Es interesante (y triste) que siempre que sale un colectivo con buenos salarios la opinión publicada nos convenza de que no se lo merecen y deberían bajarse. Porque sí. Dicen que ganan más que, por ejemplo, los médicos o los profesores, ¡cómo será posible!; así que en vez de pedir que le suban a médicos y profesores, lo que pedimos es que se lo bajen a los otros. Les llamamos «privilegiados» aunque no tengamos idea de qué hacen, cómo lo hacen o en qué condiciones lo hacen. Da igual, ganan más que nosotros y que los médicos, algo malo habrá. Los distintos gobiernos (locales o nacionales) recurren a mostrarnos los salarios cada vez que tienen un conflicto con algún grupo de trabajadores especialmente movilizados (desde controladores aéreos hasta personal de limpieza de las corporaciones locales, curiosamente también los profesores –¡¡que secuestran a nuestros hijos!!-, últimamente usados de ejemplo como tope para otras profesiones, han sufrido esta presión y sus condiciones se han reducido bajo el aplauso de muchos que ahora reclaman cosas sobre los sueldos de los estibadores). Siempre nos colocamos desde el punto de vista del consumidor, demostrando lo mal que anda el movimiento obrero y nuestra propia consciencia de clase (sí, somos una panda de alienados). [Continúe leyendo en De Igual a Igual].