Y lo peor es que nos acostumbramos al engaño perpetuo, al tener que aceptar pulpos como oráculos, a cambiar el significado de las palabras ni siquiera por un «bien social» (lo «políticamente correcto») sino simplemente para satisfacer las necesidades comerciales de unas personas que hacen negocio basado en la mentira lingüística. Hace ya unos años en esta página abordé el tema de los «automóviles ecológicos», que sigo considerando como publicidad engañosa (y que hago extensible a la gran mayoría de productos -sobre todo alimenticios- que se publicitan como «ecológicos»), pues bien, como esos encontramos múltiples ejemplos que desde el propio nombre del producto son (o debieran ser considerados) «publicidad engañosa». Ahora toca al tema de las «tarifas planas».
Así tenemos el gran engañabobos de las tarifas planas, vuelven a sonar de todo tipo, ya sean de voz, ya sean de conexión a Internet (la conectividad desde los celulares ha vuelto a traer este tipo de tarifas específicas vinculadas al teléfono, ahora móvil y no fijo) que distan mucho de ser «planas», o cuya aproximación es, al menos, tramposa.
Así, dentro de las tarifas planas de voz, que podríamos dividir entre las que son «24h» y las que no (estas segundas, ya sea para fines de semana o para franjas horarias concretas, encajan mejor en la idea de «tarifa ondulada»). Sobre las que son «24 horas al día» nos encontramos con múltiples formas que limitan (y desnaturalizan) la «tarifa plana», por un lado están los límites de tiempo acumulado (más allá de quiénes no pueden acogerse a estas tarifas, que sí tienen su lógica) y por otro, los máximos de tiempo en una misma llamada.
Así algunas operadoras dan «tarifa plana» con un máximo mensual de «X minutos totales» bajo la cuota de la «tarifa plana», siendo el resto de tiempo consumido al teléfono facturado de forma ordinaria, ya no se debería hablar de «tarifa plana» sino de un «bono de minutos» (por más que sean «muchos» minutos, sigue siendo un bono y no una «tarifa plana» real), bono, además, de caducidad mensual y no acumulable (así que en muchos meses en que se paga dicha «tarifa plana» no se llega al máximo de tiempo, este se «esfuma»).
En el otro de los casos, cuando se limita el máximo tiempo por llamada, difícilmente podremos estar ante una «tarifa plana» con tal límite claro, por no olvidar los casos más graves en que dicho límite (suele rondar una hora de llamada) se acompaña con un máximo mensual de minutos a consumir. En el caso que solo exista un límite «por llamada», deberíamos hablar de bonos mensuales con máximos por llamada y no de «tarifas planas».
La expresión «tarifa plana» trae a la mente un único pago por todo el servicio de llamadas, cuando estamos viendo que no es así, que además de dicho pago se deberá hacer frente, según los límites, a la facturación ordinaria de tiempo de voz consumido.
Si hablamos de las «tarifas planas de datos» que ahora inundan las ofertas para terminales móviles, sean módems o teléfonos celulares, encontramos básicamente dos tipos de límites, de «cantidad» y de «calidad», en muchas tarifas llamadas «planas» existe un límite máximo de descarga de datos incluida en el precio, una vez que se supera dicho límite de consumo de ancho de banda se puede producir una de estas opciones: O se cobra por separado cada byte descargado más allá del límite (a precio de oro) o se «reduce» la velocidad de navegación tanto que la parte de la publicidad de «alta velocidad» suena a mala broma.
Las «tarifas planas» suelen anunciarse con una mención específica a la velocidad de descarga (algunas compañías ya se curan en salud estableciendo que esas velocidades son las «máximas»), así pues, si esta no es «plana», por más que exista un pago único por la conexión, la misma tampoco es «plana», al menos no a la velocidad anunciada, así que o se retira la mención a la velocidad o se deja claro de arranque que existen dos velocidades con unos límites fácilmente superables para la «alta velocidad» (un límite de 500MB para una conexión de «hasta 7Mbps» se rompe con total facilidad si a la persona se le ocurre ver unos vídeos en Youtube o unos cuantos documentos en línea, y se pasa a una descarga de «hasta» 128Kbps).
En cuanto a las «tarifas planas» con un máximo de datos descargados, esto ya es una mala broma. ¿Dónde está lo «plano» en esa tarifa? Además de las evidentes (la «tarifa plana» que incluye un límite global de un giga o lo que corresponda) dentro de este grupo podemos incluir sin dificultad aquellas «tarifas planas» que son limitadas (y mucho, a unos pocos cientos de megas en el mejor de los casos) para conexiones «web» y solo «ilimitadas» para conexiones «wap», si la «Tarifa plana» es a «Internet» limitar el protocolo de conexión es eliminar la «tarifa plana», ya sea con disminución de velocidad (otra vez, si ofrecen una velocidad dentro de la «tarifa plana», rebajarla a primeros de cambio es romper con la idea de lo contratado) o con facturación de los megas «web» consumidos tras superar el escaso límite.
¿Por qué llaman «tarifa plana» a una tarifa que no lo es? Porque vende. Sin dudas son tarifas que se pueden ajustar a las necesidades de muchas personas, pero no son «planas» en el sentido que normalmente son entendidas por el público, sobre todo cuando existe un límite máximo de consumo (se parece más, como en el caso de la voz, a un bono mensual de un giga, diez o los que sean), y en los casos en que la «alta velocidad» deja de serlo, lo engañoso justamente está en la velocidad máxima ofertada, cuando la misma solo se puede disfrutar en un plano muy reducido (medio giga, diez gigas, o los que sean), por no hablar de todas las otras formas de limitar las conexiones (como las que distinguen los protocolos de conexión o avisan que si se usa p2p se reducirá la velocidad, sea cual sea el consumo realizado). En nuestro imaginario la «tarifa plana» de conexión a Internet es como la de casa (la más habitual, y hasta hace no mucho casi la única), esto es, pagas mensualmente una cantidad independientemente del uso que le des a la línea, y a una velocidad «estable» (aunque no se alcance muchas veces el máximo prometido).
Deberíamos acostumbrarnos, acostumbrar a las compañías, a llamar a las cosas por su nombre, una tarifa de voz de 5000 minutos a un precio equis al mes no es una tarifa plana, es un bono de minutos, una tarifa de un giga de datos a un precio y que luego te facturen cada medio giga no es una tarifa plana de Internet, es un bono mensual de un giga, sin más, una tarifa que distingue «Wap» de «Web» y en una es «plana» y en la otra no, no es una «tarifa plana a Internet», y una tarifa que la velocidad contratada varía según la cantidad descargada no es, tampoco, «plana», es «ondulada» en cuanto a la velocidad, no se debería ofrecer como «plana» en ningún caso.
Pero nos dejamos confundir, dejamos que «todas» las tarifas de algunas operadoras aparezcan con el más que prostituido adjetivo «plana» y seguimos como si nada.
¿Pero cómo hace el usuario para cambiar eso? Porque no todas las soluciones pueden ser “no consume el producto”. Ahí quién tiene que intervenir es un estado fuerte que regule y sancione a quienes cometen esa infracción.
Salud Luciano
Efectivamente, a veces el «no consumes» no es la única (ni mejor) solución, a veces es inevitable (casi) consumir.
Evidentemente la autorregulación tampoco funciona, así que solo queda la vía «pública», normas claras que impidan este tipo de abusos publicitarios.
Hasta luego y gracias por el comentario ;)