Aunque con retraso (estaba pensada para hace dos semanas, así que ha sido un poco actualizada) Igualito discute con Kevin por la llamada Ley Pulpín; aunque creo que deberíamos haber apuntado más a las mentiras de Humala.
¿Cómo es posible que el Presidente de la República siga insistiendo que esta ley es para «los que no tienen nada»? Vuelve a hablar del difícil acceso al trabajo de quienes no tienen estudios para justificar la norma, dos cosas: la ley se aplica a graduados también (sin contar que los contratos para la formación ya existen); uno de los objetivos de la norma es acabar con la informalidad (con lo cual, es gente que ya está en el sistema laboral, no tiene problemas de empleabilidad estrictamente hablando). Ya me estoy convenciendo de algo: el problema es que el presidente no ha leído la ley que está defendiendo.
Ollanta Humala, de esta manera, carga contra los manifestantes de la misma forma en que lo hizo el congresista fujimorista Tubino: resta legitimidad a los que salen a la calle a protestar (ese discurso de los afectados por la norma están contentos con ellas, los que se manifiestan son unos revoltosos perdidos y manipulados; sin contar con esa perspectiva de marchan los privilegiados, los de las zapatillas buenas para Tubino o los que tienen tiempo para Humala; este último olvidando que la norma va también para reducir el desempleo y, la verdad, alguien sin estudios ni trabajo sí que tiene tiempo para ir a una marcha), con lo que no se quiere entablar ningún debate de nada; claro que nunca se quiso.
El aprista Mauricio Mulder tiene razón cuando afirma: «nunca los regímenes de precarización en el ámbito formal han ayudado a los informales». Me pregunto si esto es un «mea culpa» por el régimen laboral especial para las mypes, que promulgó el gobierno del APRA, que no es más que quitar derechos laborales a los trabajadores de estas empresas. ¿El APRA cambiará un régimen que ellos siguen apoyando? No se ha reducido la informalidad en el sector, eso es cierto.
Otra forma de plantear el tema
Dentro de todos los debates que esta ley está produciendo (algo bueno tiene, por fin se están abordando ciertos temas… lo malo que no por los mandatarios) las notas de Carlos Meléndez (El Comercio y Perú21 como plataformas, tras su abandono de sus bitácoras, donde se le conocía como El Jorobado) tocan dos temas del que muchos pasamos de lado (por desconocimiento o porque no es donde nos queremos centrar): los límites de la tecnocracia (en los términos descritos por las notas) y la falta de articulación, básicamente, de todos los agentes y lo que eso conlleva (al igual que los proyectos personalistas y faltos de programa, que es una forma de hablar de todos nuestros últimos presidentes, a poco).
Recomiendo especialmente: «Mapa dibujado por un tecnócrata» (El Comercio, 27/12), «¿La ola ‘antipulpín’?» (Perú21, 26/12) y «La tecnocracia barata» (Perú21, 23/12).
En general, las notas publicadas en su columna diaria «Persiana Americana» en Perú21 sobre este tema merecen bastante la pena y no estaría de más que los que nos oponemos a la norma les prestemos atención (también nos jala la oreja por las carencias que estamos demostrando).
Otras notas sobre el tema en esta bitácora:
- Ley pulpín: Ya la hemos leído y no la queremos
- Trabajo precario, cortesía de gobierno y Congreso
- Organización y lucha contra una reforma negativa
- Dejen de mentar el 103º de la Constitución, por favor
- Urresti y Otárola deben dimitir
esta ley para el empresario qu solo piensa en su lucro personal tiene como vision la destruccion de los derechos de todos los trabajadores de toda edad analizen esto y con perspectiva porque estos item de la susodicha ley tiene trampas muy visibles