Como segunda minirreseña les traigo «Final Touch», diseñado por Mike Elliott e ilustrado por Pandaluna, publicado en España por Asmodee en 2016.
En este juego seremos falsificadoras de cuadros, compitiendo para ver quién hace las mejores obras… e impidiendo que nuestras compañeras de estudio las realicen. Así pues, iremos jugando nuestros colores sobre la obra a falsificar para llevárnosla o que la rival o las rivales se la queden pero con menos valor…
Veremos si esta vez consigo que sí sea «mini», ya que he fallado en la periodicidad que tenía pensada…
Características principales
- Tipo de juego: de cartas y faroleo.
- Mecánicas principales: gestión de mano y cumplimiento de contratos (sería en singular, de «contrato», pues solo hay uno por vez).
- Jugadoras: de 2 a 4. Por cada número de jugadoras, se juega con una variante: a 2, la principal, de una forma, a 3, con un cambio sobre la forma de puntuar las pinturas emborronadas y a 4 va por equipos (2 contra 2, sentadas alternativamente).
- Duración: 10 – 15 minutos.
- Nivel de azar: muchísimo.
- Dependencia del idioma: nula (las cartas tienen colores, símbolos y números).
- Componentes: 85 cartas (60 pequeñitas y 25 gigantes) y el manual.
- Edad recomendada: desde los 8 años, pone la caja.
- Sobre el tema: somos falsificadoras de arte, porque nos lo dice el juego. Podría tener cualquier tema, pero está plasmado de forma bastante simpática en las ilustraciones, no hay más tema que ese.
- Nota sobre los materiales: las cartas son buenas, sin más, y la caja es un despropósito de tamaño lleno de aire con un inserto muy bueno.
Breve explicación
El objetivo del juego es conseguir 25 $ (o sea, puntos) en obras de arte, no importa cuántas obras consiga, sino los puntos de la misma; en el momento que alguien obtiene ese puntaje, la partida finaliza.
Existen dos tipos de cartas, las obras de arte (25) y las cartas de colores (60). Las de colores son sencillas, son 5 palos y ya, habiendo 12 de cada color (amarillo, azul, marrón, verde y rosado; identificados además por un símbolo, triángulo, cuadrado, círculo, pentágono y rombo, respectivamente; perfectamente distinguibles). Las cartas de obras de arte, que son por las que iremos compitiendo, tienen dos lados distintos, en uno (el lado bueno y oculto) tienen un puntaje y en el otro tienen los requisitos de colores (bien ordenados y claros) para completar el encargo junto con el puntaje que darán si se consigue esa carta «emborronada» (la mitad de su puntuación por el lado «bueno»; como «extra», en pequeño se ve la puntuación del lado bueno).
El juego es muy sencillo (extremadamente), se barajan los colores, se crea un mazo de robo (bocabajo) y se reparten 5 cartas a cada jugadora (que será su mano, al final de cada turno robará hasta tener esas 5 cartas, nunca se pueden tener más).
Se barajan las obras de arte y se dejan en un mazo en que se ve la parte con los requisitos; la primera de las cartas se pone en el centro de la mesa (este es un detalle interesante, pues así sabremos los requisitos y puntuación de la siguiente carta, a veces nos compensa perder una para garantizarnos una buena posición en la siguiente).
A los lados de la obra por la que competimos se colocarán las cartas, en uno de los lados irán las cartas de «mejora» (con las que cumplimos los requisitos) y en el otro las de «emborronar» (con las que vamos arruinando el cuadro).
El turno es simple: o mejoras la obra de arte (pones colores que cumplen los requisitos no cubiertos aún) o la emborronas (pones un color que no está en los requisitos o que, estando, ya tiene todo lo necesario; por ejemplo, si la carta requiere 2 azules, un nuevo azul irá al lado de «emborronar»). Y acá viene algo interesante: puedes poner cuantas cartas de mejora quieras, pero solo puedes emborronar con una carta.
La jugadora que cubra el último requisito faltante se lleva la carta por su lado con máxima puntuación; la jugadora que coloque la tercera carta en la zona de «emborronar», hace que la otra persona se lleve la carta por el lado malo (o el otro equipo a 4 jugadoras o las otras dos personas a 3 jugadoras). En todo caso, la jugadora que desencadena el que la obra se termine (por el lado bueno o por el malo) comienza la siguiente ronda (nueva carta de obra maestra).
