Trántor, conocida como Madrid, se vistió de Otaku y celebró el evento anual de todos los aficionados al manga y la cultura que le rodea en la capital de España. Expomanga, hermana pequeña de Expocómic, prima lejana del Salón del Manga de Barcelona (El Evento, con mayúsculas, del manga, anime y demás en tierras peninsulares bajo dominio borbónico), abrió sus puertas este finde dejando un buen sabor de boca entre quienes pudieron (pudimos) asistir. Consumismo y cultura.
No deja de ser interesante ir a un sitio donde cada quien se muestra como le da la real gana, lleva el aspecto, si así lo quiere, de su personaje preferido u odiado (se disfrazan, vaya, bajo el nombre de cosplay, concursos con coreografías incluido), donde tal vez las pintas más rara la tenga aquel señor trajeado, que a saber si iba de algun personaje que va en terno.
La comida japonesa «rápida» hace un especial acto de presencia, está ahí y es devorada por todos esos seguidores que no solo quieren consumir elementos culturales japoneses (el manga y anime) sino que desean entrar de lleno en toda esa cultura, estando mucha de esa comida presente de forma recurrente en las viñetas tan ávidamente consumidas. Esa comida es tan objeto de culto como el muñequito de Akira, el Final Fantasy VII o el moleskine que usa Ligh Yagami, es tan consumida como disfrutada.
La Expomanga ahonda en la interacción, en la representación, en el juego común, en esa integración entre personas a los que les gusta, a muy grandes rasgos, lo mismo. Los raros, los frikis, en esa nave gigante son la norma, están (estamos) en su salsa. Y consumen.
El cosplay es francamente una de las cosas más interesantes, la naturalidad con que se trata y el ambiente que lo rodea, el disfrazarse por el gusto de hacerlo y de interpretar el personaje, el ir a un sitio con dicha ropa sin siquiera, en muchos casos, concursar. Son disfraces, muchos de ellos, hechos por los propios aficionados, con lo que la dedicación en la afición es inmensa y, espero, gratificante. El resultado es bastante espectacular. En todos los sentidos de la palabra.
Todo el chiringuito está montado de tal forma que hay tanto intercambio cultural (hasta con juegos tradicionales japoneses, me imagino el desprecio que en muchos de ellos levantan los juegos tradicionales castizos pero que, en cambio, sí tercian partidas de otras tradiciones), hay reunión de intereses comunes (las asociaciones estaban ahí de la mejor forma posible), hay exposiciones, concursos, hay diversión e integración, y un largo etcétera, pero sobre todo hay tiendas.
Las distribuidoras de mangas, animes y elementos de micro-mercadotecnia tienen la oportunidad de venta directa al público, también están presentes las tiendas especializadas, todas dispuestas a reducir un poco su margen de beneficios individual para aumentar el global, es la idea de estas ferias, como la del libro. Hay que tener en cuenta que el friki es, ante todo, un coleccionista, y como tal, consumista de los productos que colecciona, y el mundo del manga ha sabido explotar ese hecho a niveles realmente asombrosos, solo hay que ver la cantidad de productos que existen entorno a cada historia contada… Incluso ya se dio la vuelta, no son pocos los mangas que nacieron claramente para vender mercancías de ellos mismos.
Fotogalería del sábado en De Igual a Igual.