Un ministro español declaró, casi consternado, sobre lo negativo que es en Europa el ascenso de los partidos de extrema derecha, hablaba, claro, del reciente resultado del FN en Francia, donde la hija superó al padre en votos (aunque lejos se quedó de la segunda vuelta, algo que el padre disputó en el 2002). La extrema derecha, reconocida como tal, abiertamente racista, tiene un discurso que cada vez cala más en las clases trabajadoras «nacionales», el patriotismo como excusa y el odio como razón de ser. Hasta hace un par de días era co-gobernante en Países Bajos (donde anticiparán elecciones), en el Consejo Federal suizo la SVP/UDC tiene su lugar (y en el Consejo Nacional de Suiza, la cámara baja, con el 26,6% de los votos y 54 asientos, son el principal partido), y solo hay que ver la Eurocámara para preocuparse, al menos, un poco.
Pero luego uno lee algunas declaraciones como la de José Ignacio Echániz, consejero de Sanidad de Castilla La Mancha:
«No hay que olvidar que la sanidad gratuita ha sido fundamental para fomentar el efecto llamada. Mucha gente ha cogido una patera porque sabía que en España tenía la asistencia sanitaria garantizada.»
Primero: Es falso. Segundo: Es racista. Tercero: Responde a un estereotipo incorrecto. Cuarto: Fomenta el odio al extranjero. ¿El problema de la financiación de la sanidad depende del uso de los inmigrantes en situación irregular? Para nada. Más daño hace el fraude fiscal.
La sanidad seguía siendo gratuita para el usuario de forma directa (lo era el año pasado -siempre con una excepción-) y en cambio la inmigración descendió. Aumentaron también los retornos. La inmensísima mayoría de inmigrantes en situación irregular no han llegado a España por patera, pero es la idea que una y otra vez se utiliza para los inmigrantes irregulares. Y quienes así llegan, además, no piensan en la sanidad. El uso de la sanidad pública por parte de los ciudadanos en situación irregular de residencia (y que viven efectivamente en España) está por debajo de la media del uso de los residentes regulares, y muy por debajo de los pensionistas (por evidentes razones, quienes vienen están bien de salud, no tienen en general enfermedades crónicas, muchas de ellas que casi vienen con la edad, y otras razones más importantes es desconocimiento de los derechos y medio de la deportación, que los lleva a no pisar, o pisar lo mínimo, recursos públicos puros). ¿Que es una forma de hablar? Es una forma de hablar racista, hablamos de un cargo público en unas declaraciones públicas, no de un comentario en la barra del bar (donde seguiría siendo racista, pero se puede excusar como es una forma de hablar).
El PP, sobre todo sus caras más locales, están dando muestras de un odio al extranjero y a las religiones no católicas de forma pasmosa, es una constante y ya no extraña a nadie, el problema, que ya existe cuando hablamos solo de discurso y de voto de odio, se agrava cuando se hace ley. El Real Decreto-ley 16/2012, de 20 de abril, de medidas urgentes para garantizar la sostenibilidad del Sistema Nacional de Salud y mejorar la calidad y seguridad de sus prestaciones, publicado en el BOE el 24 de abril, incorpora en el Artículo 3 ter en la Ley 16/2003, de 28 de mayo, de cohesión y calidad del Sistema Nacional de Salud, con esta redacción:
«Asistencia sanitaria en situaciones especiales.
Los extranjeros no registrados ni autorizados como residentes en España, recibirán asistencia sanitaria en las siguientes modalidades:
a) De urgencia por enfermedad grave o accidente, cualquiera que sea su causa, hasta la situación de alta médica.
b) De asistencia al embarazo, parto y postparto.En todo caso, los extranjeros menores de dieciocho años recibirán asistencia sanitaria en las mismas condiciones que los españoles.»
De un plumazo personas que eran asegurados por residir en España y no disponer de ingresos suficientes (ese requisito existía) quedan fuera del aseguramiento universal de la salud fuera de las urgencias.
El Tribunal de Cuentas en ningún momento pidió o determinó que los extranjeros en situación irregular debían pagarse la sanidad de forma directa o no pudieran ser asegurados, lo que venía a decir es que hay una descordinación clamorosa y que no cobra, por ejemplo, a los países con los que existe reciprocidad la factura de los servicios que sus asegurados disfrutan en España (esto es, lo que se llama turismo sanitario, bien, que lo hagan, luego se pasa la factura al sistema de salud de su país y es este el que lo tiene que abonar) y también indicó que se controlara más las tarjetas sanitarias (un no residente en España que sigue presentando la tarjeta española fuera del país, la tarjeta de ese ciudadano debe ser la del país en que reside), y que no se estaba cumpliendo con una directiva comunitaria para saber quién debía pagar la asistencia de un ciudadano europeo en otro estado en tiempos inferiores a tres meses. En ningún caso lo determinado por el Tribunal de Cuentas supone privar de sanidad a personas que viven en España, que es lo que ahora hace el gobierno mediante decretazo, por más que algún político del PP se empeñe en decir públicamente (y vive dios que casi nunca nadie les hace caso).
Anteriormente el artículo 12 de la Ley Orgánica 4/2000, de 11 de enero, sobre derechos y libertades de los extranjeros en España y su integración social establecía un derecho a cualquier residente (el requisito era estar empadronado) a la asistencia sanitaria en igualdad de condiciones a cualquier español, además de los casos de urgencia de no residentes, de los casos de los menores (donde no se exigía empadronamiento) y de las extranjeras embarazadas durante el embarazo, parto y postparto (otra vez, sin requisito), ahora el Real Decreto Ley lo que hace es modificar dicho precepto para que remita directamente a la legislación sanitaria (a ese nuevo artículo 3 ter), volviendo a toda una categoría de personas residentes como imposibilitados de ser asegurados en el sistema de salud (que el art. 12 de la LO 4/2000 no sea orgánico tiene tela).
Pero la xenofobia, el nacionalismo exagerado y excluyente, el odio al diferente, no es patrimonio de la derecha nacional española, las derechas locales sufren de este mal con, al menos, igual fuerza que la que hoy gobierna España, y algunas mal llamadas izquierdas (el PSOE a la cabeza, ERC sin dudas, entre otros), que no tienen problemas en apoyar y mantener políticas públicas racistas y de odio.
¿Para qué necesitas un partido declaradamente filofascista si tienes otros que ya hacen ese trabajo? ¿Por qué preocuparnos, más allá de un tema de discursos y arengas, de esa extrema derecha cuando la derecha que se cree centro hace exactamente lo mismo? Salvo la falta de cinismo, ¿qué diferencia hay en políticas con respectos a los inmigrantes del actual presidente de Francia y la que quedó tercera en la primera vuelta electoral? Andan por el mismo camino, aunque unos van gritando su odio y quieren correr, el destino es el mismo para los dos.
(Y continúan los tijeretazos en sanidad, este es uno de ellos.)