El titular de El Comercio debe ser de los que mejor recogen lo que actualmente es Perú: «El paro se sintió en provincias y dejó 21 policías heridos y 216 detenidos». Lo de siempre, por un lado está lima y su limeño gobierno nacional, y por otro está el resto del país, que vive más intensamente la pobreza generalizada, la desilusión con la ineficacia gubernamental, en desgobierno existente y la explotación, un día sí y otro también, de los invitados de García y gobiernos anteriores.
Alva Castro y su visión
El balance del actual Ministro del Interior del Perú fue el esperado, destacar (pero no mucho, que no se note que hubo paro nacional) los detenidos y algunos hechos violentos, a la par que aseguró que con el paro nacional «no se ha conseguido nada», a su vez, acusó al secretario general de la CGTP por los hechos violentos (en contra de, por ejemplo, los delegados de la Defensoría del Pueblo, que cuando indican a los responsables principales no tachan a los cegetepistas), o por lo menos reconocer que Mario Huamán ha repudiado las agresiones cometidas durante el paro, a la par que «se olvida» de dar crédito al secretario del sindicato por todas las manifestaciones pacíficas a lo largo y ancho del país.
También aplaudió a los gremios que no se sumaron a un paro declarado, no lo olvidemos, improcedente por la autoridad de trabajo (con lo cual, todos los que pararon se expusieron a despidos y sanciones por ejercer el derecho a huelga que el gobierno les negó, posiblemente, fuera de plazo).
Del Castillo y los interlocutores
Jorge del Castillo, primer ministro peruano, se ha dedicado a desprestigiar a la CGTP, especialmente ayer, durante el paro, consignando como todo un triunfo que el paro fuera minoritario en Lima y con cifras de mayorista, mencionando que no hubo paro. Hay que recordar que los transportistas no se sumaron a la huelga (declarada ilegal, no hay que olvidarlo), así que es normal que los productos ingresaran. Esto no significa que el paro haya sido un fracaso, no comparándolo con otras ocaciones en que el APRA era parte del mismo y la asistencia fue similar (aunque ahí era todo un triunfo contra el gobierno, cómo cambian las cosas). Las acusaciones a los cegetepistas son duras, y el primer ministro habrá de demostrarlas.
Lo que sí es cierto, es que la CGTP no es el único interlocutor, nunca lo ha sido. Menos en una realidad realmente diversa como es la peruana, donde además, en cada punto del país el paro tenía motivos distintos (razón también por la que algunos gremios lo comenzaron antes), así pues, no son los mismos interlocutores en el paro de Lima que en el de Loreto (donde ahí es más una cuestión contra la llamada «ley de la Selva» que una preocupación por temas laborales de citadinos), y si Jorge del Castillo ha tenido que esperar hasta ahora para descubrirlo, hay que felicitarle por encontrar América.
Jorge del Castillo ha atacado a la CGTP y los huelguistas por el «politiqueo» del Paro, que no es un paro laboral y toda esa cantaleta con la que nos tienen acostumbrados desde el gobierno (demostrando que no se enteran de lo que se pide), y manifiesta el poco poder de convocatoria de la CGTP a la par que mencionan que ya no les asustan (¿lo hacían? evidentemente sí), pero si bien es cierto que la CGTP no tiene el poder de convocatoria de antaño, no es menos cierto que los esfuerzos de las centrales sindicales y otros sectores es justamente el de sumar a la mayor cantidad de frentes para realizar convocatorias amplias (tal vez en demasía) y poder movilizar (o aparentar movilizar) más gente, ya se sabe, la unión hace la fuerza (aunque las reivindicaciones debieran ser las mismas para hablar de unión, y no sólo que el paro coincida en hora y día). Del Castillo se equivoca si quiere dejar de lado a la CGTP así nomás.
Alan García da la cara
Al menos, y por una vez, Alan García reconoce que no vivimos en el país de las maravillas, y que existe un descontento popular en el Perú. Por tanto, de una vez por toda, ha reconocido que sí había razones para el paro (aunque no las comparta o crea que son exageraciones), a diferencia de sus ministros que viven de espaldas a la realidad.