Opinión
Lo primero que voy a decir sobre el juego es que su apartado artístico es absolutamente espectacular. Son 25 ilustraciones caricaturescas de obras importantísimas en la historia del arte. La parte de los requisitos también es muy simpática, mostrando dos pintores en pelea (bien pudieron ser más equitativos en cuanto al sexo representado, pero bueno), con tres dibujos distintos. Las cartas de colores sí que son aburridas, es una única ilustración para todas, cambiando el color y el símbolo, pero ya podrían ser algo más variadas. En todo caso, son funcionales en todo sentido, se reconocen bien y rápido, no dan lugar a equívocos.
Sabiendo que es un juego muy sencillo, dependiente del azar (de verdad, a veces te tocan cartas con lo que es casi imposible hacer nada, o ves que esa última, que quien se la lleve gana la partida, será para la rival porque simplemente no te toca ningún color útil y emborronas una y otra vez), es de los que generan pique, se juega una, otra y otra más. Un juego tan sencillo de preparar (barajas, repartes y ya) que te da momentos muy divertidos.
El que siempre alguien puntúe imposibilita que la partida se estanque o llegue a puntos muertos, además, el sistema de emborronar fuerza justamente eso, el dinamismo en el juego. Es rápido y variado, cambiando constantemente las tornas.
Es un juego que permite que se den vuelcos, con lo que no hay nada de efecto de bola de nieve (en gran medida por su alto azar); siendo muy táctico, no permite planificación a muy largo plazo (como mucho, guardarte algunos colores para la próxima carta, viendo que la actual o la consigues fácil o la emborronarás como una campeona).
¿Y el faroleo dónde está? Pues lo he colocado ahí, como categoría, y ni lo he mencionado otra vez… en la elección de cartas, en jugar una de emborronar cuando sí tienes cartas que cumplen los criterios de la obra. En decir eso de «uf, no tengo nada» y tener 4 útiles, pero esperar que la rival coloque dos o tres útiles (sobre todo las que te faltan a ti) para poder, de una vez, llevarte todo.
Pongamos un ejemplo, una obra que requiere 8 colores, tengo 4; si los bajo ahora, tal vez mi rival tenga los otros 4. Bajo 2, quedan 6 para cumplir (al robar, me tocan otros dos que cumplen requisito), mi rival baja 1, quedan 5… ¿qué hago? ¿Bajo 1 y me la juego a que no tenga los 5 que restarían? Sería muy mala suerte, pero esto se da… ¿Emborrono? Si ella, tras mi emborronamiento, vuelve a emborronar, ¿cuántas bajo yo? Y acá comienza ese juego de faroleo mutuo, de no tengo – se nota que tienes y demás.
Los piques, los «¡me has mentido!» totalmente indignadas y todo eso se dan con cierta frecuencia y le dan la chicha al juego que, mecánicamente, le faltaría, siendo un entretenimiento ligero más que digno.
Aunque el juego funciona bien a cualquier número de personas (con los cambios en puntuación o forma de jugar), donde más se disfruta es a dos personas, pues se controla más la carta central; además, se nota que es un juego cuya base es ese enfrentamiento de una contra una.
Este juego creo que tuvo un problema: el precio. No era barato (salió en el 2016 a un PVP de unos 15 €, me parece; algo que en esa época, para un juego de tan pocas cartas, no era buen precio) y compitió con otros juegos sencillos de mecánica más o menos parecida que, incluso, admiten más cantidad de gente y que valían de base 3 o 4 euros menos. En todo caso, creo que es un juego subvalorado.
Personalmente lo disfruto muchísimo, me quedo embobado con las ilustraciones (de veras, son de 10) y el juego me parece tremendamente ágil y entretenido, normalmente se juegan entre 3 y 5 partidas del tirón (creo que rara es la vez que, cuando sale a mesa, solo se juegue una partida; alguna vez lo hemos jugado simplemente hasta agotar el mazo de obras de arte, que tampoco es mucho tiempo). Ahora bien, es un juego que no se puede tener como «plato principal» en una quedada, ni nos tendrá toda la tarde enganchadas. Tampoco se puede sacar todos los días, pues su azar tan elevado puede comenzar a quemar. Por otra parte, siempre me ha funcionado bien con todo tipo de personas, tal vez no les encante (al nivel que a mí), pero les deja un buen sabor de boca.