En Cataluña estas elecciones son las de la Xenofobia. Con «X» mayúscula. No solo porque un partido abiertamente xenófobo (con el «que los echen a todos» como consigna) ya tenga el 1% de intención de voto (y a saber cuántos le votarán y por ahora se avergüenzan de decírselo a los encuestadores, pero en la culposa soledad de la urna la papeleta que introducirán queda entre él y su dios), sino porque el resto de partidos no son mejores, ya sea por sus discursos abiertamente racistas hacia el resto de los españoles e inmigrantes o por sus posturas de «expulsemos a los desempleados».
No deja de asustar que partidos tan importantes como el PP acepten y usen un discurso de criminalización de la inmigración (el apoyo de la dirección regional a un alcalde xenófobo es imperdonable, que vincula de forma directa a los inmigrantes y la delincuencia) y de «nos roban el trabajo» mientras proponen echar a todos los inmigrantes sin empleo (ya me dirán cómo un desempleado «te roba» trabajo). No solo compran ese discurso, sino que lo venden a sabiendas que atrae votos. Tristes votos. Han puesto al obrero contra el obrero, y encima les damos las gracias votándoles.
Me alegra ver que existe un discurso en muchos medios, intelectuales, artistas y demás que condenan ese racismo. No me alegra, por otro lado, ver que desconocen por completo la realidad actual.
Cuando escucho a la candidata del PP a la presidencia de Cataluña no sé si se refiere a cumplir a rajatabla la ley actual o es ir más lejos, esto es, para quienes no lo sepan, actualmente los inmigrantes en situación de desempleo están en la cuerda floja y pueden perder sus permisos de residencia. Por si no lo sabían, insisto, quien no haya trabajado 6 meses en todo el año o tenga, al momento de pedir la renovación del permiso, un contrato de trabajo, ve cómo su petición de renovación es denegada, pasan de una situación regular a una de irregularidad, pasan de ser residentes con todas las de la ley a objetivos de expulsión tras una redada de la policía. Ya se expulsa a gente que ha perdido su condición de regular por ser pobre, por no tener trabajo.
Algunos juzgadores (en tribunales y en juzgados) han suavizado la actual aplicación de una ley del PP (de 2000) que el PSOE no ha hecho más que volver más y más restrictiva (en sus posteriores reformas), en contra de su discurso (que no actuación) y en contra de las acusaciones de la oposición (porque no es verdad que el PSOE sea «blando» con la inmigración), esto es, han considerado que el tiempo cobrando la prestación de desempleo contributiva y buscando activamente empleo se debe considerar como tiempo «trabajado» a efectos de renovar el permiso, y todo considerando la situación económica actual.
En otras palabras: Ya se hace lo que el PP propone, expulsar (al perder su condición de «regulares» ya se les puede expulsar) a la gente por no tener trabajo si es que no tienen nacionalidad española o comunitaria. ¿Ahora qué hacemos con toda esa indignación ante las palabras -demagogia pura- de la candidata del PP? ¿Vamos a intentar cambiar la primera gran cacicada del PP cuando consiguió la mayoría absoluta o nos quedaremos en la condena de boquilla -como hacen los del PSC-PSOE-?
Lo triste es que al inmigrante se nos sigue viendo como «gasto», como «ladrones» de trabajo, y al menos todos los estudios indican lo contrario, ya pasa con el tema sanitario (se nos acusa de llenar los servicios sanitarios, cuando el uso por parte de los inmigrantes -regulares o irregulares- está muy por debajo del uso dado por la población autóctona o los colegas de la UE), el de las ayudas sociales (muchas de ellas son solo para españoles, difícilmente un inmigrante pueda «quitársela» al autóctono, las otras, las que son por condición económica, tienen que ver más con la precariedad que con otra cosa) y el del gasto público en general o el «robar los trabajos» (los que más han sufrido por la crisis son los inmigrantes, puesto que eran los empleos más precarios en el sector que más ha sufrido -construcción-, además de que pocas veces se contrata a un inmigrante por delante de un candidato nacional). Se suele indicar que cada dos trabajos de baja cualificación dados a inmigrantes (y rechazados por españoles en su época) se creaba, por el consumo de éstos, un puesto para nacionales. ¿Roban o producen trabajo? Unos datos extras:
«Es conocido que un tercio del crecimiento experimentado por España en los años previos a la crisis se debe a la población inmigrante. En 2005, año en el que la Oficina Económica de la Presidencia hizo un análisis pormenorizado, los ingresos fiscales generados por los inmigrantes fueron 23.402 millones de euros y el gasto público que recibieron ascendió a 18.618 millones. Es decir, que hicieron una contribución neta de 4.784 millones, el 48 % del superávit de aquel año. No conocemos los datos actuales en un contexto de crisis, aunque sería razonable esperar que, como ocurre con la población nacional, los ingresos hayan caído y aumentado el gasto público.»
En realidad, todas las acusaciones a los inmigrantes suponen dos cosas: Criminalización de la pobreza y ruptura de una posible conciencia de clase. A quien es más pobre y está en situación de más necesidad se le expulsa del país (¿y la solidaridad?), a la par que las decisiones de los empresarios (del «mercado» si prefieren) quedan ocultas bajo una «competencia» entre trabajadores en que unos culpan a otros por su situación en vez de al sistema que fastidia a ambos.
¿Y dónde están todos esos valores humanos que reclaman esos partidos cuando están dispuestos a echar a una persona del país por no tener trabajo (situación que la ha decido su empleador, no él)? ¿Dónde está toda esa defensa de la persona cuando al inmigrante se le trata peor que a una máquina?
Un comentario en «Estúpidos racistas»