También es cierto que con el amago del vídeo con Vladimiro Montesinos y el posible caso de corrupción en cuanto al pago de la dichosa publicidad, y con los resultados (ni buenos ni malos) del paro, lo último que el presidente podía hacer era cargar con todo contra los huelguistas, por más que saludara a los esquiroles que decidieron ir a laborar (¿dónde está la solidaridad en nuestro país?) y de ahí que sus palabras fueran, como casi nunca, sensatas: «De cada circunstancia podemos sacar una enseñanza y el gobierno saca la suya, sin triunfalismo ni derrotismo, el gobierno sabe que debe continuar trabajando». Esperemos que no sigan trabajando como hasta ahora, porque eso sería negativo para todos. Por otra parte, es bueno escuchar a un mandatario peruano decir que hay que oír al pueblo, algo que se niegan otros, como Alva Castro, Del Castillo, Mulder, y demás.
Consideraciones finales
Cuando las fuerzas y cuerpos de seguridad, junto con las armadas, han hecho un despliegue digno de la guerra de Iraq (más de 100 mil desplegados en todo el país), es lógico que el paro no se haya sentido con fuerza en cuanto a carreteras tomadas y demás (aunque en muchas provincias, como Puno y Arequipa, sí que se dieron enfrentamientos con la policía en el intento de esta de «desbloquear» la carretera), minisvalorar lo que sucede en el interior del país es errar de lleno en una conflictividad social en aumento donde el gobierno sigue con su mantra de «no hay problemas, crecemos económicamente».
También es exagerado creer que en Perú las movilizaciones de este tipo son verdaderamente multitudinarias, o que las huelgas son generales (como hacen los de la Primera, y otros tantos compañeros que confunden realidad con deseos), en Perú falta, entre otras muchas cosas, solidaridad y organización y sobra el miedo (medios de comunicación, gobierno y las empresas se encargan de echar leña al fuego) y los recelos (de los que sobran en las izquierdas, y de la derecha a la izquierda).
Cuando Huamán dice que la paralización fue «contundente y exitosa a nivel nacional» debemos entenderle en clave publicitaria, está vendiendo a todos los peruanos la posibilidad de parar al país, aunque sabe que ni fue contundente (ya la sola dispersión de postulados para el paro evitarían contundencia alguna) ni sabría qué decirle de lo que significan promedios como «exitosa a nivel nacional», en tanto que en Lima no se sintió en demasía (paro hubo, pero no en sectores centrales o pilares de la ciudad o sus diversos centros) y es la tercera parte del país, o que no es lo mismo Puno que Piura (tanto en clave electoral como política).
Al margen del triunfalismo excesivo mostrado desde la CGTP, puede ser destacable la creación de la Asamblea de los Pueblos entre los gremios levantados contra el gobierno en los distintos frentes, a saber, los sindicatos, las asociaciones y comunidades agrarias, y los frentes regionales (donde últimamente surge mayor conflictividad social ante la incapacidad de las regiones y la inacción central), pero ya veremos si esta nueva forma de organización es realmente novedosas o veremos más de lo mismo, con los agentes de siempre siendo «no escuchados» como es habitual.
Por otra parte, el gobierno debe aprender a dialogar con los afectados por las medidas que viene tomando (y va a seguir tomando), y debe entender que desde todas las tribunas públicas se puede hacer oposición, y no sólo desde el más que vendido Congreso, máxime cuando ellos están gobernando a punta de Decretos Legislativos, gracias a una autorización del Congreso que no tiene sentido alguno. Y que por supuesto el modelo económico está a debate (hay que fastidiarse, antaño ellos lo debatían, con las armas o sin ellas, desde el sindicato amarillo o desde las tribunas políticas, ahora parece que hay que sacarse carné de liberal y tener un escaño en el Congreso para hablar de ciertos temas).
Excurso: Mal ejemplo el del primer ministro cuando criticó a la CGTP hablando de Cuba y la inflación, un conocido cubano siempre decía: En Cuba podemos pasar hambre, pero no morimos de hambre, en Perú hay mucha gente que no sabe lo que es el hambre (ni tiene que hacer colas para comprar arroz), pero demasiada muere de hambre (y ellos no pueden siquiera soñar con ir a comprar arroz, ¿de qué sirve que no haya colas o que la inflación sea baja?). Si sólo ponemos sobre la mesa esas dos cuestiones (es lo que hace Del Castillo, a fin de cuentas), qué es mejor: ¿tener baja inflación y una distribución amplia de víveres o que la gente no muera de hambre aunque haya mucha inflación y pocos, pero repartidos, víveres?
Segundo Excurso: Al final, y como se preveía, las bromas de Alberto Belaúnde y N.N. (en Generación (a)política) fueron un calco de la realidad.