar» en las izquierdas. Y genera claros problemas.
¿Qué problemas? El primero es el programa, no hay uno conjunto de verdad; sí, un acuerdo de mínimos parecido a un pacto de legislatura que suena a poco en todos los sentidos. Uf, en fin, para mí el de IU ya es de minimísimos, claro. El siguiente problema está en los candidatos. Esto siempre es un mundo en formaciones con tanta disparidad de criterios a la par que pocas posibilidades de escaño (con lo que estar segundo o primero es un mundo inmenso; recordemos que en Salamanca se eligen 4 diputados y en las últimas elecciones Podemos quedó cuarto, pero es que ni sumando a IU hubiesen pillado a Ciudadanos, que se llevó el cuarto diputado). Pero no hablamos de los típicos choques entre distintos líderes locales, sino del momento en que te imponen un candidato «de fuera».
Estas nuevas elecciones han mostrado la peor cara de los nuevos partidos, cambiando a la gente de circunscripción por la que se presentan, insultando (creo firmemente) a todos los que en esa provincia forman parte de las bases. ¿Qué hacen cambiando al número 2 de un distrito para que sea el 1 de otro? ¿Por qué mueven a uno de un sitio donde no saldrá a uno en el que sí cuando no hay ningún vínculo?
En Salamanca Podemos tiene un problema de base, hace no mucho toda la cúpula local de Podemos dimitió, sintiéndose aplastados por el Podemos CyL y el Estatal. Las listas de diciembre fueron confeccionadas en unas primarias nacionales que terminaron significando que la dirección de Podemos puso a quien quiso acá y allá. En concreto en Salamanca pusieron a un «cunero», muy importante en Madrid, sin vínculo alguno en Salamanca. Fue fuertemente contestado y a última hora ese personaje se presentó en Madrid (puesto 9) y llevaron a otra de Podemos de Madrid para encabezar las listas charras (por lo menos ella había estudiado en Salamanca).
¿Qué hace Podemos estatal para apaciguar las cosas en Salamanca, volver a reforzar las bases y contentar a los nuevos aliados? Impone como candidato al que le dio tantos problemas en el 2015. Es que si no tuvo escaño la vez pasada (Podemos sacó 8 en Madrid), ahora con IU metiendo gente en los primeros lugares de la lista conjunta era simplemente imposible si tenía que ir de 13 o similar. No estoy cuestionando a Jorge Lago Blasco como investigador (tiene cosas interesantes en sociología de las relaciones laborales), profesor o político de Podemos, sino como candidato de Salamanca. Y que diga cosas como que puede conocer Salamanca en unos días no ayuda. Que diga que nadie lo ha impuesto y hable de las primarias abiertas, tampoco. Lo primero, igual a él no se lo han impuesto, pero a Podemos Salamanca sí (y de ahí esas dimisiones); las primarias abiertas fueron para las elecciones pasadas y al final se presentó por Madrid (¿cómo va eso?, sacas pecho porque te eligen para Salamanca pero te presentas en Madrid y, cuando no obtienes nada, defiendes que tu lugar es Salamanca; por cierto, la anterior cabeza de lista por Salamanca ahora se presenta de nº 16 por Madrid -y aparece como independiente-) y, hasta el día que se presentó a Lago, se habló que el candidato «esta vez» sí sería alguien de Salamanca y al día siguiente presentan a uno que, simplemente, no tiene vínculos con la provincia (rompiendo el pacto con IU de presentar gente de aquí y molestando a los pocos que hay por estos pagos). La pleitesía por Podemos Salamanca (la nueva, con los miembros de reemplazo de los que dimitieron) y Podemos Castilla y León a este candidato es bochornosa (¿oportunidad brindada?, ¿honor de una de las grandes figuras? Por favor).
En fin, personalmente preferiría ver a Mónica de Quevedo (en el 2015, la nº 2 de IU-UPeC, ahora la 2 de la coalición actual) o Marta Santos Ballesteros (que fue la nº 2 de Podemos en el 2015, aunque figuraba como independiente, todos sabían que era y es de Equo) como cabezas de lista o a cualquiera de las personas que en Podemos Salamanca llevan ya un par de años trabajando en la construcción de un partido en una provincia que, si bien tiene mucha gente de izquierdas, estas votan en otras circunscripciones (es lo que tiene ser una ciudad universitaria). También hubiese preferido ver en ese frente de izquierdas a PACMA y al PCPE (entiendo por qué ambas formaciones se mantienen independientes, sea dicho).
Tampoco ayuda (nadita) pensar que mi voto puede ayudar a que Pablo Iglesias llegue a presidente del gobierno.
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