Cateriano: o cómo mover todo para no cambiar nada

Martín Vizcarra nunca lo tuvo fácil. Y, curiosamente, ha sido uno de los presidentes con mejor aceptación de los últimos periodos (algo que no es del todo difícil), tal vez porque nadie lo eligió (como presidente, quiero decir), tal vez porque se dedicó a torpedear al otro poder del Estado que tantos problemas (y tan pocas soluciones) lleva dando desde hace muchos años. Es la típica crisis ministerial en que se mueven muchos puestos pero parece que las políticas de las diferentes carteras no se alterarán mucho.

Pedro Cateriano vuelve como primer ministro… el que posiblemente sea el último gabinete de Vizcarra, si las cosas no se tuercen (son capaces de perder la confianza y todo) y siendo optimistas, tiene como cabeza visible alguien que no lo hizo particularmente bien bajo un gobierno de Humala (además, que tiene una investigación abierta por la compra de unos helicópteros cuando fue ministro de Defensa*). El gabinete comenzó mal, con una designación algo inexplicable del Ministro de Trabajo (salvo el antiguo refrán de «quien no tiene padrino no se bautiza»).

En fin, si Zeballos se fue por la puerta chica, pateando la entrada del Congreso, Cateriano no ha comenzado muy distinto, que sí, que dice aquello de «yo abro puertas» pero reglón seguido suelta que «si alguien no quiere venir, cosa suya» (no es textual, pero casi). Pero es que estamos en la misma actitud de confrontación plena. Alguna cabeza pensante creyó que el Congreso debía ser cerrado (y se apoyó en movimientos como el de Que se vayan todos) y uno nuevo solucionaría cosas… ¿acaso iba a cambiar mucho el panorama? Sí, las mayorías fluctuaron (y bastante), pero el juego siguió siendo el mismo y nos ha dejado con más inseguridades que certezas.

En Perú los gabinetes duran poco, es normal, nadie puede hacer nada y nadie hace caso a nada, además, a poco que escarban, desde los medios de comunicación se encuentran todo tipo de trapos sucios de los altos cargos. Además, rehuyen al control político con una cintura impresionante, así hasta el nuevo Primer Ministro ya está haciendo regates para evitar interpelaciones.

Si no es el momento para interpelaciones (por la pandemia), tampoco lo sería para crisis ministeriales tan fuertes (prácticamente se ha cambiado todo el gobierno).

Algunos medios indican como positivo algunos de los nombramientos (o carteras que se quedan igual) que no veo de la misma forma, así, la nueva ministra de Salud, Pilar Mazzetti, retoma un cargo que conoce (ya lo fue con Toledo, con un hecho muy positivo como fue el promover el correcto uso de la píldora del día después, aunque con una mala relación con el personal médico de EsSalud; además, terminó siendo procesada por la compra de material). Mazzetti, además de la mochila de Salud, tiene experiencia en Interior, donde lo hizo realmente mal con Alan García.

Es interesante que María Antonieta Alva se quede en el MEF, siendo contraria a algunos planes estrellas (como el de retirar fondos de las AFP para tener liquidez); ahora bien, con ella habrá continuismo económico liberal, eso no cabe la menor de las dudas. Sus medidas siempre estarán en línea de defender el poder económico vigente (¡como el resto de este gobierno!).

Cada vez que el ministerio del Interior ha tenido una cabeza exmilitar, las cosas no han ido bien. Su idea de la ciudadanía y del trabajo con ella pasa por la mentalidad castrense y la mano dura. Jorge Montoya, Teniente General de la Fuerza Aérea del Perú (retiro). En Defensa se mantiene, por otro lado, a Walter Martos. Perfecto todo. En fin…

Sabes que ya eres mayor cuando le sacas más de un lustro a un ministro. Pero no puede ser que la principal justificación para nombrar a una persona en un cargo sea su juventud. Me parece bien que se dé oportunidades a jóvenes talentos, pero no sé si el nuevo ministro de trabajo, Martín Ruggiero, da la talla. Por lo visto, lleva unos cuantos años en un gabinete en el área laboral, claro que eso no es garantía de estar por los derechos de las trabajadoras, menos cuando tu despacho de abogados está más orientado a la empresa que a las trabajadoras (más allá de la parte migratoria y de permisos), lo cual tampoco es nada raro para un gobierno de derechas el encontrar con un laboralista del lado equivocado de la mesa de una negociación colectiva. A la CGTP le ha sentado como una patada el nombramiento, aunque era lo esperable.

Y de otros casos, ¿no les suena el despacho de Payet, Rey, Cauvi y Pérez Abogados? Es uno de los que tenían fuertes vínculos con Odebrecht –como un montón más de despachos– y donde estaba asociado el Alan García Nores, hijo del expresidente del mismo nombre. Coincidencias… Hablando del despacho, primero se subió el CV del nuevo ministro indicando esa experiencia laboral (básicamente la única real que tiene y lo único que justificaría su nombramiento) para luego cambiar la ficha por una en que no aparece su antigua vinculación con el despacho (en la web de la empresa aparece un comunicado diciendo que ellos borraron el rastro de su exabogado porque ya no forma parte del equipo, algo que sí es lógico).

(A todo esto, el casi 63,16 % son ministros, siendo muy poco paritario el gabinete; de los 11 nuevos nombramientos, 7 son varones).

En fin, Vizcarra no lo tiene nada fácil y vive en confrontación permanente con el legislativo (parece como si no entendiera la función de la cámara y pensara que su cargo de presidente le deja hacer lo que le diera la real gana); también vamos a admitir que desde el hemiciclo decidieron que el acoso y derribo era la prioridad y, tras las elecciones, eso no ha cambiado demasiado. En Perú urge un cambio en el funcionamiento político personalista y cortoplacista, pero todas, absolutamente todas las medidas que se toman en el plano electoral y de partidos van, en realidad, de la mano de generar más personalismo y una urgencia al corto plazo absoluta (la prohibición de reelección para los y las congresistas es la gota que colma el vaso en este aspecto).

En todo caso, le deseo suerte al gabinete (que la necesitará).

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*Es cierto que a Cateriano se le ha acusado de todo por parte del aprismo y el fujimorismo y que hasta ahora ha salido bien parado de todos los procesos, no es menos cierto que trae una mochila pesada de un gobierno corrupto y corruptor como fue el de Humala.

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