Todas las personas tenemos derecho a cambiar de opinión. Lo que no se puede es atacar a otra persona por algo que fue tu opinión y que no comunicas que la has cambiado; lo que es peor, «se te olvida» mencionar que si existe eso que es tan malo es porque «tú» lo «inventaste». Vemos que el Partido Popular está haciendo un cargamontón contra el actual gobierno por el precio de la luz, poniendo énfasis en algunos puntos como los impuestos extras existentes en la factura de la energía y el IVA aplicado. El gobierno del PP, en la legislatura de 2011-2016, fue quien aprobó una ambiciosa reforma legal que, entre otras cosas, creó una serie de impuestos. Entre ellos, el que ahora se está cuestionando con más fuerza (y razón): el impuesto de generación de energía.
En concreto, hablo de la Ley 15/2012, de 27 de diciembre, de medidas fiscales para la sostenibilidad energética, donde el ministro José Manuel Soria defendía la creación de este impuesto a mayores. El PP tenía mayoría absoluta y en este caso la usó sin problemas: impidió la devolución al gobierno del proyecto (PP más sus dos socios, UPN y FAC, las únicas formaciones que votaron en contra), impidió textos alternativos (aunque acá hubo más abstenciones, que una cosa es estar contra el texto del gobierno y otra aceptar lo que quería decir el grupo de IU y compañía) e impidió, y esto sí fue un poco más grave, la avocación al pleno del proyecto para que no se tramitara únicamente por medio de la Comisión (petición del PSOE para que fuera el pleno quien viera el texto final; acá el PP solo tuvo de aliado a FAC, pero tampoco necesitaba más).
La suerte de las enmiendas que llegaron desde el Senado fue algo más distinto, algunas sí tenían amplio consenso y otras las impuso el PP. Cosa curiosa con un par de enmiendas aceptadas en el Senado y rechazadas en el Congreso (una de forma abrumadora).
Ese impuesto de generación eléctrica se introdujo en la redacción original de la ley de 2012, tramitada de forma urgente (para que nos hagamos a la idea, entró el 20 de septiembre en el Congreso, se calificó el 25, donde pasó por un trámite meteórico por la Comisión, que por algo era urgente; el 30 de octubre se produjo un pleno donde se debatieron las enmiendas a la totalidad, la avocación y el texto alternativo y finalmente la comisión lo aprobó el 15 de noviembre; en el Senado estuvo poco menos de un mes y volvió al Congreso para aceptar o rechazar las enmiendas del Senado, trámite que se apuró y el 20 de diciembre se debatieron dichas enmiendas en el Congreso).
Esta ley tuvo dos cambios en 2013 (antes de cumplir un año de vigencia), por las leyes 16/2013 y 24/2013, una «pequeña modificación» por la Ley 7/2021; además, un cambio de referencia normativa por medio del Real Decreto 451/2020 (que derogó el mencionado en la ley de 2012).
Este impuesto, en honor a la verdad, sí que ha sido criticado por gente del PP… una vez que dejaron de estar en el gobierno. Este impuesto estuvo suspendido unos meses, fue una medida del primer gobierno de Sánchez para paliar el aumento de la factura de la luz. Cuando estábamos cerca de finalizar esos seis meses de suspensión, Casado ya anunciaba su lucha férrea contra el impuesto de marras. Por supuesto, siempre olvidando y obviando que era su partido el creador del tributo. Sánchez, en su día, se negó a reformarlo, aduciendo falta de tiempo para una correcta modificación del régimen fiscal de la energía (en su conjunto, no solo un impuesto) y que renovar la suspensión sería atacado como electoralista (estábamos a punto de comenzar esa época de elecciones y su repetición).
Casado anunció un proyecto para suprimir el impuesto. Nunca presentó ese proyecto, ni lo hizo en la legislatura donde lo anunció, ni en la siguiente (la breve, entre una y otro periodo electoral; donde el PP sí presentó varias proposiciones de ley) ni en la actual (donde vuelve a anunciar la presentación de una proposición para suprimirlo).
Muchas veces los líderes políticos anuncian la presentación propuestas de reformas legales que nunca llegan a presentar. A veces lo que hacen es presentar proposiciones no de ley (existe un abuso de esta figura), que es una forma de pasar el trámite, quedar bien de cara a la galería y no hacer tu trabajo (lo que prometiste que harías). Casado es experto en esto.
Insisto, no me parece mal que el PP haya cambiado de opinión con respecto a este impuesto; lo que me parece increíble es el uso de este tributo para atacar a un gobierno que «se lo encontró», sin reconocer que, en el fondo, la existencia del mismo se debe a su propia formación política. Me molesta ese cinismo puro con cero autocrítica, sin reconocer la evolución en el propio pensamiento o en las necesidades (el PP hizo una serie de reformas que aumentaron sustancialmente impuestos, algo totalmente en contra de sus promesas electorales, pero eso era necesario y se sabía de antemano que lo que prometían de bajadas de impuestos no lo podían cumplir).
Excurso y actualización: otro ejemplo reciente lo tenemos con respecto al «Nutriscore»; una parlamentaria del PP llama traidor al ministro que está presentando su implantación; el ministro le recuerda que esa iniciativa vino de una petición de su implantación por parte del PP el año pasado.